ALFREDO ROSSO
Con-Secuencias
Durante la primera mitad de los años ’60, el único escollo que tuvieron los Beatles para ejercer un dominio total sobre la escena musical de Estados Unidos fueron los Beach Boys. La banda de los hermanos Brian, Dennis y Carl Wilson, con su primo Mike Love como cantante y un amigo llamado Al Jardine como guitarrista, cautivó a la nación con una receta aparentemente simple: temas que glorificaban el estilo de vida de su nativa California, con su sol omnipresente, la playa, el surf, las chicas bonitas y las picadas de autos. Pero los Beach Boys fueron mucho más que eso. El mayor de los Wilson, a la sazón principal cerebro creativo de la banda, tenía in mente proyectos mucho más ambiciosos para su grupo. Claro que, para llevarlos a cabo, debía variar la receta ganadora que les había hecho vender cientos de miles de discos.
Corría 1965 y Brian Wilson estaba inquieto. El autor de “Surfin USA”, “In my room”, “Fun fun fun” y “California girls”, entre tantos otros hits que habían llevado a los Beach Boys al tope de los rankings de discos más vendidos entre 1962 y 1965, se sentía insatisfecho. Brian estaba creciendo y creía necesario que los Beach Boys crecieran con él y encararan nuevos desafíos, tanto en la música como en la temática de sus letras. Un primer indicio lo dio el álbum “Today”, aparecido en marzo de 1965. Allí había un tema que planteaba esas cuestiones en forma notable: “When I grow up (to be a man)”. Mientras un coro recitaba los números correspondientes a los años de la adolescencia y la temprana juventud, la letra era una sucesión de incógnitas: “Cuando crezca y me haga hombre / ¿me gustarán las mismas cosas que me entusiasmaban cuando niño?... ¿buscaré las mismas cosas en una mujer que me gustaban en una chica? ¿me asentaré rápidamente o querré primero salir por el mundo?” Era sólo el comienzo: Brian, que ya no iba de gira con el grupo sino que permanecía en su casa dedicándose a componer, iba a darle un rumbo totalmente distinto a los Beach Boys a partir del álbum “Pet Sounds”, de 1966. Ese disco, un prodigio de voces, instrumentos, composición y arreglos inusuales, es hoy día ensalzado como el pico artístico de los Beach Boys, pero debemos poner las cosas en su justa perspectiva: cuando el disco apareció originalmente, fue recibido con incomprensión por sus compañeros de grupo, por la grabadora Capitol y, lo que es peor, por buena parte del público tradicional de los Beach Boys que, seguramente, esperaba más de lo mismo, es decir, temas que hablasen de cosas familiares, con finales siempre felices.
Mucho se ha hablado del deterioro de la psique de Brian Wilson por el uso continuado de diversas drogas, más o menos a partir de esta época. Pero todavía no se ha analizado con suficiente profundidad el efecto que le produjo el rechazo de todo un entorno que hasta ese entonces había glorificado su figura. De golpe Brian ya no era más el Señor Éxito; ahora quería experimentar con nuevos sonidos que tenían la virtud de alejar a un público que le había sido fiel a la banda durante casi un lustro. Las relaciones con su sello grabador empezaron a ponerse tirantes y la frágil armonía interna de los Beach Boys también sufrió en consecuencia. Sin embargo, Brian todavía les iba a dar a todos un gusto enorme: el tema “Good vibrations”, que devolvió a los Beach Boys a la cima del ránking en diciembre del ’66 y que está considerado como uno de los mejores singles de todos los tiempos. Al mismo tiempo, Brian trabajaba afanosamente en un nuevo concepto, la obra “Smile”, una obra ambiciosa destinada a hacer palidecer hasta los logros artísticos de “Pet Sounds”. Nunca quedó demasiado claro el por qué fue interrumpida su realización en 1967, cuando ya se habían grabado un buen número de bases y realizado una gran cantidad de arreglos. Muchos atribuyen la cancelación a un colapso nervioso de Brian, otros guardan silencio. Si bien “Smile” tuvo un final feliz casi cuatro décadas más tarde, cuando salió como un disco solista de Brian, en aquel momento la interrupción de las sesiones fue vista como otro síntoma de la debacle del genio Wilson.
