KEPA ARBIZU
Lumpen
Aunque suene a argumento repetitivo, el hecho de no ver copadas las publicaciones y suplementos musicales con la noticia del nuevo disco de Neil Young, evidencia el nivel de enfermedad, casi terminal, en el que se encuentran la mayoría de ellas.
Llevaría mucho tiempo, y palabras, explicar cuál es la importancia del canadiense en la música actual. Por decirlo de una manera tajante, sin él, el conglomerado hoy tan de moda llamado “americana” perdería a uno de sus pilares esenciales, lo mismo sucedería con muchos de los iconos de la modernidad. No seré tan severo de preconizar su “no aparición” pero sí que les faltaría un ingrediente clave.
Neil Young nunca ha tenido un discurso ampliamente elaborado ni es el hombre más coherente, políticamente hablando. Son conocidas sus contradicciones, hay que recordar, por ejemplo, su apoyo a Ronald Reagan. Lo que también es verdad, es que siempre ha dicho y ha arremetido contra todas las cosas que convenía necesario sin importale la época, ni el pensamiento dominante en ese momento. Criticó duramente el colonialismo español que arrasó con el continente americano, se enarboló la bandera del feminismo en alguna canción y más recientemente, censuró severamente el mandato de Bush.
Ahora, haciendo caso a esos que le llaman el “último hippy”, vuelve a centrar su mirada en el ecologismo y en el respeto al planeta para crear un disco conceptual, “Fork in the road”, basado en la necesidad de despreciar el monopolio del petróleo y pensar en la utilización de otras energías. La historia es la de un hombre que viaja en su viejo coche por todo América sin utilizar el "oro negro".
Es una perfecta metáfora de lo que significa Neil Young hoy en día. No se resigna a ser simplemente un viejo dinosaurio enquilosado en épocas pasadas. Quiere ser parte de la actual sociedad y poner en evidencia sus contradicciones e injusticias. Además, su portada, otro pequeño guiño a la misma idea, es una imagen congelada del vídeo casero que colgó en internet.
Estilísticamente, el disco deja de lado casi por completo cualquier reminiscencia del country. Aquí, como ya hiciera en otros momentos de su carrera, afila las guitarras y arremete con dureza un sonido rockero. “When world collide” sirve como introducción, casi instrumental sólo adornada con un estribillo,marca el camino que seguirá el resto de composiciones. “Fuel line” es un derroche de sonido al estilo hard rock con tintes sureños, la voz suena con fuerza y desafiante. "Just singing a song” pertenece a esas melodías típicas de Young. Canción dura, cambiante en el ritmo y con estribillos más suaves y adornados por coros. “Johnny Magic” fue la canción que sirvió como adelanto y es la más movida gracias a su ritmo "rockandrollero" . Muy extraña resulta “Cough up the bucks”, canción clásica interrumpida con algo parecido a un rapeo. El experimento no sale tan mal parado como se podía esperar. "Get behind the wheel” es un blues de tipo texano en el que Neil Young no encuentra ningún problema para ejecutarlo con maestría. “Off the road” y “Light a candle” son los únicos dos respiros que hay en el disco. La segunda, un acercamiento al country resuelto de manera magistral. Para terminar, “For in the road” sirve como resumen de un trabajo de mucha fuerza y que, en este caso, suena a mezcla de hard rock y boggie.
Se trata de un disco creado para un momento muy determinado, seguramente no estamos ante una de esas creaciones que durarán a lo largo de los años. Aun así, eso no es óbice para no disfrutar y paladear una nueva colección de canciones de uno de los poco genios que nos quedan.
Llevaría mucho tiempo, y palabras, explicar cuál es la importancia del canadiense en la música actual. Por decirlo de una manera tajante, sin él, el conglomerado hoy tan de moda llamado “americana” perdería a uno de sus pilares esenciales, lo mismo sucedería con muchos de los iconos de la modernidad. No seré tan severo de preconizar su “no aparición” pero sí que les faltaría un ingrediente clave.
Neil Young nunca ha tenido un discurso ampliamente elaborado ni es el hombre más coherente, políticamente hablando. Son conocidas sus contradicciones, hay que recordar, por ejemplo, su apoyo a Ronald Reagan. Lo que también es verdad, es que siempre ha dicho y ha arremetido contra todas las cosas que convenía necesario sin importale la época, ni el pensamiento dominante en ese momento. Criticó duramente el colonialismo español que arrasó con el continente americano, se enarboló la bandera del feminismo en alguna canción y más recientemente, censuró severamente el mandato de Bush.
Ahora, haciendo caso a esos que le llaman el “último hippy”, vuelve a centrar su mirada en el ecologismo y en el respeto al planeta para crear un disco conceptual, “Fork in the road”, basado en la necesidad de despreciar el monopolio del petróleo y pensar en la utilización de otras energías. La historia es la de un hombre que viaja en su viejo coche por todo América sin utilizar el "oro negro".
Es una perfecta metáfora de lo que significa Neil Young hoy en día. No se resigna a ser simplemente un viejo dinosaurio enquilosado en épocas pasadas. Quiere ser parte de la actual sociedad y poner en evidencia sus contradicciones e injusticias. Además, su portada, otro pequeño guiño a la misma idea, es una imagen congelada del vídeo casero que colgó en internet.
Estilísticamente, el disco deja de lado casi por completo cualquier reminiscencia del country. Aquí, como ya hiciera en otros momentos de su carrera, afila las guitarras y arremete con dureza un sonido rockero. “When world collide” sirve como introducción, casi instrumental sólo adornada con un estribillo,marca el camino que seguirá el resto de composiciones. “Fuel line” es un derroche de sonido al estilo hard rock con tintes sureños, la voz suena con fuerza y desafiante. "Just singing a song” pertenece a esas melodías típicas de Young. Canción dura, cambiante en el ritmo y con estribillos más suaves y adornados por coros. “Johnny Magic” fue la canción que sirvió como adelanto y es la más movida gracias a su ritmo "rockandrollero" . Muy extraña resulta “Cough up the bucks”, canción clásica interrumpida con algo parecido a un rapeo. El experimento no sale tan mal parado como se podía esperar. "Get behind the wheel” es un blues de tipo texano en el que Neil Young no encuentra ningún problema para ejecutarlo con maestría. “Off the road” y “Light a candle” son los únicos dos respiros que hay en el disco. La segunda, un acercamiento al country resuelto de manera magistral. Para terminar, “For in the road” sirve como resumen de un trabajo de mucha fuerza y que, en este caso, suena a mezcla de hard rock y boggie.
Se trata de un disco creado para un momento muy determinado, seguramente no estamos ante una de esas creaciones que durarán a lo largo de los años. Aun así, eso no es óbice para no disfrutar y paladear una nueva colección de canciones de uno de los poco genios que nos quedan.