Las polaroids con las que Tarkovski retrató la nostalgia

El director ruso utilizó una Polaroid para preparar su película Nostalgia. Un libro recupera estos apuntes fotográficos


FRANCISCO GÁLVEZ
Soitu



Si hay un artista que ha utilizado la nostalgia como su gran seña de identidad estética ese es Andrei Tarkovski, responsable de adaptar al cine Solaris, obra maestra del escritor polaco de ciencia ficción Stanisław Lem —la película es considerada por muchos la respuesta soviética a la odisea espacial de Kubrick—. Recientemente, la editorial Maia publica ‘Fidelidad a una obsesión’, un libro que recoge las polaroids tomadas por Andrei Tarkovski a modo de apuntes personales instantáneos para el rodaje de su película ‘Nostalgia’, la primera que filmaba fuera de la URSS.

El libro recoge las imágenes que los pasados meses de abril y mayo pudieron verse en la sede de la exposición ‘Luz instantánea. Fotografías, itinerarios y saudades' de la Fundación Luis Seoane en A Coruña, que permitió contemplar por primera vez en España la obra fotográfica del cineasta. El volumen también recopila textos correspondientes a las conferencias sobre Tarkovski impartidas el pasado año en la ‘Casa das Campás’ de Vigo y en el CGAI de A Coruña.

La realización de las imágenes se inició cuando preparaba la película junto al guionista Tonino Guerra —el habitual de Antonioni—. Su amigo italiano le regaló, a petición propia, una cámara polaroid con la cual obtener estas instantáneas, como si se tratara de bocetos. Cabe preguntarse si un artista como Tarkovski, que concedía tanta importancia a la apreciación de los matices lumínicos en sus películas, podía bastarse con unas sencillas tomas realizadas con Polaroid.

No en vano la obra de Tarkovski se caracteriza entre otras cosas por el uso magistral de la iluminación a través de la fotografía. "Él es el maestro del cine como sueño y del sueño que se hace realidad", dijo Bergman sobre él. Quizá la explicación a este enigma haya que buscarla en estas palabras del cineasta ruso: "Siempre he buscado la simplificación: cuanto más sencillo, mejor resulta habitualmente".

Atrapando el recuerdo de la luz

En el intervalo de tiempo que transcurre hasta el inicio del rodaje, Tarkovski regresó a Rusia junto a su familia donde siguió tomando imágenes de su entorno familiar, de su ‘dacha’ en el campo ruso, con el objetivo inicial de ser usadas en la preparación del film.

Como recuerda su hijo Andrej "estas fotografías se convirtieron en el único vestigio tangible de los recuerdos de su tierra, cuando, al final de la realización de Nostalgia, decide permanecer exiliado en Italia", como protesta ante la ‘mala voluntad’ que hacía él y su trabajo dispensaban las autoridades rusas.

La luz que vemos reflejada en sus instantáneas es la misma que impregna sus películas, luz septentrional del Ártico, donde en primavera los rayos del sol parecen no extinguirse nunca, bañando todo en una atmosfera lumínica única. Es la luz de los grandes espacios vacíos de Stalker y de Sacrificio, su testamento fílmico, rodada en la isla sueca de Gotland.

"Recuerdo cuando mi padre cogía su polaroid y se marchaba a pasear, al alba y al ocaso, por las praderas que rodeaban nuestra casa de campo. Se preocupaba por fotografiar cualquier particularidad, por capturar cualquier matiz de luz y de sombra, como si su memoria fuese insuficiente para acogerlo todo y como si tuviese necesidad de aquellas instantáneas para sellar su recuerdo", explica Andrej en el libro.

Lo cierto es que al igual que los bocetos preparatorios de una pintura en ocasiones nos parecen tan sugestivos como el resultado final, en el cine sucede lo mismo con algunas fotografías. Son buena prueba de ello estas imágenes instrumentales de Tarkovski o las polaroids que Sofía Coppola utilizó para orientar al director de fotografía Lance Acord a la hora de realizar la mítica puesta en escena de Lost in Traslation.