Con el corazón en un puño (Marianne Faithfull, "Easy come,easy go")

MANUEL DE LA FUENTE
ABC



Que por tus venas corra (aunque sea poca) la sangre del barón Leopold Von Sacher-Masoch, cuyo apellido dio origen al término masoquismo, y autor de un libro tan inquietante como La venus de las pieles, debe imprimir carácter, aunque sea malo. La familia siempre tira y Marianne Faithfull estuvo a punto de tirar su vida por la ventana más de una vez. Ahora, maldice con convicción bíblica los sesenta cuando se le pregunta, pero en la década prodigiosa se entregó en cuerpo (generosamente) y alma (y en vena) a la causa de beberse la vida a grandes tragos, a menudo indigestos.

Fue amiga (y algo más) de Jagger, Richards, Brian Jones, Anita Pallenberg (novia de Keith y Brian, tanto monta, monta tanto), la pillaron en cueros (al pie de la letra, en una redada de la poli en casa de Richards, apenas cubierta con una estola de piel) y fue la cara bonita (muy, pero que muy bonita) de aquel sueño llamado el Swinging London, sueño que se hizo añicos al ver en su espejito, espejito, demasiados egos, demasiadas marchas (a menudo forzadas) y tanta aguja de marear los paraísos artificiales. Pero, como diría la propia Marianne, de eso hace long, long time ago, mucho, pero que muchísimo tiempo, y la Faithfull hace bastante que ya no lo pierde (el tiempo) en búsquedas imposibles y picotazos más o menos coléricos.

Un toque de distinción. En su voz, más curtida que las botas de un trampero de Wyoming, cauterizada por los más amargos cócteles, sigue existiendo ese regusto de cantante de entreguerras (Marianne siempre bordó el repertorio de Kurt Weill y Bertolt Brecht), con su estilo, su carisma y sus toques y retoques de distinción.

Definitivamente, parecen olvidados los malos tragos (aunque hace un par de años sufrió un cáncer de mama) y Marianne Faithfull firma desde hace varias temporadas discos que son nuevas perlas engarzadas en la diadema del mejor pop de ahora y de casi siempre.

Como su nuevo y recién editado álbum, Easy come, easy go, que ha sido producido por Hal Wilner, alguien que entiende a la perfección los registros de Faithfull, con la que ya trabajó anteriormente en Strange Weather y Blazing away. Marianne tiene, además, el suficiente bagaje, la experiencia y la clase como para poder interpretar un cancionero a su completo antojo, que puede solazarse en las tonalidades de un jazz atemporal, como en los dulces meandros del folk, o el pop de última generación.

Tripulación de fiar. Es una mujer atenta, por lo que la nómina de la tripulación que ha contribuido a su nuevo periplo es tan heterogénea como absolutamente de fiar. En el disco, de alta intensidad emocional, de pasiones y desgarraduras, de atmósferas y climas, Faithfull ha elegido partituras en negro de gente como Billie Holiday y Bessie Smith; en clave campera, del forajido Merle Haggard y de Dolly Parton; pero también piezas de otras generaciones como The Decemberists y Morrisey. Además de ellos, Marianne ha sentado a su lado en el estudio a otro buen puñado de nombres muy propios del rock y el folk de entonces y de ahora. Por aquí anda Keith Richards, que no se pierde una cuando Marianne está de por medio. Pero también el tremendo Antony, y Jarvis Cocker (Pulp), Sean Lennon, Cat Power, Nick Cave y Rufus Wainwright, que se ha traído desde Canadá a su tía y su madre, Kate y Anna McGarrigle, dos de las grandes voces del folk de todo tiempo y lugar.

Easy come, easy go es un álbum de grandes hechuras artísticas, profundo y sereno, revestido de sabia belleza (cuenta con varias ediciones: un cd con diez canciones; un doble cd con 18 temas y un DVD que incluye una entrevista con Marianne Faithfull, además de otra edición en vinilo con las 18 canciones.) Testimonio de una gran dama del rock, de una mujer que canta desde un alma malherida, desde un corazón cosido a cornadas. Marianne fue la cara más bonita de la adolescencia del pop. Sus arrugas y el desgarro de su voz son ahora el rostro de una música que se ha hecho mayor, pero no vieja, que se eleva y renace sobre sus propias cicatrices.