Sin embargo, concurrentemente con el “stop” de las sesiones de “Smile”, los Beach Boys continuaron en la nueva órbita que les marcó Brian, y buena parte de la experimentación que había asomado en la obra inconclusa se volcó a la discografía inmediatamente posterior del grupo, con algunos logros francamente notables. El año de 1967, tan prodigioso en discos clásicos de The Beatles, Jefferson Airplane, Pink Floyd y The Jimi Hendrix Experience, fue también el comienzo de una etapa fascinante para los Beach Boys. Sólo que la “nueva cosa” de los Wilson & Cía no tuvo ni por asomo la repercusión y los plácemes que la prensa le otorgó a esos otros contemporáneos. ¿Motivos? Bueno, quizás la principal razón es que el giro artístico que Brian le imprimió al grupo alienó a los viejos fans y, al mismo tiempo, la generación de la contracultura joven no pudo vencer sus prejuicios. Para ellos los Beach Boys eran el sinónimo de la Norteamérica “plástica” y “square”. En 1967 o ‘68 era cool que te viesen con un disco de los BB en tus manos.
Pero ¿qué hay de los discos que vinieron después del malogrado “Smile”? Bueno, he aquí que hay un puñado de joyas que merecen ser descubiertas. En septiembre del ’67 apareció “Smiley Smile”, que contiene algunos de los temas pertenecientes al disco que no fue, pero que en definitiva es otro tipo de álbum. Para empezar contiene el majestuoso “Good vibrations” y su sucesor, otro tema de grandes ambiciones artísticas llamado “Heroes and villains”. Luego hay una buena cantidad de pequeñas gemas. Pequeñas en el sentido literal: temas cortitos centrados en deliciosas armonías vocales y un acidulón acento psicodélico en letras y arreglos: “Vegetables”, “Wind chimes”, “Falls breaks and back to winter”, “Wonderful”. La mayor parte de las veces, las voces aparecen como en susurros, como si fuesen coloridas canciones de cuna; en otras ocasiones, como en “Gettin’ hungry” o “Whistle in” el grupo recuerda sus raíces primales de rock y rhythm and blues en breves y certeras pinceladas.
“Wild Honey”, editado en diciembre del ’67, es decir, apenas tres meses después de “Smiley Smile”, es un disco diferente, una aproximación al soul blanco. Unos Beach Boys más funky, más directos y frontales acuñan uno de los grandes temas de esta etapa, “Darlin’”. Los Beach Boys entrarían en 1968 con un disco tranquilo y accesible, apropiadamente llamado “Friends”. No eran días tranquilos para el grupo, con shows a medio llenar y un Brian impredecible, perdido en los laberintos de su propia mente pero, a pesar de eso o quizás debido a eso, el disco emergente es un abanico de melodías apacibles que revelan una nueva dimensión de la banda. Y a veces, de las sobras y los requechos de simples puede salir un disco notable. Lo supieron los Stones con “Tattoo You” y lo descubrieron los Beach Boys con “20/20”, que salió en enero de 1969 y que, básicamente se armó en base a un puñado de temas que andaban dando vueltas por el campamento Beach Boys. Hasta se dieron el lujo de conseguir dos semi-hits con “Do it again” y “I can hear music”. “20/20” fue compilado en CD junto a “Friends” y se entiende la lógica, porque ambos discos muestran unos Beach Boys deseosos de ampliar su paleta musical hacia otros rumbos. El pop-rock simple de los primeros tiempos y la sofisticación post-Pet Sounds se mezclan con algo de soul de ojos azules con el denominador común de las sempiternas armonías para concretar un álbum cuya falta de pretensión es engañosa, ya que –en última instancia- “20/20” es la prueba de que a veces menos puede ser más. Temas cortos, sencillos pero efectivos.
Con la llegada de los ’70, los Beach Boys tuvieron nueva compañía discográfica (Reprise, sello distribuidor de la etiqueta del grupo, Brother Records) y habrían de experimentar una renovación creativa con su siguiente álbum, “Sunflower”. Lo que es igual de importante: los Beach Boys vuelven a trabajar como una banda, una especie de “uno para todos y todos para uno”. Una de las gratas sorpresas de este disco es la emergencia de Dennis Wilson y del reemplazante de Brian en los shows del grupo, Bruce Johnstone, como compositores. Por otra parte, el sonido, los arreglos, el fluir todo de “Sunflower” son evidencia de una banda que todavía tenía mucho para entregar. Este envión creativo iba a continuar en “Surf’s Up”, de 1971”, que además de contener otro de las esquirlas del malogrado “Smile” en el tema/título, traía material poderoso, como “Disney girls (1957)”, de Johnstone, un tema ecológico de Al Jardine y Mike Love llamado “Don’t go near the water” y una muestra de conciencia social en la adaptación del “Riot in cell block #9” de Jerry Leiber y Mike Stoller, aquí rebautizado, con nueva letra, como “Student demonstration time”.
