El quinqui, ¿héroe o delincuente?


ERIKA GOYARROLA
Hoy es arte



Quinquis de los 80. Cine, prensa y calle es un exposición poco convencional que parte del cine de delincuencia que surgió en España entre 1978 y 1985. El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) ha apostado por una exhibición atrevida partiendo de un fenómeno aparentemente marginal, el delincuente juvenil de los años ochenta que, sin embargo, termina convirtiéndose en un héroe callejero.

José Guirau, director de La Casa Encendida (sede que acogerá la exposición en 2010) ha señalado la importancia de las comisarias, Mery Cuesta y Amanda Cuesta, que han sabido tratar el tema con la distancia suficiente para abordar un asunto delicado en el que, en un principio, no es posible un atisbo de estética.

La muestra está formada por los montajes audiovisuales de estas películas que reflejaban la delincuencia juvenil y por otros materiales como documentales de la época, recortes de prensa, fotografías, cómics, vinilos, cassettes, pósters, planos urbanísticos…

El cine quinqui

El cine quinqui es un “género surgido desde la voz de la calle, sin reconocimiento académico” según ha explicado Mery Cuesta, y además, cuenta con unas señas de identidad propias. Es un cine de urgencia que refleja los problemas de la sociedad española a tiempo real y se basa en la prensa sensacionalista y de sucesos de la época. El último viaje, Perros callejeros, Los violadores del amanacer, Los últimos golpes de El Torete, El Pico o Yo, El Vaquilla son algunas de estas películas. Este tipo de cine tuvo un verdadero éxito que contribuyó a la mitificación del quinqui y, de alguna manera, provocó el aumento de delincuentes.

Nacimiento del quinqui

La exposición quiere mostrar cómo se creó el delincuente juvenil de aquellos años y sobre todo su transformación en mito. La situación económica y social de finales de los setenta y el aumento del paro afectaron con una fuerza particular a la juventud de aquellos momentos. Muchos jóvenes quedaron desocupados y sin ninguna perspectiva de mejorar su situación. Además, durante estos años las drogas entraron incontroladamente en el país y la heroína se convirtió en una alternativa a la grave situación social. Como consecuencia, la delincuencia aumentó desorbitadamente creando una gran alarma social. “Algunos jóvenes atrevidos, volcados a la delincuencia para poder pagarse la droga, se convirtieron en pequeños mitos sociales que simbolizaban la gravedad de una situación que amenazaba la cohesión social”, afirma el director del CCCB, Josep Ramoneda. El quinqui provocaba temor y admiración en la sociedad. Los jóvenes delincuentes surgieron por un problema social y económico y provocaron otro; muestran la realidad social de un época.

Otro de los temas de la muestra gira en torno al barrio, el hogar por excelencia del quinqui. Debido al déficit de vivienda barata durante los años sesenta se desarrollaron planes de urgencia social que desembocaron en un urbanismo de baja calidad, mal comunicado y carente de servicios básicos. La muestra ilustra esta situación a partir de planos, fotografías y vídeos de tres barrios españoles muy representativos: La Mina en Barcelona, Otxarkoaga en Bilbao y San Blas en Madrid. También dedica un espacio a los recreativos, formas de ocio de los adolescentes de esta época, que junto con la moda y los videojuegos contribuyeron a una nueva forma de consumo internacional que España no conocía.

La cárcel

Una de las salas recoge el testimonio fotográfico de los motines y las huelgas que se produjeron en las cárceles españolas para reivindicar la abolición de la legislación represiva y de las instituciones penitenciarias franquistas, la reforma del código penal, la depuración de los funcionarios fascistas o la construcción de cárceles más habitables. Además, en este espacio podemos ver las publicaciones que los propios presos elaboraron en prisión y una pequeña exposición de Roberto Francisco Cuesta que reúne 22 fotografías del interior de la cárcel de Carabanchel después de su desalojo en 1999.

La muestra culmina con la reproducción de un mural del pintor Teo Barba de la Parroquia de la Alhóndiga de Getafe (Madrid) en la que José Luis Manzano, protagonista de numerosas películas del cine quinqui, está representado como San Juan en la Última Cena. Una metáfora que resume el sentido general de la mitificación del quinqui que esta valiente exposición ha querido dar.