Entrevista a Andrés Rábago, El Roto: "Si no nos hacemos preguntas es porque hay demasiado ruido"


ALOIA ÁLVAREZ FEÁNS
Revista Pueblos




Dos hombres anónimos en una ciudad cualquiera una tarde de tantas. Uno afirma ufano: "Me he insonorizado el despacho", a lo que el otro responde con cierta ironía: "Es poco eficaz, es mucho mejor insonorizarse la conciencia". No es un chiste, aunque despierte una sonrisa a medias; es sátira social. Su autor, un conocido dibujante, se deja mecer en su estudio madrileño por un silencio casi místico una mañana de marzo. No es un humorista gráfico, aunque a veces nos haga reír; es un pensador, un hombre que no está encantado de conocerse pero cuyo principal ejercicio es practicar el autoconocimiento. Cada palabra que escribe, cada trazo que dibuja, es una bofetada cariñosa a la conciencia del lector. Conversamos con Andrés Rábago, El Roto, filósofo de la cotidianeidad.

Teníamos la intención de entrevistar a El Roto y nos encontramos con que no viene solo. OPS, Jonás, Ubú... ¿Quién es quién?

Para empezar, no es fácil decir quién es quién porque el núcleo que alimenta a todos ellos tampoco sé quién es. Esa indagación me está llevando toda la vida... En cualquier caso, cualquiera de ellos no es más que un lenguaje, un nivel de comunicación y de indagación sobre lo que yo considero real. Son también distintas fases de ese intento de comprensión y, a la vez, de comunicación de esos resultados.

¿Y Andrés Rábago?

No es más que el amanuense, el que lleva a cabo la labor de plasmar desde el punto de vista plástico esas ideas que han ido sobreviviendo.

¿Qué necesidad viste de comunicarte a través de El Roto? ¿Cuándo nació este heterónimo y por qué?

Uno de los primeros fue OPS, que nació en la época del tardofranquismo, cuando me pareció muy interesante un tipo de lenguaje de indagación personal, de introspección y de apertura al contenido interior, a la zona de la psique más del terreno del inconsciente. Ese fue el campo de búsqueda de OPS. Cuando llegó la democracia este lenguaje se quedó un poco obsoleto, porque yo insistía en no utilizar palabras, sino sólo imágenes, que tenían un mayor contenido simbólico y eran más legibles en distintos estratos. Llegó un momento en que esto ya no era útil, porque el lector ya no tenía capacidad de interpretar, sino que quería que las cosas fuesen dichas más abiertamente. En ese momento apareció ese segundo heterónimo, El Roto, con un lenguaje más político, más abierto, y con la pretensión de indagar más en el terreno de lo social, lo externo, lo cotidiano.

De todos modos, hoy El Roto emplea las dos fórmulas, sigues usando el dibujo sin palabras.

Me interesa mucho el dibujo, por lo tanto me interesa que el dibujo tenga una calidad plástica. Por eso, y también porque creo que el dibujo sin palabras es muy rico, una vez por semana utilizo el dibujo sin texto, sólo con un título. Quizás como ejercicio, y para mantener vivo un tipo de plástica que me interesa.

Rechazas el término de humor gráfico, para insistir en que lo que tú haces se enmarca en el terreno de la sátira política...

No exactamente, yo prefiero llamarla social, porque se dirige al terreno de las ideas, lo político me interesa menos, en el sentido de que el lenguaje político en sí es un lenguaje muerto, no me interesa. El humor puede ser un componente de la sátira pero no es su núcleo esencial. El núcleo esencial de la sátira es poner de manifiesto aquello que consideras que son falsificaciones o mentiras, las formas en las que se presentan las cosas para ser más digeribles. Arrancar esa careta es justamente lo que hace la sátira.

Goya, Daumier y Grosz son algunos de los grandes referentes de este género. El régimen nazi decía de Grosz que era el "bolchevique cultural número uno". A ti el poder podría llamarte fácilmente "terrorista gráfico número uno"...

No les des ideas...

¿Incomodar al poder? ¿Remover conciencias? ¿A quién se dirigen tus "bofetadas"?

