La –por muchos esperada– salida de Mick Harvey de los Bad Seeds de Nick Cave, no debe poner a nadie triste: Cave se las sabe apañar muy bien solo –o con otros acompañantes– y ganamos a Harvey para la causa solista. Y dos, ya se sabe, son mejor que uno. En este artículo, recordamos el camino andado por ambos en los últimos años.
JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ
Efe Eme
Triste noticia la de hace unas semanas. Mick Harvey abandona a los Bad Seeds y su patrono, Nick Cave. Y efectivamente, se veía venir desde muy lejos.
Harvey formó parte de The Birthday Party, la banda que acabaría transformándose en los Bad Seeds y en la que ejercía como fiel escudero de Cave. Y es que “Las malas semillas” siempre fue una banda con entidad propia, dominada por el australiano pero subterfugio de fuertes personalidades creativas.
Desde sus inicios, el grupo mostró un componente instrumental poderoso, librando batallas sonoras frente al público, desembarcando canciones en normandas y ficticias contiendas, con un Capitán al frente tan duro como eficaz. Eran el perfecto vehículo para que Nick Cave diera rienda sueltas a los demonios y espíritus que le torturaban, para que conquistara el amor y para que firmara discos sencillamente perfectos. ¿Existe un disco flojo en la trayectoria de Cave junto a sus Semillas? La respuesta es fácil: No. Tanto si firmaba el trabajo pertinente junto a la banda como si se hacía acompañar de ellos para estampar su firma solista, la personalidad de individuos como Blixa Bargeld, Martyn P. Casey, Thomas Wydler o el propio Mick Harvey se hacía notar, dando un apoyo esencial a su líder.
Pero en toda contienda hay bajas. Desde su creación como soporte de Cave la pérdida de miembros ha sido una constante en la carrera de los Bad Seeds. Entre los primeros en abandonar la nave se encontraban individuos de creatividad fulgurante como Kid Congo Powers, Hugo Race o Barry Adamson, músicos capaces de crear carreras en solitario notables más allá de los límites marcados por un tipo tan brillante y mordaz como es Cave.
Y es que, incluso siguiendo desde la lejanía la trayectoria del australiano, es imposible no preguntarse cómo es capaz de aglutinar en su banda a tipos de tanto carácter y talento como los que le han acompañado en el pasado y le acompañan en el presente. Quizá ahí se encuentra la ventaja y desventaja de Nick Cave como soberano: Extremadamente fuerte como para someter a los lobos y posiblemente poco proclive a una fórmula semidemocrática. Es difícil culparle. Tratar a la vez con músicos del carisma y la fuerza de Blixa Bargeld, Warren Ellis o Harvey no debe ser sencillo, mucho menos encauzar la creatividad de dichos sujetos hacia un mismo fin. Más difícil aún si ese fin es el tuyo y no el suyo.
TIEMPOS DE CAMBIO
Desde finales de los años 80 los Bad Seeds habían ido adquiriendo estabilidad. No sólo no perdían miembros sino que aumentaban la plantilla, profundizando en su sonido y añadiendo nuevas dimensiones a su propuesta. Los teclados de Conway Savage, la percusión del imponente Jim Sclavonous y el experimental violín de Warren Ellis se añadieron al núcleo duro conformado por el bajista Martin P. Casey, el batería Thomas Wydler y los guitarristas –multiinstrumentistas–Blixa Bargeld y Mick Harvey. Incluso en el maravilloso No more shall we part las legendarias hermanas McGarrigle (mamá y tía de Rufus Wainwright) posaron como coristas en el libreto interior. Fue una época de crecimiento espectacular a nivel creativo, con un Cave excelso pariendo pieza memorable tras pieza memorable, dando forma a trabajos tan espectaculares como Let love in, Murder Ballads, The boatman’s call, el citado No more shall we part o Nocturama. Todos perfectos en su concepto y con los Bad Seeds a pleno rendimiento. Ciertamente el romanticismo comenzó a ganar peso frente a la agresividad, ¿pero qué importaba si las expectativas se colmaban una y otra vez?
Sin embargo, tras la publicación de Nocturama Blixa Bargeld anunció su salida del grupo. Una de las principales figuras del grupo lo abandonaba para dedicarse en pleno a su otro grupo, los experimentales Einsturzende Neubauten. Desde sus tiempos con Cave en The Birthday Party, Blixa había sido una figura equiparable a Mick Harvey. Un lugarteniente para Cave, un apoyo y una presencia esencial. Para la historia quedaba su dueto junto a su jefe en la soberbia “The weeping song” o su excelencia y maestría a la hora de suplir las tareas vocales en vivo de Nelly Minogue cuando ejecutaban “Where the wild roses grow”, el dúo que la estrella del pop grabó junto a Cave y los Bad Seeds en Murder ballads. Sin embargo Bargeld no fue sustituido por otro guitarrista, sino por el órgano de James Johnston (ex Gallon Drunk).
