KEPA ARBIZU
Lumpen
No es ninguna exageración decir que Elvis Costello es actualmente uno de los tres músicos de rock más importantes y que tendrá un puesto privilegiado en la historia de dicho género. Por eso no es de extrañar que cada uno de sus lanzamientos requiera gran atención por parte del aficionado dada la alta probabilidad de encontrarse con algo más que interesante.
Ponerse a enumerar, y explicar, las bondades de este músico inglés llevaría muchísimo tiempo y espacio. Lo que verdaderamente es destacable a día de hoy, aparte de su espectacular currículum de canciones y discos soberbios, es que pasados los años, sigue destilando pasión por la música. Sus innumerables colaboraciones, sus saltos estilísticos sin ningún tipo de complejo (del jazz al country, pasando por el soul, la new wave e incluso la ópera) son un ejemplo de alguien que vive por este arte y que quiere sacarle hasta la última gota.
En esta ocasión, con motivo de su nuevo disco, “Secret, profane and sugarcane”, ha vuelto a contar con T Bone Burnett, conocido hoy en día por su gran labor como productor pero que en los setenta también contó con una carrera propia en la que incluye haber formado parte de la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan. En la actualidad está centrado en sacar el mayor resultado de otros artistas, cosa que sin duda en los últimos tiempos lo ha logrado como atesoran discos tan perfectos como el de Robert Plant y Alison Krauss o la resurrección de B.B. King.
Ambos músicos, Costello y él, ya formaron en los ochenta, bajo seudónimos, un dúo llamado Coward Brothers. Este hecho hizo que su relación se desarrollara en el tiempo y Burnett produjera “Spike” y “King of America”.
Lo primero que llama la atención de este nuevo trabajo es su portada. Sería injusto no detenerse en ella. Realizada por el creador de cómics Tommy Millonaire, condensa en sus ilustraciones los diferentes motivos que se irán tratando a lo largo de las canciones. Un perfecto trabajo a la hora de ilustrar, tanto en la forma, algo barroca pero sin exageraciones, como en el fondo, los tiempos pasados de una América llena de sueños rotos, amores perdidos y paisajes con barcos de vapor.
Musicalmente el disco es un homenaje al country-folk, al igual que ya hiciera con anterioridad en “Almost Blue”. La diferencia es que éste constaba de versiones de otros artistas, mientras que el más reciente, está compuesto casi íntegramente por creaciones propias. Lo que sí guardan en común, y no hay que llevarse a engaño, es que en ninguno hay un acercamiento puro al country , sino al revés, lleva el género campestre a su terreno y allí, eso sí, con gran respeto, lo convierte en suyo.
Para ello se ha rodeado de una banda de músicos especializados en este género, donde destaca el gran Jim Lauderdale en las voces harmónicas y la colaboración puntual de Emmylou Harris (habitual en los últimos tiempos). Los instrumentos que llevan el peso de los temas son los que normalmente lo hacen en este tipo de grabaciones: mandolinas, violines, dobros, etc... Un sonido genuinamente americano y acústico.
Resulta muy curioso que un grupo de canciones, y en cierto modo las que dan un sentido conceptual al álbum, estaban escritas como encargo para realizar una ópera acerca de la vida, en su parte más oscura y desconocida, del escritor infantil Hans Christian Andersen. Se trata de “How deep is the red?”, “She was no good”, “She handed me a mirror” y “Red cotton”. Todas ellas reflejan la cara más dramática del disco, tal vez la menos tradicional musicalmente hablando, y pertenecen a ese tipo de baladas tan impactantes que perfectamente realizaba el músico.
“Complicated shadows” es un tema que ya aparecía en su disco “All this useless beauty”, y que ahora, revisita desproveyéndole de todo carácter eléctrico pero manteniendo su fuerza intacta. “Down among the wines and spirits” es el tema con que se inicia el disco, un aire netamente country, excepcionalmente cantada que hace uno de los puntos fuertes del disco. Cercano al bluegrass se encuentra “Hidden shame”, canción compuesta para Cash que como es lógico lleva su sello. También sobresale la magnifica y potente “My all time doll”, donde Costello interpreta desgarrado un medio tiempo.
“Sulphur to sugarcane” y “The crooked line” son los dos temas coescritos con Burnett, ambas son las que contienen más ritmo, la primera con toques blues y la otra un country-folk bailable donde pone su voz Emmylou Harris. El cierre lo pone “Changing partners”, la única versión, una dedicatoria amorosa que popularizara Bing Crosby.
Aunque sea un tópico, todo indica que a cada escucha que se le da a este disco su calidad va aumentando y que para verdaderamente hacer un análisis justo habría que realizarlo dentro de un tiempo y con distancia. Visto ahora mismo, se trata de un disco muy bueno, repleto de la cara más sentimental y introspectiva de Costello (el año pasado con Momufuku nos ofreció la más gamberra y directa) que sigue demostrando su valía y talento para moverse tan tranquilo por cualquier genero y seguir demostrando que actualmente, hoy, él es el rey.
