"Acquired taste", Delbert McClinton (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




Resultan indescifrables los motivos por los cuales alguien alcanza la fama. Más todavía si nos referimos a un contexto musical. De hecho, si no fuera así, sería inexplicable que Delber McClinton no la haya obtenido hasta la fecha. Ni sus cincuenta años de carrera, ni su envidiable currículum, parecen ser virtudes suficientes de este compositor, guitarrista, excelente armonicista (maestro durante algún tiempo de un joven llamado John Lennon) y cantante.

Sería larguísimo hacer una valoración de sus diferentes discos o las colaboraciones en las que ha participado. Más útil sería, sin duda, acercarse a cualquiera de sus trabajos y descubrir el talento que maneja este tejano. Una auténtica coctelera de estilos que engloba todo lo habido y por haber, jazz, soul, blues, rock, country... Cosa que en absoluto significa que suene desprovisto de personalidad, todo lo contrario, es capaz de moverse libremente por todos ellos con gran enjundia.

Hace cuatro años que no grababa material nuevo, desde aquel, cómo no, brillante “Cost of living”, que por lo menos algo de propaganda tuvo debido a los premios recibidos en esa época. Como ya he dicho, es difícil ponerle una etiqueta a su música. Ha tocado diferentes palos, desde sus inicios con marcado sonido blues hasta la entrada en terrenos country de la mano de otro maestro como Gene Clark. En la actualidad es una suma de eso, y todo lo ejercitado a lo largo del tiempo.

“Acquired taste”, su actual grabación, no experimenta cambios sustanciales. Se puede buscar algún leve matiz diferenciador en el hecho de que tanto musical como conceptualmente estamos ante un disco más reflexivo y melancólico de lo habitual. Para ello ha contado con la banda que en los últimos tiempos le acompaña, Dick 50, aunque también colaboran otros músicos ajenos a ella. El afamado Don Was hace la labor de productor.

Todo comienza con “Mama’s little baby”, un tema juguetón con cierto aire latino sobre todo conseguido por el ritmo que adquiere a la hora de frasear. En “People just love to talk” practica un jazz- swing elegante. Alguno de los momentos más interesantes llegan con esos temas lentos con influencia soul que tan bien realiza. En su vertiente más “blanca”, al estilo de Joe Cocker, por buscar un nombre, están “Never saw it comin’” y “Out my mind”. “Starting a rumor” es una bella canción con un poso sonoro más “negro”, más parecido al que practica, o practicaba, Van Morrison.

“Can’t nobody say I didn’t try” es la representante country del disco. El blues puro llega de la mano de “I need to know”, potentísima canción con resonancias evidentes a Muddy Waters. Siguiendo por la senda más guitarrera aparece “Do it”, con aires que incluyen desde el soul-funk de James Brown hasta la fuerza de Hendrix. También hay espacio para composiciones que perfectamente podrían formar parte de un conjunto más comercial, así sucede con el rock de “When she cries at night” o la sentimental balada “Wouldn’t you think”.

Son muy pocos los músicos que después de cincuenta años mantengan la pasión intocable por hacer canciones. No es buen síntoma para el estado cultural de un lugar obviarles y cerrarles cualquier posibilidad de reconocimiento público. Al margen de todo esto, el legado de McClinton, año a año, sigue aumentando sin grandes tachones en su expediente. “Acquired taste” es un claro ejemplo de ello, además de una colección de estilos y formas con las que el rock nos puede hacer disfrutar.