Los “beneficios” de los cursos para parados


Los planes de formación para desempleados reportan ingresos a empresas y centros privados, y el Gobierno los usa para rebajar las cifras del paro. No obstante, los beneficios a los propios desempleados no son tan evidentes

ASAMBLEA DE PARADOS DE MADRID
Diagonal




Sentados en torno a la mesa, los miembros de la asamblea inscritos en cursos para desempleados expresan una opinión unánime: “Los cursos no sirven para nada”.

Pablo lleva toda su vida laboral trabajando en la construcción. Desde hace varios años es gruista. “Ahora me quieren hacer ir a un curso de albañil, pero la grúa está mejor pagada y la categoría laboral es más alta. ¿En qué me va a beneficiar ese curso?”. Paco dice que lo que más le molesta son las declaraciones oficiales: “Se transmite el mensaje de que quien está en paro es un perdedor, porque las personas emprendedoras se forman y montan una empresa. Por supuesto esto es totalmente falso, pero como se repite por todas partes, termina influyendo en la idea que tiene la gente del paro y los propios parados de sí mismos. Parece que la culpa fuera nuestra, porque no somos lo bastante competitivos, pero hace dos años eso no era un problema. Había trabajo para todo el mundo”. Óscar remata la conversación: “Con los cursos nos tienen entretenidos, esperando a ver si la cosa se arregla”.

Un lucrativo negocio

Más allá de la escasa utilidad de algunos cursos, lo cierto es que la compleja estructura que se ha organizado en torno a la formación para el empleo tiene un papel clave en los mecanismos sociolaborales del Estado español. Para unos, centros y empresas privadas, representa un lucrativo negocio. Para otros, como los sindicatos mayoritarios, es una fuente de financiación sin la cual sus burocracias no podrían existir. Y finalmente, para el Gobierno, es la manera más fácil de maquillar las elevadas cifras del paro.

No sale barato, sin embargo. El sistema de financiación de la formación para desempleados es complejo, ya que se nutre de muchas fuentes. Dejando aparte las iniciativas organizadas por ayuntamientos, cabildos, entidades de carácter benéfico, etc., el Gobierno central transfiere una cantidad anual a las comunidades autónomas para cursos de formación y programas de inserción laboral. En 2009 este monto ascendió a más de 2.800 millones de euros, según datos publicados por la Confederación Española de Empresas de Formación (Cecap), la patronal de los centros de enseñanza y formación. A esta cantidad hay que añadir lo que otras entidades, que también reciben sus fondos del Gobierno central, como la Fundación Tripartita, destinan a este fin, cifra que se calcula puede haber llegado hasta los mil millones en el último año. De hecho, se ha gastado tanto dinero que el ministro Celestino Corbacho dio la bienvenida a los planes de la Comisión Europea de adelantar otros 2.000 millones de los fondos de cohesión para reforzar las cuentas del plan de formación.

El reparto de la tarta

Una vez que se ha distribuido el dinero, se gasta a discreción de las comunidades, lo que ha causado tensiones, ya que todos quieren participar en el reparto. Así por ejemplo, se llegó al caso de que la patronal de empresas de enseñanza de Extremadura convocara una movilización en julio para protestar por lo que consideraban era una excesiva participación de los sindicatos en este presupuesto, en detrimento de sus asociados. Por el contrario, en la Comunidad Autónoma de Madrid son las empresas privadas y la Iglesia los más beneficiados. Por ejemplo, cuatro centros salesianos de la comunidad han recibido casi cinco millones y medio de euros de una de las partidas para formación de 2009, cantidad superior a la suma de lo recibido por UGT, FIES, CSI-CSIF y la Universidad Politécnica, y eso sin contar con las demás congregaciones religiosas de la Comunidad de Madrid. A pesar de este gasto, se estima que la mayor parte de las personas desempleadas no reciben formación alguna. Según un estudio de Ceprede, organismo dependiente de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT), menos de un 16% de las personas desempleadas habían recibido algún tipo de formación hasta la fecha de publicación del informe.

Existen razones que animan al Gobierno a destinar cantidades cada vez mayores a la formación de personas desempleadas. La más obvia se refiere al truco que consigue que quienes están recibiendo un curso no aparezcan en las cifras de paro que maneja el Ministerio de Trabajo. Desde febrero de 2008 estas personas, junto con otras categorías, como los jóvenes que buscan su primer empleo, se denominan en la jerga oficial Demandantes de Empleo No Ocupados (DENOS), y no se contabilizan como parados. Esta es la principal razón de que haya un importante desfase entre las cifras del Ministerio de Trabajo y las del Instituto Nacional de Estadística (INE), que no hace estas distinciones. En su última Encuesta de Población Activa, para el tercer trimestre de 2009, el INE da la cifra de 4.123.300 parados, mientras que las cifras de Trabajo contemplan que en diciembre hubo 3.800.000 personas sin empleo.

"Nos tienen entretenidos"

Si bien la diferencia no es atribuible en su totalidad a los desempleados en cursos, sí representan una buena proporción de ésta. La cantidad que los sindicatos mayoritarios reciben del Gobierno para la realización de cursos ha ido en aumento, hasta llegar a ser la parte más importante de sus ingresos. Así, en el último congreso confederal de CC OO, en 2008, se informaba que se había ingresado, en concepto de cotizaciones, una media de 13 millones de euros por año frente a los más de 83 millones ingresados por formación sectorializada en 2009, a la que habría que añadir ingresos similares. Y eso sin contar los ingresos de las fundaciones creadas para gestionar la formación. No es de extrañar, por tanto, que el secretario general de CC OO, Fernández Toxo, haya pedido que la participación en cursos sea condición obligatoria para cobrar la prestación por desempleo.

A la luz de estos datos, las palabras de Óscar cobran un nuevo significado. “Creo que tienen miedo a que los parados nos cabreemos y la montemos. Por eso nos tienen entretenidos, con la esperanza de recibir alguna ayuda, o que después de hacer a un curso las cosas vayan a ir mejor”. Puede ser, pero mientras tanto no falta quien ha encontrado la manera de sacarle partido al problema del paro.