En 'Nadie es más de aquí que tú', se pone al descubierto la capacidad de la autora de desnudar a sus personajes
PAULA CORROTO
Público
En los relatos de Miranda July (Berkeley, California, 1974) los personajes lloran. En los 16 recogidos en el volumen Nadie es más de aquí que tú (Seix barral) lo hacen a lágrima viva. Lloran por la frustración de no poder amar a la persona deseada, la gran obsesión de esta escritora que, según La République, define a "la nueva generación norteamericana".
Estos relatos, publicados en revistas como The Paris review, Harpers o The New Yorker, fueron recopilados por primera vez en 2007 por la editorial Scribner. Desde entonces, el libro ha sido vendido a 17 países, y en todos ellos ha sido recibido con críticas excelentes. Todos, además, coinciden en su gran virtud: la capacidad de July para desnudar a sus personajes, emocional y físicamente. "Pone al descubierto las debilidades y flaquezas humanas con una precisión extremadamente apurada", escribió el crítico de San Francisco Chronicle. Por sus páginas se deslizan todos los sentimientos por los que puede pasar el ser humano, desde la risa al llanto, pasando por el miedo o el más intenso placer.
"Una mente consciente comete errores con frecuencia, se enamora de la persona equivocada", escribe July en el primer párrafo del relato El patio Común. Como en la película de Wong Kar-Wai, Deseando amar, ese es el eje de todas las historias. De las de este libro, pero también las de sus otras obras artísticas July también hace perfomances y dirige películas y videoarte , como el cortometraje Are you the favourite person of anybody? (¿Eres la persona favorita de alguien), una pregunta inocente, pero con una profunda implicación emocional.
Como en las películas de Kar-Wai, los relatos de July también rezuman romanticismo y dulzura. Ahí en ellos un fuerte erotismo, pero nada que ver con el realismo sucio. Los penes, las vaginas y la explicitud del acto sexual quedan diluidos en una poesía de lo cotidiano que busca ante todo la belleza y el triunfo del amor: "Nadie te penetrará nunca en tus sueños/ ¿Cómo puedes asegurarlo? Porque siempre te observo. De ahora en adelante, soy todo tuyo", escribe en El patio común. Estremece porque July sabe llegar al verdadero punto G del lector.
Contra la barrera moral
¿De dónde procede la obsesión por imposibilidad de amar? Es posible afirmar que July lucha contra las barreras de la más cristiana moral: "Desde niños nos ensenañ a no quitarnos la ropa delante de desconocidos", redacta en Algo que no necesita nada. En sus relatos, además, las mujeres se enamoran de otras mujeres, de hombres casados, hombres de otros hombres, niñas de viejos, o incluso mujeres cincuentonas de jovencitas adolescentes. "Hacemos cosas terribles, provocamos guerras, asesinamos a gente por codicia. De modo que, quiénes somos nosotros para decir cómo hay que amar", redacta en el cuento La hermana. El amor es una fuerza mucho más poderosa que cualquier creencia religiosa.
La crítica literaria ya ha etiquetado a Miranda July como una continuadora de Raymond Carver, Thomas Pynchon o incluso J.D. Salinger. Una seguidora del realismo norteamericano. Sin embargo, en su realismo los personajes son cotidianos, las acciones son ordinarias hay siempre algo surrealista y kafkiano. Nadie enseña a nadar a nadie en una palangana. Nadie se enamora en una secuencia de rodaje y al terminar, el odio vuelve a interponerse entre esas dos personas. Esto, en los relatos de July, sucede.