Diagonal
Dentro de los presupuestos para el próximo año fiscal anunciados por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, la investigación y desarrollo (I+D) militar tiene una posición destacada. De los 147.000 millones de dólares que el gobierno dedicará a I+D, 80.000 se asignarán al Departamento de Defensa. Le siguen Sanidad, con 30.000 millones; la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), con 11.000; y Energía, con 10.000.
Además, otras partidas de I+D con fines militares aparecen asignadas fuera del Departamento de Defensa, como es el caso de la investigación de armas nucleares, que corre a cargo del Departamento de Energía. Esto hace que el total de la investigación militar en EE UU tenga un presupuesto de unos 84.000 millones de dólares, un 57% del total previsto para el año 2010. Esta cantidad supone un 2% menos que el año anterior. Este descenso “se debe a recortes en programas de desarrollo de armas de poca prioridad”. Según el propio Gobierno de EE UU, las líneas de investigación que se quieren acelerar son: “el desarrollo de nuevas vacunas, fármacos e instalaciones para biodefensa, y monitorizar la no proliferación nuclear para prevenir la llegada de armas de destrucción masiva”. Según los documentos publicados por el Pentágono, otros ejemplos de los programas que se potenciarán este próximo año son:
La investigación en “tecnologías de energía dirigida” –armas que concentran una gran cantidad de energía en una dirección, una especie de “arma de rayos”– que pasa de un presupuesto de 62,7 millones a 105,7.
El programa de “desarrollo de capacidades de ataque rápido global” –armas capaces de atacar cualquier punto del planeta en unas pocas horas– cuyo presupuesto salta de 74,1 millones a la cifra de 166,9. “Presupuestos fantasma” Dentro del presupuesto militar anunciado por Obama para 2010 encontramos un hecho sorprendente.
Se han aumentado de manera espectacular los “presupuestos fantasma”, las partidas secretas dedicadas a financiar programas y actividades clasificadas. El total dedicado a estos presupuestos fantasma es de, al menos, 50.000 millones de dólares, mientras que el año pasado fueron 32.000. Esta cifra es la más alta de la historia, alcanzando una cantidad similar a los presupuestos totales de defensa de países como Reino Unido, China o Francia. Dentro de los presupuestos fantasma, 17.700 millones están dedicados a I+D, un 22% del presupuesto de investigación del Departamento de Defensa.
Históricamente, los programas de investigación clasificados han desarrollado tecnologías como satélites de reconocimiento o aviones de combate. Debido a las restricciones en el acceso a estos programas y a las dificultades del Congreso para hacer un seguimiento de éstos, es imposible saber con exactitud en qué ni cómo se está gastando el dinero invertido en ellos, y muchos de estos programas de Investigación y Desarrollo han resultado grandes fiascos. Un ejemplo reciente es el programa Future Imagery Architecture, que debía desarrollar la siguiente generación de satélites espía. Debido a cuestiones técnicas el programa fue suspendido provocando unas pérdidas de 4.000 millones de dólares.
La fuerza aérea, la favorita
Como en el pasado, la Fuerza Aérea ha recibido la mayor parte de estos fondos, más de un 80%, ya que se cree que es la responsable de subvencionar a las agencias de inteligencia estadounidenses (CIA, NSA y NRO), así como de los satélites de reconocimiento y espionaje, que tienden a ser programas fuertemente clasificados. 12.000 millones de fondos clasificados están dedicados a los programas de investigación de la Fuerza Aérea (un 43% de su presupuesto de I+D).
Además de las cantidades conocidas de los presupuestos fantasma, en algunas partidas militares ni siquiera se especifica la cantidad destinada. Algunos ejemplos son el “Apoyo de Inteligencia para Operaciones de Información”, la “Iniciativa de Ciber-Seguridad” de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés). La NSA es la agencia encargada del control de la información transmitida por cualquier medio de comunicación, y está detrás de la red de espionaje ECHELON, diseñada para interceptar comunicaciones a través de internet, teléfono, fax, radio y satélite a lo largo de casi todo el mundo, además, incluye análisis automático y clasificación de las interceptaciones.
¿Dónde va todo este dinero?
Es imposible saberlo con seguridad. Aparentemente, gran parte, si no toda, de las agencias norteamericanas de inteligencia están financiadas por los “presupuestos fantasma”. Por otra parte, según la compañía de noticias Congressional Quaterly, especializada en el congreso estadounidense, una cantidad no especificada de fondos va a parar a un programa de desarrollo de satélites espía “electro- ópticos”, que recogen información recorriendo el espectro electromagnético. Aunque el coste de este programa es secreto, se estima que será de varios miles de millones de dólares. Otros proyectos en los que trabajan son aviones de combate no tripulados o software para el procesamiento de datos de vigilancia y reconocimiento.