El poder, de la misma manera que la política, no me interesa. Lo que me interesa es la conciencia, y creo que es a través de la conciencia de las personas a través de la que se puede llegar a modificar la realidad. Estoy bastante harto de los lenguajes revolucionarios que a lo único que llevan es a más destrucción. En cierto modo, todo tipo de sátira es moralista, se mueve dentro de la idea que tenemos de la moral. Las posibilidades de modificación o movilización de las conciencias es el terreno en el que se emplea la sátira; la búsqueda de esa conexión con esas zonas más próximas a lo vivo dentro del "otro". El intento de comunicar y de estar a su lado, el clarificar la comprensión de los lectores, esa es la función básica de toda comunicación, y la sátira en sí es un mecanismo más de la comunicación.

He leído en algún lugar que crees que no se puede aportar nada a la transformación social sin un paso previo de autoconocimiento...

Creo que sí, que el autoconocimiento es la base de toda transformación. El autoconocimiento es el que puede transformar lo real, eso es algo en lo que creo.

Uno de los personajes de El Roto afirma: "Creía que el odio que sentía era mío hasta que descubrí que procedía de los auriculares". ¿Eres de los que escucha cada mañana a Jiménez Losantos para encenderse? ¿Qué te inspira?

Bueno, yo soy un lector de prensa, los otros medios me parecen más de entretenimiento que de información. Existen muchas canales de información pero donde esté un buen periódico... Si existiese el periódico ideal, sería el que te da la información estructurada, porque sino lo que ocurre es el caos informativo que tenemos. Un buen periódico es el que te da una información estructurada para que después tú elijas lo que te parezca conveniente. Lo demás es una cacofonía, un ruido ambiental que no facilita la comprensión.

¿Crees que es posible la objetividad en la información? ¿Ese periódico ideal no podría ser el que dice de modo transparente "aquí me sitúo yo"?

Hay que diferenciar entre opinión e información. Es cierto que en la propia selección de la información hay una opinión, pero aun así, creo en el periodismo, y creo que hay periodistas que tratan de ver las cosas lo más objetivamente posible. Siempre hay ese tamiz de lo personal, de lo individual, pero esto es inevitable en toda actividad humana.

¿Cómo ves el panorama mediático del Estado español?

No lo veo mucho... pero la prensa cada vez está más volcada en dirigir la opinión y eso no me gusta. Aun así creo que es el único medio en el que todavía, sabiendo leer, puedes enterarte de algo.

¿Y con respecto a tus comienzos?

Desde entonces hemos ganado muchísimo. En ese momento es cierto que empezaron a surgir unas publicaciones, con las que yo trabajé, como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Hermano Lobo, que trataban de abrir el espectro político. De algún modo fueron las parteras de la democracia, esas publicaciones hoy olvidadas que fueron muy importantes para la sociedad. Recuerdo que entonces la gente llevaba como bandera las revistas y los periódicos en los que creía.

Más allá de que tu género sea la sátira. ¿Haces arte? ¿Comunicación? ¿Existen fronteras definidas?

La palabra arte está bastante echada a perder... Lo que sí busco es que lo que hago tenga una calidad formal. Te das cuenta de que lo que resiste más el paso del tiempo es lo formal, curiosamente. Las ideas, los textos, pueden quedar olvidados, obsoletos, porque las modificaciones en las situaciones políticas pueden hacerles perder la utilidad. Sin embargo, el soporte formal siempre tendrá una cierta fuerza.

¿Puede el arte servir como arma de transformación social?

Tengo dudas, sobre todo cuando se utiliza el término arma, en ese momento ya me echo para atrás. No me interesan las armas, no es el tipo de lenguaje que me interesa. Sin embargo, yo creo que el gran arte, hablando seriamente, es aquel que refleja el nivel que ha alcanzando el hombre en ciertos momentos. Yo creo mucho en la pintura, creo que las artes plásticas son instrumentos ya probados, que han atravesado milenios y que todavía nos conmueven, y esas son las artes que me interesan. En ese sentido creo que estos instrumentos son envoltorios que sirven para atravesar el tiempo y llegar a aquellas personas que después de muchos años pueden llegar a entender cómo era el hombre en esa época.

En ese sentido, ¿debe tener el arte un sentido de universalidad?

Efectivamente, el arte debe tender hacia la universalidad, no buscar dirigirse a lo inmediato y al que tiene delante, sino que debe buscar la abstracción, una forma abstracta de entender al hombre. Pero es verdad que tipos de arte que fueron realizados por una necesidad de explicarse lo que estaba pasando es gran arte también. Depende de la dimensión, de la profundidad del contenido y de la dimensión humana de quien lo hace.

