Werner Herzog: ""No soy un superhombre, soy completamente humano"


Werner Herzog. Director. Más de 25 años después del rodaje de 'Fitzcarraldo', publica 'Conquista de lo inútil'


GONZALO DE PEDRO
Público




Pocas películas como Fitzcarraldo (1982) arrastran una leyenda tan maldita. Un rodaje que duró varios años, infernal, sacudido por todos los problemas imaginables para poner en imágenes la historia real de un empeño casi imposible: construir un palacio de la ópera en la selva amazónica peruana. Su director, Werner Herzog (Múnich, 1942), fue anotando, en una letra microscópica, sus impresiones de aquella larga y dolorosa etapa de su carrera. Esas notas en forma de diario se publican ahora bajo el título de Conquista de lo inútil (Blackie Books). Un libro con el cine como excusa. Un viaje por lo más humano de lo inhumano que llega a las librerías españolas.

Dijo que durante 20 años no se atrevió a volver sobre los diarios de rodaje de ‘Fitzcarraldo', ni tan siquiera para leerlos u hojearlos. ¿Qué le llevó a publicarlos?

No fueron 20, sino 26 años los que pasé sin verlos, porque me resultaba duro, doloroso. Quizás sea esa la razón. Conquista de lo inútil no es sólo un libro sobre el rodaje de Fitzcarraldo, el rodaje es una pequeñísima parte de este texto.

¿De qué diría que trata el libro entonces?

No deberías preguntármelo, pero diría que es un delirio febril y poético en la jungla. El cine es el punto de partida.

¿Y por qué le resultaba tan doloroso volver a recordar, o a leer, sus propias notas de rodaje?

Quien lea el libro se dará cuenta inmediatamente.

¿Entonces, por qué decidió publicarlos?

Mi mujer, Lena, me dijo que tenía que transcribirlos, porque yo en aquel entonces escribía en una letra microscópica, y nadie podía entender una sola palabra. Estaban escritos de tal manera que nadie nunca pudiera leerlos, ni tan siquiera con un microscopio. Tras 26 años, me resultó más fácil acercarme a ellos y transcribirlos, no técnicamente, quiero decir, algo que resulto bastante complejo, sino emocionalmente. Por otro lado, si los hubiera publicado por ejemplo en 1991, todo el mundo los hubiera interpretado en clave sensacionalista, por el contenido del libro. Ahora, todo el mundo puede ver que el lenguaje fue mi último recurso ante las catástrofes que me rodeaban. No fue la religión, no fue la amistad, no fue la música, ni la gente que me rodeaba, mi salvación fue el lenguaje.

Al volver sobre sus recuerdos, tanto tiempo después, ¿descubrió cosas que había olvidado o que recordaba de manera diferente? A veces la memoria reescribe los recuerdos.

No, no, no, guardaba todo de manera muy viva en mi memoria. Y en el libro hay un salto de casi un año, que fue tan horrible, tan doloroso, tan espantoso, que decidí no incluirlo.

Leyendo el libro y la acumulación de desgracias, y aún sabiendo que todas ocurrieron, por momentos parecen fruto de su imaginación.

Sí, pero ocurrieron. Cientos de personas que las vivieron conmigo, que las sufrieron y experimentaron conmigo pueden dar testimonio de que nada de lo que cuento es mentira.

No estoy sugiriendo que pueda ser inventado, simplemente, la suma de desgracias y quizás el tono, tan seco, pero tan preciso y literario, con el que están narradas puede hacer olvidar que estamos ante algo real.

Es cierto, no hay nada emocional, no hay romanticismo en el libro. Pero sí es importante señalar que el libro es poético. Es literatura. Durante mucho tiempo, en alemán, no ha habido nada similar a esto. Es literatura.

Se desprende del libro una constante presencia de la muerte, como si fuera un libro sobre la muerte.

Sí que es cierto. Pero no es un libro tan oscuro, o no sólo oscuro. Es un libro muy humano. Y es, además, una celebración de la vida, de la jungla, un desafío [dice en castellano] a la gravedad.

Mucha gente tiende a compararle con los protagonistas más extremos de sus películas, y en concreto con el de ‘Fitzcarraldo', por su obsesivo empeño en conseguir algo que parece imposible.

No me importa lo que piense la gente. Olvida lo que piensa la gente. Yo siembre tuve clarísimo que era posible. Tenía una visión diáfana. Y la película demuestra que era posible: el barco escaló y bajó la montaña. No soy estúpido y no me arriesgo a hacer cosas que sé que nadie podría lograr. Soy un profesional, y sé lo que puedo hacer y lo que no.

¿Y qué piensa cuando la gente le retrata como una especie de superhombre?

Fitzcarraldo no tiene nada que ver con superhombres. Al contrario, trata sobre en qué consiste ser realmente humano: sobre el empeño de llevar la ópera a la jungla, al lugar donde debe estar. Eso es profundamente humano. Yo tampoco soy ningún superhombre, soy completamente humano. Y el libro Conquista de lo inútil, en cada una de sus líneas, en cada página, apunta a algo profundamente humano.

El rodaje de ‘Fitzcarraldo' ha pasado a ser considerado uno de los más desastrosos de toda la historia del cine. Se tiende a comparar con otro que también fue bastante criminal: el de ‘Apocalipsis Now' (Francis Ford Coppola, 1979).

No se pueden comparar, ni las películas y mucho menos los rodajes. En el de Apocalipsis Now todo se resolvía con dinero, con mucho dinero. Y en Fitzcarraldo no había dinero. En un momento, tuve que cambiar unos botes de champú (y acondicionador de pelo) por tres o cuatro kilos de arroz. Y ese arroz me alimentó durante un mes.

Conocíamos al Werner Herzog director de ficción, al director de documental, e incluso al actor. ¿Con este libro descubrimos al Herzog escritor?

Creo que sí. En Estados Unidos, el libro se publicó en julio y ya se ha reeditado cinco veces desde entonces. Pensándolo bien, y aunque tengo más libros publicados, unos 10 o 12, como Caminando sobre hielo, los diarios de mi caminata entre Múnich y París, Conquista de lo inútil tiene más sustancia que todas mis películas juntas. Lo que quedará de mi trabajo no serán las películas, será este libro.

¿Tiene planeado escribir más libros?

Creo que debería hacerlo. Ahora mismo estoy demasiado ocupado con otras cosas, pero debería hacerlo, escucho una voz en mi interior que me dice que debería escribir más.

¿Por qué debería?

El ejemplo perfecto es este: hay una película, Fitzcarraldo, que tiene una vida, y luego está el libro, con una vida completamente diferente. Y no se pueden comparar, no puedo elegir, es como comparar viajar en coche o esquiar, son cosas bastante
diferentes.

¿Cómo alguien que defiende tanto el caminar como medio de moverse es capaz de vivir en Los Ángeles, donde nadie camina y todo el mundo usa el coche?

[Je, je, je, je]. Para viajar a pie hay que irse fuera, es cierto. Pero no me preocupa, porque gran parte del tiempo lo paso rodando, en la Antártida, en Tailandia, en Nueva Orleans, en Perú. Y con eso me basta.