El regreso a las raíces de rock y pop que produjo “Carl and the Passions – So Tough” (1972) tardó en ser apreciado pero para quienes lo aborden hoy día vale la pena recomendar temas como “Marcella” y “You need a mess of help to stand alone”. Sin embargo, no querría cerrar esta entrada sobre estos años experimentales y artísticamente audaces de los Beach Boys sin mencionar “Holland” (1973). Es un curioso álbum para cuya grabación la banda en pleno, con sus respectivas familias, se trasladó a Holanda, buscando un notorio cambio de aires y de inspiración. El resultado fue positivo. No sólo porque acuñaron otro de sus semi-hits de principios de los ’70 con “Sail on sailor” y “The trader”, sino porque el álbum demuestra un alto grado de sofisticación y búsqueda de nuevos caminos, por ejemplo con la suite llamada “California saga”.
Los seis años que van del ’67 al ’73 vieron a los Beach Boys crear una música creativa y diferente. Por los motivos ya comentados, su repercusión comercial iba en forma inversamente proporcional a su originalidad. Sin embargo, el destino de la banda iba a experimentar un cambio radical en 1974, cuando su viejo sello Capitol publicó un álbum doble (hoy día se consigue en un solo CD) llamado “Endless Summer”, conteniendo todos los grandes hits de la primera parte de los ’60. Superando todas las expectativas, el álbum se mantuvo en la cima del ránking estadounidense durante largos meses, revitalizando la carrera del grupo, que siguió editando discos y realizando actuaciones en vivo hasta bien entrados los años ’80, hasta que la muerte de Dennis y Carl Wilson y las diferencias entre los restantes miembros dividieron a la banda original. A todo esto, Brian Wilson recuperó un efectivo control sobre su carrera, editó por fin “Smile” en 2004 y ha continuado activo hasta el presente, al igual que una versión de los Beach Boys con Mike Love y Bruce Johnstone. Pero la historia de los Beach Boys a partir de 1975 la dejamos para otro día y otra entrada. Por ahora me despido recomendando la audición de todo lo que va de “Smiley Smile” a “Holland”. Vale la pena.
Corría 1965 y Brian Wilson estaba inquieto. El autor de “Surfin USA”, “In my room”, “Fun fun fun” y “California girls”, entre tantos otros hits que habían llevado a los Beach Boys al tope de los rankings de discos más vendidos entre 1962 y 1965, se sentía insatisfecho. Brian estaba creciendo y creía necesario que los Beach Boys crecieran con él y encararan nuevos desafíos, tanto en la música como en la temática de sus letras. Un primer indicio lo dio el álbum “Today”, aparecido en marzo de 1965. Allí había un tema que planteaba esas cuestiones en forma notable: “When I grow up (to be a man)”. Mientras un coro recitaba los números correspondientes a los años de la adolescencia y la temprana juventud, la letra era una sucesión de incógnitas: “Cuando crezca y me haga hombre / ¿me gustarán las mismas cosas que me entusiasmaban cuando niño?... ¿buscaré las mismas cosas en una mujer que me gustaban en una chica? ¿me asentaré rápidamente o querré primero salir por el mundo?” Era sólo el comienzo: Brian, que ya no iba de gira con el grupo sino que permanecía en su casa dedicándose a componer, iba a darle un rumbo totalmente distinto a los Beach Boys a partir del álbum “Pet Sounds”, de 1966. Ese disco, un prodigio de voces, instrumentos, composición y arreglos inusuales, es hoy día ensalzado como el pico artístico de los Beach Boys, pero debemos poner las cosas en su justa perspectiva: cuando el disco apareció originalmente, fue recibido con incomprensión por sus compañeros de grupo, por la grabadora Capitol y, lo que es peor, por buena parte del público tradicional de los Beach Boys que, seguramente, esperaba más de lo mismo, es decir, temas que hablasen de cosas familiares, con finales siempre felices.
