Un nuevo renacer de Johnny Cash. "Ain’t no grave"


KEPA ARBIZU
Tercera Información




No siempre la música country ha gozado de buena fama. Se le ha achacado con frecuencia cierto toque retrógrado y ser la representación de un mundo algo caduco. Para superar esa concepción han sido necesarios varios factores. Uno de los más evidentes ha sido el éxito de grupos y/o músicos como Wilco o Ryan Adams, en los que se contempla con nitidez la influencia de dicho estilo. También ha ayudado el acercamiento al género de nombres reconocidos dentro del punk-rock como Mike Ness (Social Distortion) o Eddie Spaghetti (Supersuckers). Por último no hay que olvidar la labor esencial de Rick Rubin a la hora de relanzar la carrera de Johnny Cash impulsando así su fama y consiguiendo que su nombre aparezca por fin junto al de aquellos iconos musicales que son referencia ineludible cuando de rock se habla.

Mucho se ha escrito, y rodado, sobre la vida del músico de Arkansas. Una buena manera de definir su biografía sería por medio de aquella frase que cantaban Los Ilegales, “Lo único que consigo hacer bien es el mal”. Una vida marcada por los excesos y problemas y en constante búsqueda de un “ángel” que le llevara por el buen camino, labor que haría June Carter. En sus últimos años de vida toma importancia la figura del productor de rock duro Rick Rubin. Éste convence a Cash de que ponga su voz a temas ajenos, algunos de ellos pertenecientes a artistas modernos, muchos de ellos desconocidos para el cantante country. El resultado es por todos conocido y las grabaciones agrupadas bajo el nombre de “American Recordings” se convierten en uno de los eventos musicales más importantes de las últimas décadas.

“American VI: “Ain’t no grave” ha sido editado el mismo día, 26 de febrero, en el que el músico hubiera cumplido 78 años. La base del disco es común a la de otras entregas. Cosa lógica si tenemos en cuenta que estas grabaciones están sacadas de la sesión del anterior álbum. El tono trágico habitual, más en la forma que en el fondo, continúa como característica común de las canciones, sin importar cómo fueran en su aspecto original. Es cierto que en las últimas épocas el nivel de instrumentación y ambientación se ha incrementado, en buena parte con la intención de cobijar la cada vez más perjudicada voz del cantante.

El disco se inicia con la tremenda “Ain’t no grave”, un tema tradicional a medio camino entre el country y el gospel que aquí suena oscuro y casi funerario, realzado este sentimiento por los ruidos y percusiones que acompañan, de manera perfecta, al modo de cantar que utiliza Cash. El acercamiento a “Redemption day” de Sheryl Crow es sorprendente. Saca mucho jugo de una canción, que para ser sinceros, ya en su origen suena muy intensa y encaja perfectamente en el ideario de este disco. “I Corinthians 15:55” es la única composición propia, basada en la Biblia, describe su estado sosegado y preparado tanto para la vida como para la llegada de la muerte. Al sonido de guitarra habitual se le suma el piano aportando serenidad a la melodía.

El resto de los temas pertenecen a músicos muy afines al sonido de Cash, como es el caso de su amigo Kris Kristofferson, del que interpreta uno de sus temas más importantes, “For the good times”. Como es lógico el resultado es exquisito. De Tom Paxton, músico clásico de folk, versiona la estimable “Can’t help but wonder where I’m bound” que en esta ocasión adopta un tono de narración mítica que la eleva en calidad. “Satisfied mind” y “I don’t hurt anymore”, de estilo country-folk tradicional, son interpretadas manteniendo básicamente su estado original, al igual que en “Cool water” donde destaca la vivacidad con la que interpreta el tema.

Las dos canciones finales del disco adquieren un tono entre nostálgico y romántico que las hace ser idóneas como epílogo a esta grabación y a lo que podría ser el legado de Johnny Cash. “Last night I had the strangest dream” de temática antibélica y “Aloha Oe”, compuesta en un principio como una bella melodía hawaiana, aquí adquiere tintes de clásico con su tono de canción de cuna. Un colofón sobresaliente.

Algunas voces se han apresurado a describir como demasiado comercial el hecho de dar a conocer estas nuevas grabaciones del músico norteamericano. Una vez escuchado el disco sólo se puede estar agradecido por tenerlas al alcance de la mano y por hacer todavía más grande la figura de uno de los músicos esenciales en la historia.