'Nunca quise ser un crooner''

Entrevista a Jamie Cullum



LUIS LAPUENTE
El Mundo

Menudo y apasionado, Jamie Cullum (Essex, 1979) recuerda a aquellos jóvenes parisinos de los años 50 que habitaron los garitos nocturnos de Saint Germain predicando su amor por el jazz y apurando la vida con actitud rebelde en cada sorbo de aire.

A punto de publicar su cuarto álbum, el soberbio 'The Pursuit', y después de haber trabajado con Clint Eastwood, Cullum ha derrochado amabilidad y buen humor en su fugaz visita promocional a España.

La hoja promocional que distribuye su compañía dice que 'The Pursuit' está infuido desde Cole Porter hasta Rihanna pasando por Aphex Twin. ¿Qué opina de esa definición?

No está mal como etiqueta, pero sí, quizás todos mis discos sean así, muy pop, muy jazz. Además, como interpreto canciones de los tres, lo tenían muy fácil a la hora de explicar el disco (ríe). La verdad es que no me encuentro a gusto con ninguna definición. Desde pequeño, mis gustos han sido muy diversos. Me encantaba Jimi Hendrix, siempre soñé con grabar un álbum en directo tan brutal como su 'Live at Fillmore East'. Recuerdo cuando canté en el Fillmore: antes de salir al escenario me estremecí pensando que Hendrix había pisado ese mismo lugar hace años.

¿Cómo se transformó en un cantante de jazz?

Nunca quise ser un 'crooner', que es más bien un concepto de los años 50. No hay mayor crooner que Sinatra que mi adorado Johnny Hartman. No hago jazz en el sentido estricto del término, pero sí cojo la libertad creativa del jazz para recrear por ejemplo piezas de Portishead. Me gusta sentirme cómodo con las canciones que interpreto, pero no ceñirme a ningún modelo previo sino dejar que respiren en mi voz todas las músicas que me han llegado. Por eso no me interesan nada los tres volúmenes que ha grabado Rod Stewart con standards del jazz y el swing ('The Great American Songbook'); hoy no tiene sentido hacer eso de ese modo porque es música que vivió hace años en otras voces. Me gusta Rod Stewart, pero más cuando se enfanga en el 'rhythm 'n' blues', que es lo que pide su garganta.

¿A qué se refiere con el título del nuevo disco, 'The Pursuit': "La búsqueda"?

Siempre estoy persiguiendo algo, un sonido que aún no encuentro, una música distinta, una vida mejor, más plena, el amor, desde luego. No quiero quedarme anclado en una posición cómoda, quiero experimentar y buscar a mi alrededor. En ese sentido, todos tenemos mucho que aprender de Clint Eastwood, un artista extraordinario, siempre inquieto y en movimiento, que nunca se las ha dado de nada cuando lo ha sido todo, un tipo que te recibe en su casa y te hace sentir cómodo desde el primer momento.

¿Cómo fue tu encuentro con Clint?

Nos presentó su hijo Kyle, con quien yo había coincidido en algún festival porque es músico de jazz. Me llamó, me dijo que le gustaban mis discos y que quería que escribiera con él algo para una película. Así fue como de buenas a primeras me encontré en su casa, sentado al lado de él en su piano y grabando allí mismo el tema de Gran Torino, que acabábamos de componer.

Todo ha sucedido muy deprisa en su carrera. En muy poco tiempo ha pasado de cantar en una banda de aficionados que emulaban a AC/DC a actuar en festivales de jazz con la banda de Count Basie. ¿Su vida personal ha cambiado al mismo ritmo frenético?

Las cosas ocurren casi sin que uno se dé cuenta y no hay que volverse loco, hay que distanciarse y saber colocar tu vida por encima de todo ese vértigo. Me sigue encantando jugar con el ordenador, soy un adicto: siempre llevo uno de bolsillo conmigo. Me gustan The Kinks y los Specials y Miles Davis y Elvis Costello. Y sigo recordando con una sonrisa en los labios el estupendo póster de Sharon Stone que tenía en mi habitación. Me sigue gustando emocionarme con un disco que no conozco, disfrutar con una conversación igual que con un concierto. Y tomarle el pelo a la prensa sensacionalista de mi país, ya sabes, 'The Sun' y toda esa bazofia. Una vez dije en una entrevista que para que la gente no me reconociera y me molestara por la calle, solía disfrazarme de Darth Vader. ¡Y los tipos se lo tragaron y lo publicaron en grandes titulares!