Mucho se ha hablado del deterioro de la psique de Brian Wilson por el uso continuado de diversas drogas, más o menos a partir de esta época. Pero todavía no se ha analizado con suficiente profundidad el efecto que le produjo el rechazo de todo un entorno que hasta ese entonces había glorificado su figura. De golpe Brian ya no era más el Señor Éxito; ahora quería experimentar con nuevos sonidos que tenían la virtud de alejar a un público que le había sido fiel a la banda durante casi un lustro. Las relaciones con su sello grabador empezaron a ponerse tirantes y la frágil armonía interna de los Beach Boys también sufrió en consecuencia. Sin embargo, Brian todavía les iba a dar a todos un gusto enorme: el tema “Good vibrations”, que devolvió a los Beach Boys a la cima del ránking en diciembre del ’66 y que está considerado como uno de los mejores singles de todos los tiempos. Al mismo tiempo, Brian trabajaba afanosamente en un nuevo concepto, la obra “Smile”, una obra ambiciosa destinada a hacer palidecer hasta los logros artísticos de “Pet Sounds”. Nunca quedó demasiado claro el por qué fue interrumpida su realización en 1967, cuando ya se habían grabado un buen número de bases y realizado una gran cantidad de arreglos. Muchos atribuyen la cancelación a un colapso nervioso de Brian, otros guardan silencio. Si bien “Smile” tuvo un final feliz casi cuatro décadas más tarde, cuando salió como un disco solista de Brian, en aquel momento la interrupción de las sesiones fue vista como otro síntoma de la debacle del genio Wilson.
Sin embargo, concurrentemente con el “stop” de las sesiones de “Smile”, los Beach Boys continuaron en la nueva órbita que les marcó Brian, y buena parte de la experimentación que había asomado en la obra inconclusa se volcó a la discografía inmediatamente posterior del grupo, con algunos logros francamente notables. El año de 1967, tan prodigioso en discos clásicos de The Beatles, Jefferson Airplane, Pink Floyd y The Jimi Hendrix Experience, fue también el comienzo de una etapa fascinante para los Beach Boys. Sólo que la “nueva cosa” de los Wilson & Cía no tuvo ni por asomo la repercusión y los plácemes que la prensa le otorgó a esos otros contemporáneos. ¿Motivos? Bueno, quizás la principal razón es que el giro artístico que Brian le imprimió al grupo alienó a los viejos fans y, al mismo tiempo, la generación de la contracultura joven no pudo vencer sus prejuicios. Para ellos los Beach Boys eran el sinónimo de la Norteamérica “plástica” y “square”. En 1967 o ‘68 era cool que te viesen con un disco de los BB en tus manos.
Pero ¿qué hay de los discos que vinieron después del malogrado “Smile”? Bueno, he aquí que hay un puñado de joyas que merecen ser descubiertas. En septiembre del ’67 apareció “Smiley Smile”, que contiene algunos de los temas pertenecientes al disco que no fue, pero que en definitiva es otro tipo de álbum. Para empezar contiene el majestuoso “Good vibrations” y su sucesor, otro tema de grandes ambiciones artísticas llamado “Heroes and villains”. Luego hay una buena cantidad de pequeñas gemas. Pequeñas en el sentido literal: temas cortitos centrados en deliciosas armonías vocales y un acidulón acento psicodélico en letras y arreglos: “Vegetables”, “Wind chimes”, “Falls breaks and back to winter”, “Wonderful”. La mayor parte de las veces, las voces aparecen como en susurros, como si fuesen coloridas canciones de cuna; en otras ocasiones, como en “Gettin’ hungry” o “Whistle in” el grupo recuerda sus raíces primales de rock y rhythm and blues en breves y certeras pinceladas.