Me sorprende que digas que no te interesa la política cuando mucha gente en este país considera que eres uno de los grandes analistas políticos de nuestro tiempo.
¿Qué es exactamente lo que no te interesa?

Las palabras se nos escurren siempre... ¿Qué no me interesa? No me interesa la política como estructura de poder. Me puede interesar como forma de intentar resolver problemas, como instrumento, pero no como fin en sí mismo.

¿Que le gustaría romper a El Roto?

¿Romper? Creo que simplemente intentar entender mejor las cosas, no se puede ir mucho mas allá que eso. Ese intento de saber un poco más de ti mismo, y buscar lo que tú crees que en esta vida es más enriquecedor. Ese estar simplemente en paz, sin que te estén perturbando. Ese es el ideal al que aspiro.

¿Y entiendes algo?

La verdad es que no. Me hago más bien preguntas que respuestas...

Pero quizás ahí esté la dificultad, en saber hacerse las preguntas adecuadas...

Es posible. Es verdad que si no nos hacemos preguntas es porque hay demasiado ruido. Creo que lo que tenemos que hacer es practicar una cierta ascesis, vivimos en un mundo en el que nos sobran demasiadas cosas. Hay demasiado ruido ambiental. El silenciar un poco el entorno es básico, lo que parece cada vez más difícil.

En ciertos momentos El Roto amplía nuestro diccionario y nos cuenta, por ejemplo, que una frontera es aquel "lugar donde termina una locura y empieza la otra".

¿Cuáles son estas fronteras?

Todo lo que nos fragmenta, nos divide... Las fronteras no sólo son las físicas, también hay las personales. Todo eso que nos separa del otro, o incluso de nosotros mismos, aquello que nos fragmenta, son formas de locura. El proceso de reunificación es largo, y no sé si alguna vez lo llevaremos a cabo... Los mitos antiguos ya lo decían, de esa fragmentación no nos damos cuenta porque es imposible verlo, siempre estamos en uno de esos fragmentos. Si te distancias puedes ver todos los fragmentos y empezar a quitar algunas de las fronteras interiores, pero no es fácil.

Eres un filósofo...

No, simplemente tengo bastante tiempo... e intento pensar.

¿Te compromete trabajar en un medio como El País?

En todos los lugares donde he trabajado he intentado hacer lo que sé. Y el único límite que tengo soy yo mismo. Después, el lugar en el que lo haces... cuanta más difusión tenga, pues mejor. De todos modos, si simplemente tienes un oyente o un lector, te comunicas con la misma intensidad como cuando te diriges a muchos. La voluntad de comunicación debe ser la misma.

¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Primero la idea? ¿El dibujo?

Es bastante sencillo. Normalmente las ideas sobre las que quiero trabajar surgen de la propia prensa. Me nutro de la prensa para saber lo que está pasando y cuáles son las cosas que me inquietan en ese momento. Las dejo estar ahí y después de cierto tiempo vuelvo a ellas. Ese dejar que la espuma suba y buscar lo que está debajo es lo que hago. Me interesa trabajar con las corrientes profundas, no con las zonas superficiales del mar. Después decido hacer un dibujo concreto porque veo bien como puedo realizarlo. Las ideas son como las simientes, no se las puede acelerar. Hay algunas que tardan años en florecer y otras que rápidamente las puedes cosechar.

¿Tienes personajes tipo?

Sí, son personajes anónimos, arquetipos. Muy pocas veces se les ve la cara, si se les ve busco qué imagen puede decir según que cosa. Hay caras que no sirven para lo que quieres decir. Generalmente me interesa que lo diga alguien anónimo, como cualquiera de nosotros.

Una de tus obsesiones es la sociedad espectáculo. En El Roto hay a menudo televisiones devorando cerebros...

Sí, la televisión es mi bicha negra. Creo que la televisión es el auténtico enemigo del pueblo. Es el auténtico instrumento de dominio de la sociedad. Es un medio tan penetrante que es imposible tomar distancia frente a él, y eso lo sabe el poder y lo instrumentaliza.

Antes de hablar contigo intuía mucha rabia detrás de El Roto, pero te veo absolutamente pacificado, sereno...

Es que la rabia no te permite ver, lo mismo que la ideología, que no te permite ver nada. Todo lo que acabas por ver es un reflejo de tu furia. Si el agua está muy turbulenta no puedes ver lo que está debajo, sólo cuando está calmada ves los peces, las plantas, las piedras... Creo que es necesaria una cierta calma y eso requiere, sobre todo, desearla.