Josele Santiago y sus menudencias, "Loco encontrao" (2008)

KEPA ARBIZU
Lumpen


Una vez editado su tercer disco en solitario, “Loco encontrao”, parece tiempo de analizar a Josele Santiago sin la rémora de haber formado parte de uno de los grupos españoles más excitantes y salvajes ,“Los Enemigos”, sobre todo teniendo en cuenta que queda bien a las claras que ha construido un sonido con unas características muy particulares (ya apuntadas en su anterior trabajo, “Garabatos”) como es, por ejemplo, la importancia que cobran la guitarra acústica y el piano convirtiéndose en principal acompañamiento con la función de abarcar un abanico amplísimo de sonidos, desde el jazz al rock pasando por el swing.

Para elaborar el disco de nuevo cuenta con su ahora inseparable colaborador Pablo Novoa y las guitarras de David Krahe entre otros. A la hora de analizar el contenido son igual de relevantes los aspectos musicales como los vitales, como el mismo Josele se afana en aclarar. La tranquilidad, el sosiego y cierto optimismo a la hora de enfrentarse a la realidad queda nítidamente reflejado en, por ejemplo, “Baila el viento”, donde sentencias del estilo “Qué placer tan hondo respirar” y el adorno del alegre coro femenino corrobora las nuevas coordenadas personales del otrora cínico cantante. Justo seguido aparece el momento más emocionante del disco, “Vuelo de volar”, canción simplemente perfecta dedicada a los compañeros de profesión desaparecidos (Kike Turmix, Poch, Guille Martín, etc…) pero que hace extensibles a todos los que han pasado por su vida. Un momento verdaderamente emotivo que acongoja casi de la misma manera que desprende cierta serenidad gracias entre otras cosas a un estribillo orquestado al máximo y que nos lleva hasta el clímax de la canción. También hay lugar para composiciones algo más rockeras como es el caso de “Fotocopia” que bien parece el reverso amable de la canción ”Hasta el lunes” de su extinto grupo. No hay que pasar por alto la mezcla de ternura y crudeza que se encuentra en “Fresa y limón” ni el homenaje a Fats Waller (artista que sirve como perfecto ejemplo del nuevo rumbo musical del madrileño) transformando una de sus canciones (Ain’t misbehavin) en una suerte de homenaje castizo (Siendo güeno).

Disco, por lo tanto, que evidencia el actual sitio de Josele Santiago, cercano a las composiciones de Lapido, Quique González o Santi Campos y cada vez menos atado a su pasado “enemigo”. Con todo, uno no puede dejar de lado que sigue sin superar su debut (“Las golondrinas etcétera”) mucho más ecléctico y desordenado pero repleto de fuertes sensaciones.