“Wild Honey”, editado en diciembre del ’67, es decir, apenas tres meses después de “Smiley Smile”, es un disco diferente, una aproximación al soul blanco. Unos Beach Boys más funky, más directos y frontales acuñan uno de los grandes temas de esta etapa, “Darlin’”. Los Beach Boys entrarían en 1968 con un disco tranquilo y accesible, apropiadamente llamado “Friends”. No eran días tranquilos para el grupo, con shows a medio llenar y un Brian impredecible, perdido en los laberintos de su propia mente pero, a pesar de eso o quizás debido a eso, el disco emergente es un abanico de melodías apacibles que revelan una nueva dimensión de la banda. Y a veces, de las sobras y los requechos de simples puede salir un disco notable. Lo supieron los Stones con “Tattoo You” y lo descubrieron los Beach Boys con “20/20”, que salió en enero de 1969 y que, básicamente se armó en base a un puñado de temas que andaban dando vueltas por el campamento Beach Boys. Hasta se dieron el lujo de conseguir dos semi-hits con “Do it again” y “I can hear music”. “20/20” fue compilado en CD junto a “Friends” y se entiende la lógica, porque ambos discos muestran unos Beach Boys deseosos de ampliar su paleta musical hacia otros rumbos. El pop-rock simple de los primeros tiempos y la sofisticación post-Pet Sounds se mezclan con algo de soul de ojos azules con el denominador común de las sempiternas armonías para concretar un álbum cuya falta de pretensión es engañosa, ya que –en última instancia- “20/20” es la prueba de que a veces menos puede ser más. Temas cortos, sencillos pero efectivos.
Con la llegada de los ’70, los Beach Boys tuvieron nueva compañía discográfica (Reprise, sello distribuidor de la etiqueta del grupo, Brother Records) y habrían de experimentar una renovación creativa con su siguiente álbum, “Sunflower”. Lo que es igual de importante: los Beach Boys vuelven a trabajar como una banda, una especie de “uno para todos y todos para uno”. Una de las gratas sorpresas de este disco es la emergencia de Dennis Wilson y del reemplazante de Brian en los shows del grupo, Bruce Johnstone, como compositores. Por otra parte, el sonido, los arreglos, el fluir todo de “Sunflower” son evidencia de una banda que todavía tenía mucho para entregar. Este envión creativo iba a continuar en “Surf’s Up”, de 1971”, que además de contener otro de las esquirlas del malogrado “Smile” en el tema/título, traía material poderoso, como “Disney girls (1957)”, de Johnstone, un tema ecológico de Al Jardine y Mike Love llamado “Don’t go near the water” y una muestra de conciencia social en la adaptación del “Riot in cell block #9” de Jerry Leiber y Mike Stoller, aquí rebautizado, con nueva letra, como “Student demonstration time”.
El regreso a las raíces de rock y pop que produjo “Carl and the Passions – So Tough” (1972) tardó en ser apreciado pero para quienes lo aborden hoy día vale la pena recomendar temas como “Marcella” y “You need a mess of help to stand alone”. Sin embargo, no querría cerrar esta entrada sobre estos años experimentales y artísticamente audaces de los Beach Boys sin mencionar “Holland” (1973). Es un curioso álbum para cuya grabación la banda en pleno, con sus respectivas familias, se trasladó a Holanda, buscando un notorio cambio de aires y de inspiración. El resultado fue positivo. No sólo porque acuñaron otro de sus semi-hits de principios de los ’70 con “Sail on sailor” y “The trader”, sino porque el álbum demuestra un alto grado de sofisticación y búsqueda de nuevos caminos, por ejemplo con la suite llamada “California saga”.
Los seis años que van del ’67 al ’73 vieron a los Beach Boys crear una música creativa y diferente. Por los motivos ya comentados, su repercusión comercial iba en forma inversamente proporcional a su originalidad. Sin embargo, el destino de la banda iba a experimentar un cambio radical en 1974, cuando su viejo sello Capitol publicó un álbum doble (hoy día se consigue en un solo CD) llamado “Endless Summer”, conteniendo todos los grandes hits de la primera parte de los ’60. Superando todas las expectativas, el álbum se mantuvo en la cima del ránking estadounidense durante largos meses, revitalizando la carrera del grupo, que siguió editando discos y realizando actuaciones en vivo hasta bien entrados los años ’80, hasta que la muerte de Dennis y Carl Wilson y las diferencias entre los restantes miembros dividieron a la banda original. A todo esto, Brian Wilson recuperó un efectivo control sobre su carrera, editó por fin “Smile” en 2004 y ha continuado activo hasta el presente, al igual que una versión de los Beach Boys con Mike Love y Bruce Johnstone. Pero la historia de los Beach Boys a partir de 1975 la dejamos para otro día y otra entrada. Por ahora me despido recomendando la audición de todo lo que va de “Smiley Smile” a “Holland”. Vale la pena.