Homenaje de creadores de todo el mundo a Martin Luther King, El Quijote americano


ANNA GRAU
ABC



Cae una hermosa nevada en Nueva York este tercer lunes de enero, fiesta federal en honor de Martin Luther King Jr. Aunque fiesta federal lógicamente significa -o debería- que es fiesta en todo el país, durante muchos años hubo partes de Estados Unidos que se resistieron como gato panza arriba a celebrarla. El último estado rebelde (Carolina del Sur) no claudicó hasta el 17 de enero de 2007. Más tarde de que el alcalde de la ciudad japonesa de Hiroshima, Tadatoshi Akiba, eligiera esta fecha tan señalada para honrar la lucha pacífica por los derechos humanos y civiles.

Este es sólo un ejemplo de cómo a veces los héroes de un país no le pertenecen sólo a él. Cuando hace dos años Cristóbal Gabarrón, presidente de la Fundación Gabarrón, con sede (entre otras) en Nueva York pero con origen en España, empezó a buscar apoyos para un homenaje artístico de gran magnitud a la figura de Martin Luther King Jr. seguramente no se imaginaba lo que se iba a encontrar. Seguramente ni en sus más audaces sueños se esperó que el «I Have a Dream» movilizara tanto, y hasta el último rincón del planeta.

Nadie lo esperaba

Para empezar hace dos años nadie esperaba que la inauguración de esta exposición en Nueva York se produciría sólo un día después de la toma de posesión de Barack Obama en Washington. «Esto le ha dado una nueva relevancia y significación», constata, y añade que «estoy convencido que el reto de la actualización del mensaje de King que lanzamos a los artistas y pensadores participantes en su día, tendría hoy una nueva lectura».

Salvando las distancias, pasó un poco como con la misma candidatura de Obama: la exposición creció y creció y creció, hasta devenir un movimiento de masas artísticas, ávidas de expresarse. Hablamos de setenta artistas plásticos que han aceptado el reto de reinterpretar el «Yo tengo un sueño» de Martin Luther King, cuarenta y cinco años después de que fuera formulado ante el mismo monumento a Lincoln en el que ahora Barack Obama recoge la antorcha.

En la exposición confluyen muchos amigos de cualquiera que siga el arte contemporáneo español: están Andreu Alfaro, Eduard Arranz Bravo, Cristóbal Gabarrón padre (cuya obra es la génesis de la fundación), Santi Moix, Carme Solé... La abundancia de paletas catalanas se explica por la participación del gobierno catalán y del Ayuntamiento de Sitges, que ha querido imprimir a esta exposición el indomable espíritu modernista del mítico Cau Ferrat de Santiago Rusiñol. Pero hay artistas procedentes de los cinco continentes. Entre ellos Louise Bourgeoise y Marienne Dumas, que han reinado este otoño en Nueva York, la una desde el museo Guggenheim, la otra en el MOMA.

El héroe estadounidense

La mareante suma de todos ellos se expone en The Carriage House Center for the Arts, el magnífico centro cultural que es la sede de la Fundación Gabarrón en Nueva York, bajo la batuta artística del comisario Gabi Serrano y la social de Ted Kheel, presidente del patronato de la Fundación Gabarrón en Nueva York y antiguo colaborador y amigo personal de Martin Luther King Jr. A él se debe la semilla que inspiró la idea de esta exposición, y que surgió hablándole a Cristóbal Gabarrón de la influencia de Gandhi en King y por extensión en toda la lucha civil norteamericana.

¿Significa todo esto que Martin Luther King ya es mucho más que un héroe en Estados Unidos? ¿Que es ya a todos los efectos un motor heroico y cultural para toda la Humanidad, el Quijote norteamericano? Cristóbal Gabarrón padre, el artista, llenó hace tres años Manhattan de esculturas que representaban el Quijote. Cristóbal Gabarrón hijo, el que mueve las montañas de esta exposición, parece ahora haber venido a cobrar una deuda. O a pagarla.