Además, otras partidas de I+D con fines militares aparecen asignadas fuera del Departamento de Defensa, como es el caso de la investigación de armas nucleares, que corre a cargo del Departamento de Energía. Esto hace que el total de la investigación militar en EE UU tenga un presupuesto de unos 84.000 millones de dólares, un 57% del total previsto para el año 2010. Esta cantidad supone un 2% menos que el año anterior. Este descenso “se debe a recortes en programas de desarrollo de armas de poca prioridad”. Según el propio Gobierno de EE UU, las líneas de investigación que se quieren acelerar son: “el desarrollo de nuevas vacunas, fármacos e instalaciones para biodefensa, y monitorizar la no proliferación nuclear para prevenir la llegada de armas de destrucción masiva”. Según los documentos publicados por el Pentágono, otros ejemplos de los programas que se potenciarán este próximo año son:
La investigación en “tecnologías de energía dirigida” –armas que concentran una gran cantidad de energía en una dirección, una especie de “arma de rayos”– que pasa de un presupuesto de 62,7 millones a 105,7.
El programa de “desarrollo de capacidades de ataque rápido global” –armas capaces de atacar cualquier punto del planeta en unas pocas horas– cuyo presupuesto salta de 74,1 millones a la cifra de 166,9. “Presupuestos fantasma” Dentro del presupuesto militar anunciado por Obama para 2010 encontramos un hecho sorprendente.
Se han aumentado de manera espectacular los “presupuestos fantasma”, las partidas secretas dedicadas a financiar programas y actividades clasificadas. El total dedicado a estos presupuestos fantasma es de, al menos, 50.000 millones de dólares, mientras que el año pasado fueron 32.000. Esta cifra es la más alta de la historia, alcanzando una cantidad similar a los presupuestos totales de defensa de países como Reino Unido, China o Francia. Dentro de los presupuestos fantasma, 17.700 millones están dedicados a I+D, un 22% del presupuesto de investigación del Departamento de Defensa.
Históricamente, los programas de investigación clasificados han desarrollado tecnologías como satélites de reconocimiento o aviones de combate. Debido a las restricciones en el acceso a estos programas y a las dificultades del Congreso para hacer un seguimiento de éstos, es imposible saber con exactitud en qué ni cómo se está gastando el dinero invertido en ellos, y muchos de estos programas de Investigación y Desarrollo han resultado grandes fiascos. Un ejemplo reciente es el programa Future Imagery Architecture, que debía desarrollar la siguiente generación de satélites espía. Debido a cuestiones técnicas el programa fue suspendido provocando unas pérdidas de 4.000 millones de dólares.
La fuerza aérea, la favorita
Como en el pasado, la Fuerza Aérea ha recibido la mayor parte de estos fondos, más de un 80%, ya que se cree que es la responsable de subvencionar a las agencias de inteligencia estadounidenses (CIA, NSA y NRO), así como de los satélites de reconocimiento y espionaje, que tienden a ser programas fuertemente clasificados. 12.000 millones de fondos clasificados están dedicados a los programas de investigación de la Fuerza Aérea (un 43% de su presupuesto de I+D).
Además de las cantidades conocidas de los presupuestos fantasma, en algunas partidas militares ni siquiera se especifica la cantidad destinada. Algunos ejemplos son el “Apoyo de Inteligencia para Operaciones de Información”, la “Iniciativa de Ciber-Seguridad” de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés). La NSA es la agencia encargada del control de la información transmitida por cualquier medio de comunicación, y está detrás de la red de espionaje ECHELON, diseñada para interceptar comunicaciones a través de internet, teléfono, fax, radio y satélite a lo largo de casi todo el mundo, además, incluye análisis automático y clasificación de las interceptaciones.
¿Dónde va todo este dinero?
Es imposible saberlo con seguridad. Aparentemente, gran parte, si no toda, de las agencias norteamericanas de inteligencia están financiadas por los “presupuestos fantasma”. Por otra parte, según la compañía de noticias Congressional Quaterly, especializada en el congreso estadounidense, una cantidad no especificada de fondos va a parar a un programa de desarrollo de satélites espía “electro- ópticos”, que recogen información recorriendo el espectro electromagnético. Aunque el coste de este programa es secreto, se estima que será de varios miles de millones de dólares. Otros proyectos en los que trabajan son aviones de combate no tripulados o software para el procesamiento de datos de vigilancia y reconocimiento.