La noruega 'North' es una 'road-movie' sin carreteras. Engancha a la estela de joyas como 'Una historia verdadera', de David Lynch
JULIO VALDEÓN BLANCO
El Mundo
Jomar, rubio, gordo, triste, contempla el mundo desde la barraca de la pista de esquí en la que trabaja. Hubo un tiempo en el que estuvo enamorado. Entonces rozaba el estrellato deportivo. Deslizarse montaña abajo constituía el mejor estupefaciente. Después se lesionó y el retiro forzoso lo llevó por todos los pabellones de la melancolía. De aquel joven feliz apenas restan memorias.
Transformado en un treintañero solitario, hasta el culo de pastillas, titirita cuando siente en su cogote el resuello del ajado esplendor en la hierba. Hasta que el regreso de un amigo, aquel por el que su desbordada novia, harta de lidiar con el monstruo de la depresión, lo abandonó, reactivará su vida. Tras enterarse de que ella concibió a un hijo suyo, y de que ha rehecho su vida como madre soltera, Jomar camina por el archivo duro de los recuerdos, prende fuego a la caseta y decide concederse una oportunidad. En moto de nieve, a ratos argollado por el frío, azotado por la inclemente luminosidad del Ártico, y a través de casi mil kilómetros, recorrerá Noruega para alcanzar las cercanías del Círculo Polar Ártico, en busca de su chica y del pequeño heredero.
Con estas premisas de 'road-movie' sin carreteras (la mayor parte del viaje transcurre por tortuosas pistas de nieve, entre abetos, hoces y barrancos), Rune Denstad Langlo debuta en la dirección de largometrajes de ficción con 'North', tras una interesante carrera como documentalista. Cuenta con un actor, Anders Beasmo Christiansen con recursos de histrión superdotado. Enganchada a la estela de joyas como 'Una historia verdadera', aquel fogonazo parido por el a menudo farragoso y embebido de ego David Lynch, la cinta noruega, a concurso en Tribeca, habla con sigilo de las noches en blanco, del dolor y la pérdida, la redención y el viaje.
Película estimable, de sobria y fiera belleza, 'North' atesora, descontado el inmenso Christiansen, un fabuloso elenco de secundarios, una galería de zumbados, niñas solitarias y viejos suicidas que enriquece sus setenta y ocho minutos con historias de supervivencia bajo la escarcha, a ratos patéticas, a ratos tristísimas y a ratos hilarantes.
Viéndola confirmas que, llegado el caso, enclaustrados cerca del paralelo 65, el alcohol, las malditas drogas, a veces ofrecen tan grata compañía como los 'huskies', que la música 'country' encaja como una malla exacta en ese paisaje desolado (algo que siempre sospechaste escuchando 'North to Alaska', el clásico de Johnny Horton), y que las distancias entre el Dead Horse Point State Park y el Arches National Park (ambos en Utah), donde Ridley Scott rodó 'Thelma y Louise', y el Polo Norte, son mínimas. Siempre y cuando dirija un tipo tan inspirado como Langlo.
Transformado en un treintañero solitario, hasta el culo de pastillas, titirita cuando siente en su cogote el resuello del ajado esplendor en la hierba. Hasta que el regreso de un amigo, aquel por el que su desbordada novia, harta de lidiar con el monstruo de la depresión, lo abandonó, reactivará su vida. Tras enterarse de que ella concibió a un hijo suyo, y de que ha rehecho su vida como madre soltera, Jomar camina por el archivo duro de los recuerdos, prende fuego a la caseta y decide concederse una oportunidad. En moto de nieve, a ratos argollado por el frío, azotado por la inclemente luminosidad del Ártico, y a través de casi mil kilómetros, recorrerá Noruega para alcanzar las cercanías del Círculo Polar Ártico, en busca de su chica y del pequeño heredero.
Con estas premisas de 'road-movie' sin carreteras (la mayor parte del viaje transcurre por tortuosas pistas de nieve, entre abetos, hoces y barrancos), Rune Denstad Langlo debuta en la dirección de largometrajes de ficción con 'North', tras una interesante carrera como documentalista. Cuenta con un actor, Anders Beasmo Christiansen con recursos de histrión superdotado. Enganchada a la estela de joyas como 'Una historia verdadera', aquel fogonazo parido por el a menudo farragoso y embebido de ego David Lynch, la cinta noruega, a concurso en Tribeca, habla con sigilo de las noches en blanco, del dolor y la pérdida, la redención y el viaje.
Película estimable, de sobria y fiera belleza, 'North' atesora, descontado el inmenso Christiansen, un fabuloso elenco de secundarios, una galería de zumbados, niñas solitarias y viejos suicidas que enriquece sus setenta y ocho minutos con historias de supervivencia bajo la escarcha, a ratos patéticas, a ratos tristísimas y a ratos hilarantes.
Viéndola confirmas que, llegado el caso, enclaustrados cerca del paralelo 65, el alcohol, las malditas drogas, a veces ofrecen tan grata compañía como los 'huskies', que la música 'country' encaja como una malla exacta en ese paisaje desolado (algo que siempre sospechaste escuchando 'North to Alaska', el clásico de Johnny Horton), y que las distancias entre el Dead Horse Point State Park y el Arches National Park (ambos en Utah), donde Ridley Scott rodó 'Thelma y Louise', y el Polo Norte, son mínimas. Siempre y cuando dirija un tipo tan inspirado como Langlo.