BEATRICE SARTORI
El Mundo
Un cuento de Navidad, el séptimo largometraje del realizador francés Arnaud Desplechin (Roubaix, 1960), contra lo que su título podría anticipar, es un ácido y coral retrato de la burguesía disfuncional. Envenenadas relaciones consanguíneas, odio, resentimiento, traición, enfermedad, desconfianza, muerte y diversas heridas psicológicas plagan un filme de 152 minutos que alberga una docena de personajes dominados por la presencia matriarcal de Catherine Deneuve (Juno). El director habló con El Cultural durante el último Festival de Cannes, donde participaba a competición.
- Logra compatibilizar la amable decoración del árbol, la compra de regalos, la misa del gallo y los banquetes con las insidias, secretos, traumas y otros venenos familiares de los Vuillard en una película que combina comedia y drama.
- Se trata de una reunión no deseada por muchos miembros de la familia con motivo de unas fiestas que socialmente son definidas como obligatoriamente “felices” A todos les une una misma sangre por la cual fluye la unión y el odio, pero también la vida y la muerte. Para mí, la imagen de las células enfermas a toda velocidad bajo la lente de un microscopio viene a resumir la historia de los Vuillard, unos burgueses ricos que viven más del pasado que del presente. Viven del recuerdo de una cierta grandeza en un sitio ¡como Roubaix! Sus aspiraciones son tan altas como sus vidas, un desastre.
- Los diálogos son francos, directos y, a menudo, brutales.
- Los Vuillard no ocultan sus hostilidades. Y pese a la dureza de sus palabras, hay momentos que resultan verdaderamente cómicos. Irónicamente, la matriarca Juno, necesita desesperadamente de un trasplante de médula ósea y sólo su detestado hijo Henri puede proporcionárselo. El apestado se convierte en el salvador en una mezcla de melancolía y diversión.
- No por eso Juno se ahorra manifestarle a Henri lo poco o nada que le quiere.
- Catherine y Mathieu disfrutaron enormemente de una escena que va contra las creencias judeo-cristianas según las que el amor de una madre por sus hijos es obligatorio. En realidad, es una convención, porque no se nace con ello. Ambos se detestan pero se quieren, a su particular manera. Y el insulto es la vía de comunicación que hallan. Por todo ello, es una película muy “sana”.
Entre el sueño y la pesadilla
- Catherine Deneuve usa su legendaria personalidad glacial al servicio de Juno.
- No escribí el personaje pensando en ella. Nunca creo roles para actores determinados, no puedo. Generalmente, creo personajes que no entiendo y les pido a los actores que me ayuden. Juno no es cruel sino que pretende serlo por la atracción de lo subversivo o escandaloso que la carencia de instinto maternal le provoca.
- Hay referencias cinematográficas muy evidentes...
- Hay tres muy obvias: Fanny y Alexander, Hanna y sus hermanas y La regla del juego pero también hay otras más sutiles: como Los diez mandamientos y Vértigo. Forma parte de las “travesuras”que me permití, como confrontar a Catherine y su hija, Chiara Mastroianni, en personajes materno-filiales que claramente se detestan. Las dos se avinieron al juego casi con delectación.
- ¿Es Cuento de Navidad un drama o una comedia, un sueño o una pesadilla?
- Lo es todo. Mis películas no parten de la realidad, sino del subconsciente. Mientras escribía el guión pensaba constantemente en El sueño de una noche de verano, donde un grupo de personajes se reúnen por una celebración y, entre la realidad y la fantasía, fornican, engañan, se enamoran y traicionan. A la mañana siguiente no pueden discernir si les ha ocurrido en realidad, o solamente lo han soñado. Ese fue el punto de partida. Después, un libro que encontré al azar , La Greffe, entre le psychanalyse et la biologie, del psiquiatra Jacques Asher y el hematólogo Jean-Pierre Jouet.
- Rodó hace dos años el documental L'Aimée y en 1991 La Vie des Morts en Roubaix. Ahora ha regresado a la ciudad en la que nació.
- Fue una ciudad industrial muy próspera y efervescente en los años 60 hasta finales de los 70. Pervive en ella hoy una grandeza arcaica y devastada. Se está cayendo a pedazos y causa dolor verlo. Era de nuevo el “plató” ideal para mostrar la decadencia de una familia rica cuya sangre mata silenciosamente. Casi nadie conoce esta ciudad y se erigió, por ello, en un territorio neutral, un solar nada exótico, un lienzo en blanco.
La inspiración de Emerson
- Parece que su intención sea darle la vuelta a todos los tópicos familiares, incluido el dolor por la muerte de un hijo.
- Fue fundamental la lectura de Experience, un libro autobiográfico del poeta norteamericano del siglo XIX Ralph Waldo Emerson, el filósofo del individualismo estadounidense, acerca de la muerte de su hijo como catarsis para reencontrarse a sí mismo. La muerte del hijo fue necesaria para su propia conquista personal. Trasladé esos sentimientos a las fiestas navideñas. A ratos, monté la estructura alrededor de un calendario de adviento en el que vamos abriendo las ventanitas de una casa cada día desde el primero de diciembre hasta llegar al 24. Cada ventana que se abre es un regalo que se recibe. O un secreto que se desvela.
