Alunizaje perfecto de la armada offbeat

La generación literaria más transgresora de los últimos años acaba de aterrizar en España. Heidi James, Tony O'Neill y Gerry Feehily ejercen ya de abanderados con sus primeras novelas en castellano

INÉS MARTÍN RODRIGO
ABC




La generación offbeat no tiene reglas y tampoco desea tenerlas. Su desembarco en la industria editorial española, observado con curioso escepticismo (por no decir morbo inquisitivo) desde las alturas literarias, desencadenó una extraña metamorfosis en la que ellos, potenciales alienígenas de la narrativa, se convirtieron en maestros del lenguaje y dejaron su nave espacial aparcada en el bar de la esquina, donde todos terminamos parando.

Heidi James, una joven escritora británica con pinta menuda y una extraordinaria lucidez en la oratoria, ha tenido el excelso honor de abanderar en España el aterrizaje (no forzoso) de una generación que, curiosamente, reniega del sistema al que tanto ha enseñado durante estos escasos días de lecturas y conversación.

Ha recalado en Madrid para presentar su primera novela en castellano, «Carbono» (Ed. El Tercer Nombre), el relato de un personaje que, en palabras de la propia Heidi, «está roto y por eso tiene una sexualidad subversiva, es como el síntoma de una enfermedad». La autora offbeat confiesa que su objetivo era «crear un personaje que se disolviera, que estuviera rompiéndose en pedazos y completamente inmoral». Objetivo alcanzado, pues la lectura de «Carbono» resulta tan explícitamente dolorosa como vehemente para comprender la posición de la mujer en la actual sociedad.

Ausencia de voces femeninas

Una mujer que, para nostalgia (y sucinto cabreo) de Heidi James (feminista confesa y practicante), prácticamente no existe en la generación offbeat salvo en el caso de la propia Heidi y de Adelle Stripe (fundadora del grupo poético «The Brutalists» junto a Ben Myers y Tony O'Neill). No obstante, tras enamorarse de las palabras al escuchar con tres añitos una conversación en la «habitación (nunca) propia» de su abuela y su madre, Heidi decidió dedicarse en cuerpo y sobre todo alma a la escritura.

«Crecí leyendo a Lynn Tillman, Clarice Lispector, Marie Darrieusecq, Angela Carter o Virginia Woolf. Siempre intento comunicar el realismo subjetivo de mis personajes, desestabilizar las modalidades que existen a nivel social, explorar diferentes modos de ser». Exploración que siempre lleva a cabo, con metódica y obsesiva obediencia, entre las nueve y media de la mañana y las cuatro de la tarde, aunque estos días haya visto agradablemente interrumpida su actividad para darnos a conocer «Carbono».

En este paseo literario por nuestro país Heidi James ha ido de la mano de Gerry Feehily, un reciente descubrimiento offbeat de Andrew Gallix (editor de «3:AM Magazine») en Francia cuya primera novela en castellano, «Fiebre», pronto veremos publicada. Sabemos a lo que han venido: «Queremos derribar las barreras que hoy en día existen en el mundo literario y examinar la vida en todas sus formas, lo que significa ser humano. La literatura de masas es decadente e inmmoral, también la española». Y, a juzgar por las señales, lo van a conseguir.

Las señales adecuadas

Una señales que han llegado a oídos de gente tan poco relacionada con la cultura de masas como Matt Elliott (está estos días en nuestro país presentando su último trabajo, «Howling Songs»), Nacho Vegas (recien llegado del «South by South West Festival» tejano), Rafa Cortés (en un break neoyorquino) o el mismísimo José Luis Cuerda. Ellos no fueron los únicos en seguir con atención los primeros pasos de la generación offbeat en España, pues una nutrida legión de no alienados fanáticos de la literatura de calidad escucharon con atención sus palabras, performances y lecturas en Madrid. Todo ello amenizado con música de raíz offbetiana como Primal Scream, The Brian Jonestown Massacre, los Ramones, My Bloody Valentine o The Velvet Underground.

Frescos, demoledores, ofensivos, renovadores, ambiciosos, desaprensivos, sin prejuicios, talentosos, genuinos y enganchados a la más adictiva de las drogas: la literatura. Así es la generación offbeat, privilegiados yonquis de la literatura sin pelos en la lengua. En España hemos sido testigos del aterrizaje de la primera hornada, pero el terremoto offbeat está por llegar.