Ponerse a enumerar, y explicar, las bondades de este músico inglés llevaría muchísimo tiempo y espacio. Lo que verdaderamente es destacable a día de hoy, aparte de su espectacular currículum de canciones y discos soberbios, es que pasados los años, sigue destilando pasión por la música. Sus innumerables colaboraciones, sus saltos estilísticos sin ningún tipo de complejo (del jazz al country, pasando por el soul, la new wave e incluso la ópera) son un ejemplo de alguien que vive por este arte y que quiere sacarle hasta la última gota.
En esta ocasión, con motivo de su nuevo disco, “Secret, profane and sugarcane”, ha vuelto a contar con T Bone Burnett, conocido hoy en día por su gran labor como productor pero que en los setenta también contó con una carrera propia en la que incluye haber formado parte de la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan. En la actualidad está centrado en sacar el mayor resultado de otros artistas, cosa que sin duda en los últimos tiempos lo ha logrado como atesoran discos tan perfectos como el de Robert Plant y Alison Krauss o la resurrección de B.B. King.
Ambos músicos, Costello y él, ya formaron en los ochenta, bajo seudónimos, un dúo llamado Coward Brothers. Este hecho hizo que su relación se desarrollara en el tiempo y Burnett produjera “Spike” y “King of America”.
Lo primero que llama la atención de este nuevo trabajo es su portada. Sería injusto no detenerse en ella. Realizada por el creador de cómics Tommy Millonaire, condensa en sus ilustraciones los diferentes motivos que se irán tratando a lo largo de las canciones. Un perfecto trabajo a la hora de ilustrar, tanto en la forma, algo barroca pero sin exageraciones, como en el fondo, los tiempos pasados de una América llena de sueños rotos, amores perdidos y paisajes con barcos de vapor.
Musicalmente el disco es un homenaje al country-folk, al igual que ya hiciera con anterioridad en “Almost Blue”. La diferencia es que éste constaba de versiones de otros artistas, mientras que el más reciente, está compuesto casi íntegramente por creaciones propias. Lo que sí guardan en común, y no hay que llevarse a engaño, es que en ninguno hay un acercamiento puro al country , sino al revés, lleva el género campestre a su terreno y allí, eso sí, con gran respeto, lo convierte en suyo.
Para ello se ha rodeado de una banda de músicos especializados en este género, donde destaca el gran Jim Lauderdale en las voces harmónicas y la colaboración puntual de Emmylou Harris (habitual en los últimos tiempos). Los instrumentos que llevan el peso de los temas son los que normalmente lo hacen en este tipo de grabaciones: mandolinas, violines, dobros, etc... Un sonido genuinamente americano y acústico.
Resulta muy curioso que un grupo de canciones, y en cierto modo las que dan un sentido conceptual al álbum, estaban escritas como encargo para realizar una ópera acerca de la vida, en su parte más oscura y desconocida, del escritor infantil Hans Christian Andersen. Se trata de “How deep is the red?”, “She was no good”, “She handed me a mirror” y “Red cotton”. Todas ellas reflejan la cara más dramática del disco, tal vez la menos tradicional musicalmente hablando, y pertenecen a ese tipo de baladas tan impactantes que perfectamente realizaba el músico.
“Complicated shadows” es un tema que ya aparecía en su disco “All this useless beauty”, y que ahora, revisita desproveyéndole de todo carácter eléctrico pero manteniendo su fuerza intacta. “Down among the wines and spirits” es el tema con que se inicia el disco, un aire netamente country, excepcionalmente cantada que hace uno de los puntos fuertes del disco. Cercano al bluegrass se encuentra “Hidden shame”, canción compuesta para Cash que como es lógico lleva su sello. También sobresale la magnifica y potente “My all time doll”, donde Costello interpreta desgarrado un medio tiempo.
“Sulphur to sugarcane” y “The crooked line” son los dos temas coescritos con Burnett, ambas son las que contienen más ritmo, la primera con toques blues y la otra un country-folk bailable donde pone su voz Emmylou Harris. El cierre lo pone “Changing partners”, la única versión, una dedicatoria amorosa que popularizara Bing Crosby.
Aunque sea un tópico, todo indica que a cada escucha que se le da a este disco su calidad va aumentando y que para verdaderamente hacer un análisis justo habría que realizarlo dentro de un tiempo y con distancia. Visto ahora mismo, se trata de un disco muy bueno, repleto de la cara más sentimental y introspectiva de Costello (el año pasado con Momufuku nos ofreció la más gamberra y directa) que sigue demostrando su valía y talento para moverse tan tranquilo por cualquier genero y seguir demostrando que actualmente, hoy, él es el rey.