La narración breve en castellano se renueva y suma lectores

Internet ayuda a estimular la creación y la lectura y transmite información sobre obras y autores. Nuevas estrategias editoriales están ampliando el número de aficionados a un género minoritario

ELENA HEVIA
El Periódico de Catalunya




Hermano pobre de la novela. Ejercicio de estilo. Mera práctica para abordar en el futuro una narración con más ambición. Pecado de juventud. Eso que los escritores publican muy de vez en cuando entre novela y novela. Veneno para las librerías. El cuento, el relato, la narración breve, arrastra en España una falta de consideración histórica por parte de escritores y lectores, y por ende de editores. Pero en los últimos años hay señales que permiten detectar un cierto cambio de actitud.

Los síntomas son diversos, como la proliferación de pequeñas editoriales que dedican especial atención al género, como Menoscuarto, Thule o Páginas de Espuma
–esta última con una década de trayectoria y un premio de 50.000 euros, que supera en dotación a los Herralde o el Biblioteca Breve.

«En los últimos tiempos percibimos un aumento de lectores y una nueva sensibilidad», afirma Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma. Y un botón de muestra son los 53.000 ejemplares vendidos de la colección de microrrelatos Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki. Eso sin contar esa oveja negra encaramada en los más vendidos que fue Los girasoles ciegos de Alberto Méndez.

PÚBLICO EXIGENTE

Más lectores y más preparados. El relato, convienen muchos autores, implica un mayor grado de exigencia para el lector. «El lector de cuentos es especial –explica Cristina Fernández Cubas, una de las grandes y solitarias referencias del género en España--. En contra de lo que se ha dicho, el lector de relatos no tiene prisa. Es activo y desconoce la pereza. Pero ahí está. No me importa cuál es su número. Los cuentistas contamos con su complicidad y su inteligencia».

Hipólito G. Navarro, un nombre clave, junto con el madrileño Eloy Tizón, en el reciente y más exigente desarrollo del cuento en España, va más lejos: «Estoy convencido de que la salud literaria de un país pasa por la salud de sus cuentos y su poesía. Porque ahí es donde el escritor se la juega, y es donde hay una mayor elaboración de la lengua. El cuento favorece la experimentación, la búsqueda de nuevas vías para contar lo que ya está contado hasta la saciedad». Navarro ha publicado recientemente su antología El pez volador.

Con dos libros de cuentos recientes en el mercado los habitualmente novelistas Ignacio Martínez de Pison e Ignacio Vidal Folch certifican la pluralidad del género. «Todo vale, desde los cuentos con una buena arquitectura, estilo Poe, a los más abiertos tipo Chéjov. El relato hoy admite todo tipo de licencias y bastardeos», dice Vidal Folch. Por su parte, Martínez de Pisón no detecta grandes diferencias entre novelas como Carreteras secundarias y Dientes de leche y la antología de relatos Aeropuerto de Funchal: «Los personajes de unas y otros se mueven en los mismos universos. En ambos casos se trata de crear mundos que absorban al lector».

CONTAMINACIÓN

Tizón, autor del imprescindible Velocidad de los jardines, se atreve a vaticinar un posible contagio de la novela del siglo XXI respecto del cuento: «Es posible que las novelas se contagien de algunos rasgos del cuento como concentración, vértigo, carácter fragmentario e hibridación de géneros».

En esa transformación el factor internet también es decisivo. Lo certifica Flavia Company: «El intercambio de archivos breves, la publicación de cuentos en distintos blogs, sin duda, crea el ambiente adecuado para su lectura y cultivo. Los lectores, en la actualidad, buscan, curiosean y sobre todo, se encuentran y comparten en la red».

Uno de los blogs más activos es El síndrome de Chéjov, comandado por el también cuentista Miguel Ángel Muñoz, quien destaca asimismo a autores como Andrés Neuman, Ángel Zapata, Manuel Moyano, Mercedes Abad, Ángel Olgoso –«fantástico en ambos sentidos»– y Gonzalo Calcedo, mientras advierte una nueva vertiente del fenómeno: «Es evidente que el cuento, cada vez más, está siendo utilizando por los profesores más avispados como recurso didáctico. Esto es fundamental. Para la difusión del cuento y sobre todo para la buena educación de los estudiantes». Y al amor de esa tendencia, crecen exponencialmente los concursos en talleres de escritura y programas culturales en radio y televisión dedicados al microrrelato, democratizando así el género.