- La banda sonora es apabullante: de Mendelssohn a Otis Redding, de Scarlatti a Blackalicious o Duke Ellington.
- La música es fundamental para mí, me ayuda a entender lo que he filmado. Durante el proceso de montaje, elimino todo sonido para quedarme con la razón de cada fotograma. Después, al añadir la música, todo cobra sentido.
- Logra compatibilizar la amable decoración del árbol, la compra de regalos, la misa del gallo y los banquetes con las insidias, secretos, traumas y otros venenos familiares de los Vuillard en una película que combina comedia y drama.
- Se trata de una reunión no deseada por muchos miembros de la familia con motivo de unas fiestas que socialmente son definidas como obligatoriamente “felices” A todos les une una misma sangre por la cual fluye la unión y el odio, pero también la vida y la muerte. Para mí, la imagen de las células enfermas a toda velocidad bajo la lente de un microscopio viene a resumir la historia de los Vuillard, unos burgueses ricos que viven más del pasado que del presente. Viven del recuerdo de una cierta grandeza en un sitio ¡como Roubaix! Sus aspiraciones son tan altas como sus vidas, un desastre.
- Los diálogos son francos, directos y, a menudo, brutales.
- Los Vuillard no ocultan sus hostilidades. Y pese a la dureza de sus palabras, hay momentos que resultan verdaderamente cómicos. Irónicamente, la matriarca Juno, necesita desesperadamente de un trasplante de médula ósea y sólo su detestado hijo Henri puede proporcionárselo. El apestado se convierte en el salvador en una mezcla de melancolía y diversión.
- No por eso Juno se ahorra manifestarle a Henri lo poco o nada que le quiere.
- Catherine y Mathieu disfrutaron enormemente de una escena que va contra las creencias judeo-cristianas según las que el amor de una madre por sus hijos es obligatorio. En realidad, es una convención, porque no se nace con ello. Ambos se detestan pero se quieren, a su particular manera. Y el insulto es la vía de comunicación que hallan. Por todo ello, es una película muy “sana”.
Entre el sueño y la pesadilla
- Catherine Deneuve usa su legendaria personalidad glacial al servicio de Juno.
- No escribí el personaje pensando en ella. Nunca creo roles para actores determinados, no puedo. Generalmente, creo personajes que no entiendo y les pido a los actores que me ayuden. Juno no es cruel sino que pretende serlo por la atracción de lo subversivo o escandaloso que la carencia de instinto maternal le provoca.
- Hay referencias cinematográficas muy evidentes...
- Hay tres muy obvias: Fanny y Alexander, Hanna y sus hermanas y La regla del juego pero también hay otras más sutiles: como Los diez mandamientos y Vértigo. Forma parte de las “travesuras”que me permití, como confrontar a Catherine y su hija, Chiara Mastroianni, en personajes materno-filiales que claramente se detestan. Las dos se avinieron al juego casi con delectación.
- ¿Es Cuento de Navidad un drama o una comedia, un sueño o una pesadilla?
- Lo es todo. Mis películas no parten de la realidad, sino del subconsciente. Mientras escribía el guión pensaba constantemente en El sueño de una noche de verano, donde un grupo de personajes se reúnen por una celebración y, entre la realidad y la fantasía, fornican, engañan, se enamoran y traicionan. A la mañana siguiente no pueden discernir si les ha ocurrido en realidad, o solamente lo han soñado. Ese fue el punto de partida. Después, un libro que encontré al azar , La Greffe, entre le psychanalyse et la biologie, del psiquiatra Jacques Asher y el hematólogo Jean-Pierre Jouet.
- Rodó hace dos años el documental L'Aimée y en 1991 La Vie des Morts en Roubaix. Ahora ha regresado a la ciudad en la que nació.
- Fue una ciudad industrial muy próspera y efervescente en los años 60 hasta finales de los 70. Pervive en ella hoy una grandeza arcaica y devastada. Se está cayendo a pedazos y causa dolor verlo. Era de nuevo el “plató” ideal para mostrar la decadencia de una familia rica cuya sangre mata silenciosamente. Casi nadie conoce esta ciudad y se erigió, por ello, en un territorio neutral, un solar nada exótico, un lienzo en blanco.
La inspiración de Emerson
- Parece que su intención sea darle la vuelta a todos los tópicos familiares, incluido el dolor por la muerte de un hijo.
- Fue fundamental la lectura de Experience, un libro autobiográfico del poeta norteamericano del siglo XIX Ralph Waldo Emerson, el filósofo del individualismo estadounidense, acerca de la muerte de su hijo como catarsis para reencontrarse a sí mismo. La muerte del hijo fue necesaria para su propia conquista personal. Trasladé esos sentimientos a las fiestas navideñas. A ratos, monté la estructura alrededor de un calendario de adviento en el que vamos abriendo las ventanitas de una casa cada día desde el primero de diciembre hasta llegar al 24. Cada ventana que se abre es un regalo que se recibe. O un secreto que se desvela.
- La banda sonora es apabullante: de Mendelssohn a Otis Redding, de Scarlatti a Blackalicious o Duke Ellington.
- La música es fundamental para mí, me ayuda a entender lo que he filmado. Durante el proceso de montaje, elimino todo sonido para quedarme con la razón de cada fotograma. Después, al añadir la música, todo cobra sentido.