Asimismo, Warren Ellis comienza a perfilarse como un elemento cada vez más importante en escena. Creativamente comenzó a despuntar en No more shall we part y en el primer disco sin Bargeld, el excelente Abbatoir blues/The lyre of Orpheus, comienza a integrar instrumentos al margen del violín. Sorprende que, tras la salida de alguien tan esencial como Bargeld, Cave compusiera una nueva obra maestra, un disco doble del que no sobraba nada. En el tour correspondiente los temas del su última creación juegan un papel fundamental y funcionan a la perfección junto con los clásicos. La influencia gospel se traslada al escenario mediante unos efectivos coristas, la banda se mantiene en excelente forma con Warren Ellis como clara mano derecha de Cave y todo queda registrada en un lujoso DVD.
En 2005, un año después de la edición de Abbatoir blues/The lyre of Orpheus, Mick Harvey entrega One man’s treasure su primer disco en solitario como tal. Anteriormente había editado un par de interesantes trabajos versioneando en inglés a Gainsbourg, pero su primer esfuerzo solista es el citado One man’s treasure, un ábum de matrícula de honor en el que ofrece inspiradas piezas de su puño y letra. A este le seguiría en 2007 Two of diamonds, esta vez centrándose en versiones y también recomendable aunque menos inspirado que su hermano mayor.
No sabemos hasta qué punto estos discos en solitario habrán influido en su salida de la banda de Cave, pero seguro permitieron a Harvey dar rienda suelta a una creatividad que cada vez se encontraba menos con la del líder. El último lanzamiento de Nick Cave and The Bad Seeds con Harvey en sus filas fue Dig, Lazarus, dig, una nueva obra maestra editada en 2008 de la que ya dimos cuenta hace casi un año en EFE EME. Anteriormente Cave había puesto en marcha Grinderman, un brutal y genial grupo alternativo a los Bad Seeds en el que Harvey no fue invitado a participar.
Durante la promoción de Dig, Lazarus, dig, Cave argumentó que su alejamiento compositivo de Mick Harvey se debía a la distancia. Cave reside en Londres, Harvey en Australia y Warren Ellis en Francia, por lo que es más sencillo para el líder de los Bad Seeds componer junto al violinista que junto a su ya ex escudero. Harvey aportó su visión a la música de Cave, así como su pericia a la hora de tocar la guitarra, el bajo, los teclados o la batería, habiéndose registrado todas estas facetas en distintas canciones del su ex jefe.
Le echaremos de menos, aunque esperamos con ganas un nuevo trabajo solista y estamos seguros de que el genio de Cave no se resentirá tras su salida. Estamos hablando de dos pesos pesados y ha sido una suerte tenerles trabajando juntos durante tanto tiempo. Aun así, el día en que Bargeld y Harvey regresen al redil será una jornada de celebración.
Harvey formó parte de The Birthday Party, la banda que acabaría transformándose en los Bad Seeds y en la que ejercía como fiel escudero de Cave. Y es que “Las malas semillas” siempre fue una banda con entidad propia, dominada por el australiano pero subterfugio de fuertes personalidades creativas.
Desde sus inicios, el grupo mostró un componente instrumental poderoso, librando batallas sonoras frente al público, desembarcando canciones en normandas y ficticias contiendas, con un Capitán al frente tan duro como eficaz. Eran el perfecto vehículo para que Nick Cave diera rienda sueltas a los demonios y espíritus que le torturaban, para que conquistara el amor y para que firmara discos sencillamente perfectos. ¿Existe un disco flojo en la trayectoria de Cave junto a sus Semillas? La respuesta es fácil: No. Tanto si firmaba el trabajo pertinente junto a la banda como si se hacía acompañar de ellos para estampar su firma solista, la personalidad de individuos como Blixa Bargeld, Martyn P. Casey, Thomas Wydler o el propio Mick Harvey se hacía notar, dando un apoyo esencial a su líder.
Pero en toda contienda hay bajas. Desde su creación como soporte de Cave la pérdida de miembros ha sido una constante en la carrera de los Bad Seeds. Entre los primeros en abandonar la nave se encontraban individuos de creatividad fulgurante como Kid Congo Powers, Hugo Race o Barry Adamson, músicos capaces de crear carreras en solitario notables más allá de los límites marcados por un tipo tan brillante y mordaz como es Cave.
Y es que, incluso siguiendo desde la lejanía la trayectoria del australiano, es imposible no preguntarse cómo es capaz de aglutinar en su banda a tipos de tanto carácter y talento como los que le han acompañado en el pasado y le acompañan en el presente. Quizá ahí se encuentra la ventaja y desventaja de Nick Cave como soberano: Extremadamente fuerte como para someter a los lobos y posiblemente poco proclive a una fórmula semidemocrática. Es difícil culparle. Tratar a la vez con músicos del carisma y la fuerza de Blixa Bargeld, Warren Ellis o Harvey no debe ser sencillo, mucho menos encauzar la creatividad de dichos sujetos hacia un mismo fin. Más difícil aún si ese fin es el tuyo y no el suyo.
