"Elvis Perkins in Dearland", Elvis Perkins (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen



Tiene que ser duro saber que cada vez que hablen de tu trabajo va a ir irremediablemente acompañado de algún comentario biográfico. No siempre es estrictamente necesario, pero en el caso de Elvis Perkins, su pasado tortuoso, la influencia parcial de éste en su primer trabajo, hace inevitable comentar algo sobre su vida.

Nacido hace treinta y dos años en Manhattan, pertenece a una familia repleta de personas relacionadas con la cultura. Siendo menor de edad fallece su padre, el actor Anthony Hopkins, a causa de SIDA . Su madre, Berry Berenson, conocida fotógrafa de moda, es uno de los muchos fallecidos a consecuencia de los atentados en las torres gemelas. Parece imposible creer que una biografía tan poco convencional no tenga algún poso en su creación musical. Sobre todo cuando su estilo se basa en un folk por momentos trágico.

Con su disco “Ash wednesday”, se convierte en una de las reveleciones del año 2007 gracias a su folk sombrío influenciado por Bob Dylan, Leonard Cohen o Nick Drake. Sobrio, algo monocorde por momentos, aunque no tan poco adornado como puede parecer en ua primera escucha, su estilo adopta tintes trágicos cuando se centra en recordar la memoria materna.

“Elvis in dearland”, su nuevo disco, viene titulado con el nombre del grupo que le acompaña desde hace algún tiempo. Tal vez sea una llamada de atención para intentar dejar atrás su papel de melancólico cantautor y mostrarse ahora como parte de un proyecto común. Aún así, sigue pareciendo que él es quien impone su criterio y su particular visión musical.

Chris Shaw es el encargado de la producción. Acostumbrado a manejar artistas de éxito como Super Furry Animals, Public Enemy, o la última época de Dylan, no encuentra mayor problema para hacerse con un disco que aunque incorpora muchísima sonoridad y estilos muy variados,en ningún momento llega a saturar al oyente.Todo esto ayuda a que, en general, desprenda un ambiente mucho menos catastrofista que su predecesor.

“Shampoo”, la canción que abre el disco, fusiona sin ningún tipo de complejo, y esta es una característica común en muchos temas, un sonido clásico de folk, incluido solo de harmónica, con una manera de cantar muy similar a la de Bob Marley, que impregna todo el tema de un ambiente optimista, cosa que se hace extensible también en “Hey”. “Hours last stand” vuelve a registros pasados, más oscura, con carácter sombrío, suena a melodías de Leonard Cohen. Las canciones que siguen esquemas más clásicos son “Send my fond regards to Lonelyville” y “Chains, chains, chains”, donde se mezclan indistintamente referencias a Dylan, Phil Ochs o Van Morrison. Justo en el lado contrario está la actualización (¿indie?) de la canción folk. En “I’ll be arriving”, su voz aparece distorisioanda, un ritmo general mucho más aspero y decadente al que ayuda el acompañamiento de algo con un sonido similar a una trompeta con sordina. Otro ejemplo del descaro con que mezcla estilos sin ningun prejuicio es “Doomsday”, de ritmo bailable, con sabor popular a base de trombones y demás intrumentos, crea una composición al estilo de otros “desvorganzados” a la hora de combinar como son Clem Snide. “ How’s forever been baby” es el tema perfecto para cerrar, suena sosegada y levemente luminosa.

Elvis Perkins en sus dos discos ha tomado caminos distintos, que no enfrentados, la buena noticia es que en ambas ocasiones ha conseguido un resultado óptimo. Lo que evidencia que estamos ante un gran compositor de canciones. Sólo queda saber por cuál de las dos opciones se decidirá, o tal vez recurra a una nueva para su tercer trabajo.