El rock and roll como salvavidas


Se publica en castellano la autobiografía del líder del grupo Eels, duro testimonio de la supervivencia a través de la música


CARLOS PARDO
Público




"No quiero malgastar tu tiempo con ñoñerías ni chorradas, así que, por respeto a ti, dilecto lector, me ceñiré al estilo más directo". Es la declaración de intenciones de Mark Oliver Everett o E, como firma en sus discos, en Cosas que los nietos deberían saber (Blackie Books, 2009). Antes que la típica autobiografía de músico, con fans, giras y éxito, aunque los haya y E sea uno de los escritores de canciones más prestigiosos de los últimos años, su libro es el testimonio más intenso de un superviviente de una "familia americana disfuncional". Algo a medio camino entre La tormenta de hielo y el humor agridulce de Wes Anderson.

Neil Young. A todas horas

E se crió en la periferia de Was-hington DC, cerca del Pentágono, porque allí trabajaba su padre, Hugh Everett III, hoy famoso creador de la teoría de los universos paralelos, pero entonces un hombre amargado por la falta de reconocimiento.

E comienza a narrar con una escena implacable: encuentra a su padre muerto en la cama, elegante con su traje, "como si simplemente se hubiera sentado para morir". Y, cuando intenta reanimarlo, apunta: "Era la primera vez que teníamos contacto físico".

No será la única adversidad de su vida. Su madre terminará consumida por el cáncer. Y, antes, su hermana mayor Liz, que le puso una y otra vez After the Gold Rush de Neil Young y le enseñó a escaparse a través de la música (y las pastillas y el alcohol), morirá de una sobredosis de barbitúricos.

Luces parpadeantes y otras revelaciones

Tras multitud de maquetas grabadas en el sótano de su casa y vanos intentos de acceder al negocio musical, Everett conoció a John Carter, su mánager, en un autobús en Los Ángeles. Carter le echaba la bronca al conductor por la basura que tenía en la radio y E le secundó. De la relación entre ambos saldrían sus dos primeros discos, A man called E (1992) y Broken Toy Shop (1993), peculiares por su fusión del pop armónico a lo Brian Wilson con el desgarro de Tom Waits, así como los primeros de su banda, Eels: Beautiful Freak (1996) y Electro-Shock Blues (1998), capaz de mezclar blues, folk y loops de hip hop con letras secas, sangrantes y autobiográficas.

Cosas que los nietos deberían saber, juego irónico de alguien que no tiene hijos porque prefiere "empezar por los nietos, que dan menos guerra", también es el título de la canción que cierra el disco Blinking Lights and Others revelations (2005). En esta canción, E se presenta como un superviviente de sus traumáticas relaciones con el sexo opuesto (ver el capítulo Las chicas que me gustan están locas) y de sus tragedias familiares. Pero alguien feliz, al fin y al cabo. "Me gusta hacerme mayor. He necesitado todo este tiempo para empezar a sentirme cómodo siendo quien soy", escribe. La música no es un negocio en este caso, sino una vía de autoconocimiento.

El coyote es el mejor amigo del hombre

E va a desconectar un mes a un centro hippie en medio del bosque. Tiene prohibido hablar con nadie, leer y escribir. De pronto, solo, en medio del bosque, se da cuenta de que un coyote le sigue. Cree que le va a atacar, pero el animal lo mira a los ojos y pasa de largo. E necesita contárselo a alguien, pero no puede y se encierra en el baño para escribirlo todo en un trozo de papel higiénico que tiene a mano.

Esta anécdota explica muy bien la extrañeza y la necesidad de dar testimonio urgente que hay en Cosas que los nietos deberían saber, "uno de los mejores libros jamás escritos por un artista", en palabras de Pete Townshend, de The Who. Un conmovedor manual de supervivencia, aunque uno no haya oído en su vida una canción de Eels.