Una exposición en Girona reúne ilustraciones inéditas del pintor cubista
- ¿Y qué es lo que piden los obreros?
- Pues lo que la ofrece a usted este viejo, encantadora Mimí. La jornada mínima y el salario máximo.
Hay un Juan Gris anterior a las guitarras, violines y botellas de sus célebres bodegones cubistas. Un joven Gris casi desconocido que deslumbra como ilustrador de prensa humorística y satírica en las principales revistas del modernismo europeo. Y que, como se aprecia en el chiste que encabeza este texto del Primero de Mayo de 1907, no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar el mundo político, económico y social de principios del siglo XX.
La exposición Juan Gris, ilustrador. 1904-1912, que puede verse hasta el 14 de junio en la Fontana d'Or de Girona, ahonda en esta faceta a partir de la colección privada del empresario catalán establecido en París, Emilio Ferré. Durante los ocho años en los que se dedicó a dibujar para las principales cabeceras españolas y francesas, Gris realizó unas 800 ilustraciones, dibujos, caricaturas y viñetas de las que tan sólo quedan un centenar de originales.
De ese centenar pueden verse en Girona 61 ilustraciones, la mitad inéditas y descubiertas recientemente, como los 13 dibujos publicados entre 1908 y 1911 en la revista alemana Sporthumor. Uno de los alicientes de la muestra es la posibilidad de confrontar las viñetas con la página de la publicación donde fueron impresas originalmente, entre ellas Blanco y Negro, Papitu, La campana de Gràcia, Le Cri de Paris, Le Charivari, Le Rire, L'Assiette au Beurre o Le Témoin. Se verifica así su autenticidad, además de las correcciones de imprenta o los cambios en la coloración, pero lo más interesante es constatar la censura a la que los editores sometían la vena de un Gris políticamente incorrecto. "Su sarcasmo era extremo y en ocasiones se consideró que había ido demasiado lejos, como cuando critica la guerra entre España y Marruecos o el genocidio armenio", señala Ferré, que ha dedicado más de 20 años a coleccionar la obra gráfica del maestro cubista, básicamente a través de subastas.
Las ilustraciones, realizadas en tinta china, carboncillo y lápiz, van acompañadas de comentarios y diálogos a pie de página que Gris escribió de su puño y letra, y que en algunos casos no llegaron a publicarse por su "incorrección política". Son dibujos fustigadores, mordaces, críticos con la vida social, los políticos, los funcionarios, el mundo económico y financiero. A través de las ilustraciones también se puede seguir temas de actualidad de aquella época, como el robo de La Gioconda en el Museo del Louvre, además de ser un compendio costumbrista, una oportunidad de acercarse a los trajes, los bailes y las aficiones sociales.
Se trata de una producción aún alejada del primer lenguaje cubista que emprendería más tarde junto con Picasso y Braque, pero, según los expertos, ya destilan rasgos que prefiguran el alumbramiento del nuevo estilo a partir de un trazo enérgico y sintético y, sobre todo, de esas manos enormes y deformadas con las que dota a los personajes de las viñetas y que caracterizarían su obra posterior. "Los dibujos ya preconizan la descomposición del cuerpo humano propia del cubismo", apunta Ferré.