TIEMPOS DE CAMBIO
Desde finales de los años 80 los Bad Seeds habían ido adquiriendo estabilidad. No sólo no perdían miembros sino que aumentaban la plantilla, profundizando en su sonido y añadiendo nuevas dimensiones a su propuesta. Los teclados de Conway Savage, la percusión del imponente Jim Sclavonous y el experimental violín de Warren Ellis se añadieron al núcleo duro conformado por el bajista Martin P. Casey, el batería Thomas Wydler y los guitarristas –multiinstrumentistas–Blixa Bargeld y Mick Harvey. Incluso en el maravilloso No more shall we part las legendarias hermanas McGarrigle (mamá y tía de Rufus Wainwright) posaron como coristas en el libreto interior. Fue una época de crecimiento espectacular a nivel creativo, con un Cave excelso pariendo pieza memorable tras pieza memorable, dando forma a trabajos tan espectaculares como Let love in, Murder Ballads, The boatman’s call, el citado No more shall we part o Nocturama. Todos perfectos en su concepto y con los Bad Seeds a pleno rendimiento. Ciertamente el romanticismo comenzó a ganar peso frente a la agresividad, ¿pero qué importaba si las expectativas se colmaban una y otra vez?
Sin embargo, tras la publicación de Nocturama Blixa Bargeld anunció su salida del grupo. Una de las principales figuras del grupo lo abandonaba para dedicarse en pleno a su otro grupo, los experimentales Einsturzende Neubauten. Desde sus tiempos con Cave en The Birthday Party, Blixa había sido una figura equiparable a Mick Harvey. Un lugarteniente para Cave, un apoyo y una presencia esencial. Para la historia quedaba su dueto junto a su jefe en la soberbia “The weeping song” o su excelencia y maestría a la hora de suplir las tareas vocales en vivo de Nelly Minogue cuando ejecutaban “Where the wild roses grow”, el dúo que la estrella del pop grabó junto a Cave y los Bad Seeds en Murder ballads. Sin embargo Bargeld no fue sustituido por otro guitarrista, sino por el órgano de James Johnston (ex Gallon Drunk).
Asimismo, Warren Ellis comienza a perfilarse como un elemento cada vez más importante en escena. Creativamente comenzó a despuntar en No more shall we part y en el primer disco sin Bargeld, el excelente Abbatoir blues/The lyre of Orpheus, comienza a integrar instrumentos al margen del violín. Sorprende que, tras la salida de alguien tan esencial como Bargeld, Cave compusiera una nueva obra maestra, un disco doble del que no sobraba nada. En el tour correspondiente los temas del su última creación juegan un papel fundamental y funcionan a la perfección junto con los clásicos. La influencia gospel se traslada al escenario mediante unos efectivos coristas, la banda se mantiene en excelente forma con Warren Ellis como clara mano derecha de Cave y todo queda registrada en un lujoso DVD.
En 2005, un año después de la edición de Abbatoir blues/The lyre of Orpheus, Mick Harvey entrega One man’s treasure su primer disco en solitario como tal. Anteriormente había editado un par de interesantes trabajos versioneando en inglés a Gainsbourg, pero su primer esfuerzo solista es el citado One man’s treasure, un ábum de matrícula de honor en el que ofrece inspiradas piezas de su puño y letra. A este le seguiría en 2007 Two of diamonds, esta vez centrándose en versiones y también recomendable aunque menos inspirado que su hermano mayor.
No sabemos hasta qué punto estos discos en solitario habrán influido en su salida de la banda de Cave, pero seguro permitieron a Harvey dar rienda suelta a una creatividad que cada vez se encontraba menos con la del líder. El último lanzamiento de Nick Cave and The Bad Seeds con Harvey en sus filas fue Dig, Lazarus, dig, una nueva obra maestra editada en 2008 de la que ya dimos cuenta hace casi un año en EFE EME. Anteriormente Cave había puesto en marcha Grinderman, un brutal y genial grupo alternativo a los Bad Seeds en el que Harvey no fue invitado a participar.
Durante la promoción de Dig, Lazarus, dig, Cave argumentó que su alejamiento compositivo de Mick Harvey se debía a la distancia. Cave reside en Londres, Harvey en Australia y Warren Ellis en Francia, por lo que es más sencillo para el líder de los Bad Seeds componer junto al violinista que junto a su ya ex escudero. Harvey aportó su visión a la música de Cave, así como su pericia a la hora de tocar la guitarra, el bajo, los teclados o la batería, habiéndose registrado todas estas facetas en distintas canciones del su ex jefe.
Le echaremos de menos, aunque esperamos con ganas un nuevo trabajo solista y estamos seguros de que el genio de Cave no se resentirá tras su salida. Estamos hablando de dos pesos pesados y ha sido una suerte tenerles trabajando juntos durante tanto tiempo. Aun así, el día en que Bargeld y Harvey regresen al redil será una jornada de celebración.