"Babbit", Sinclair Lewis


SARA CORDÓN
ABC




George Babbitt sabe que, aunque su mundo parece perfecto, algo no va bien. Se pregunta si, a pesar de tener un despertador de última generación, la casa que cualquier vecino desearía y hasta un sofisticado encendedor para el coche, necesita construir un garaje más moderno o comprarse un automóvil mejor. Siente un extraño vacío. Tal vez porque no tiene voluntad suficiente para erradicar su único vicio: el tabaco. O puede que tampoco se trate de eso. Solo al llegar la noche, cuando corre en sueños a refugiarse en los brazos de un hada, consigue disfrutar de una verdadera sensación de libertad.

«Babbitt» describe la cotidianeidad del típico empresario norteamericano de 1920. Cuarentón, de aspecto saludable, aunque algo rechoncho, y conservador. Como cualquier otro hombre de la clase media emergente, reparte su tiempo entre el trabajo en una empresa inmobiliaria, las reuniones con sus amigos en el club y su familia. Su mayor atrevimiento en los últimos años consistió en comprar unas gotas alcohol de contrabando saltándose a la torera la ley seca, además de mendigarle a su mujer el permiso para ir de pesca con un amigo. Demasiada adrenalina para una vida tediosa como la suya.

Un buen día, toda esa normalidad parece enrarecerse. Su amigo Paul Riesling, harto de la monotonía de su matrimonio, dispara contra su mujer. Surge entonces en Babbitt un desconocido deseo de rebelión. Comienza a despreciar sus rutinas mecánicas exentas de pasión y trata de romper con todas las buenas maneras que hasta el momento le habían caracterizado. Se busca una amante, sale de juerga y hasta se sorprende a sí mismo defendiendo algunos ideales socialistas. Por más problemas que su nuevo comportamiento le estuviera generando «no podía reconciliarse de nuevo con un mundo que, una vez puesto en duda, resultaba absurdo».

Sinclair Lewis publica en el año 1922 esta novela recreando en la ciudad imaginaria de Zenith un fenómeno que surgió en Estados Unidos en los años precedentes a la Gran Depresión y que resulta tan habitual en nuestras sociedades contemporáneas: la crisis del adulto acomodado. Mediante un realismo descarnado, minucioso y sin tapujos, deambula por la mente de su protagonista. Quedan al descubierto sus aspiraciones más egoístas, sus contradicciones y, sobre todo, un terrible desamparo ante la soledad.

Hoy en día el término «Babbitt» sirve para designar coloquialmente al hombre medio norteamericano. A esa figura que, apoltronada en la comodidad, duda entre luchar por recuperar el espíritu contestatario de la juventud o simplemente dejarse caer sumisamente en la madurez. Como indicó el psicólogo Abraham Maslow, una vez superadas las necesidades más básicas del ser humano, éste desarrolla deseos elevados y por lo tanto, su grado de insatisfacción es también mayor. Este problema que ya anticipaba Lewis es el causante de tantas incertidumbres y depresiones que nos rodean hoy en día. Babbitt es el antecesor de famosos antihéroes contemporáneos como el protagonista de la película American Beauty o el propio Homer Simpson.
Entre tanta confusión, Sinclair Lewis introduce un elemento esperanzador: la posibilidad de una mejora generacional. Babbitt termina confiando en que sus hijos conseguirán alejarse de las estúpidas normas sociales, apariencias y represión a las que él se ha visto abocado. De aquella existencia «tan pulcra y tan neutra como un cubito de hielo artificial».