"Un profeta", sobrevivir tras unos barrotes


Tahar Rahim, su protagonista, debuta en este filme convirtiéndose en un actor muy prometedor



AIDA M. PEREDA
TerceraInformación



’Un profeta’ se sumerge en las celdas de una institución penitenciaria para elaborar una metáfora sobre la supervivencia en su estado más primario. Jacques Audiard (director de ’Mira a los hombres caer’ o ’De latir mi corazón se ha parado’) se sirve de un grupo de reclusos como trasfondo para hablar de los problemas de integración en el grupo y al mismo tiempo, les erige como representación de una sociedad cada vez más desadaptada. El filme cuestiona además el ideal de "reeducación" en la cárcel y demuestra que su paso por ella, lejos de reparar, pervierte y potencia las habilidades delinquivas.

Aunque las historias carcelarias, que siempre han tenido mucho tirón, se enmarcan en unos tópicos a los que se recurre antes o después, ’Un profeta’ se presenta fresca e impactante desde el primer momento. Filmada con una estética sobria y natural, introduce a un personaje de apariencia débil, Malik El Djebena, en una prisión dividida en dos bandos: el de los corsos y el de los árabes. Aunque su intención es pasar desapercibido, pronto se verá amenazado de muerte por el líder corso, César, quien le encomendará un primer encargo a cambio de convertirle en el protegido. Por ello, Malik deberá luchar entre lo que él considera lo correcto y lo que los demás le piden para ganarse su confianza y respeto y conseguir escalar en el entramado jerárquico organizado por los propios presos. El aprendizaje de Malik se hará palpable a lo largo del filme, pues veremos cómo su asimilación del código interno es tal que no dudará en llevarlo a cabo y actuar por su cuenta. Todo lo aprendido le servirá en sus permisos al exterior, que se convertirá en una prolongación de su experiencia en reclusión.

Comparada con la trilogía de ’El padrino’ por el intrincado mafioso que sostiene ambas películas, ’Un profeta’ conecta sin embargo con la ejemplar trilogía de Coppola en su interés por indagar en la organización de la delincuencia, pero no se parecen en forma ni en fondo más allá de las convergencias de Don Corleone con el jefe corso. En mi opinión, sí hay cierta similitud con ’La haine’ (’El odio’), una película que viaja a los suburbios de un "idílico" París donde tratan de sobrevivir los inmigrantes de segunda generación.

Escenas de gran crudeza salpican el filme, con agresiones físicas y verbales por doquier. Es difícil olvidar el momento en el que el jefe corso (interpretado por un soberbio Niels Arestrup, de ’La escafandra y la mariposa’) grita encolerizado a su discípulo: "¡Si comes es gracias a mí, si sueñas, piensas, vives, es gracias a mí!" La violencia explícita llega a alcanzar cotas extremas, pero sin embargo, resulta justificada en todo momento para hacer más real y creíble la historia. Como contrapunto, se intercalan escenas totalmente oníricas que, aunque atormentan la conciencia del protagonista, ofrecen un respiro al espectador frente a dos horas y media de angustia.

En el reparto destaca la interpretación novel de Tahar Rahim, quien da vida a este Malik tan fuerte y vulnerable que le ha valido reconocimientos como el Premio del Cine Europeo y el César a Mejor Actor y Mejor Actor Rebelación. Y aunque al final ’Un profeta’, que ha conseguido el Gran Premio del Jurado en Cannes y nueve Premios Cesar, no se ha llevado el Oscar a la Mejor Película Extranjera, lo cierto es que merece la pena verla.