ARIANE KAMIO
Gara
Juan José Campanella (Buenos Aires, 1959) se centra en la historia de Benjamín Espósito (Ricardo Darín), un funcionario judicial que mantiene imborrable en su memoria un crimen ocurrido veinticinco años antes. Tras jubilarse, decide echar su mirada atrás y escribir una novela sobre los hechos, una iniciativa que le ayudará a resolver lo ocurrido en el pasado y escribir su futuro.
Me ha impactado mucho la capacidad que ha tenido para pasar de una situación humorística o de comedia a una situación realmente trágica como es la muerte violenta de una mujer.
Concretamente en ese momento en que hay un diálogo sobre los pelotudos, lo que quería era realmente lograr en el espectador el shock que le provoca a él presenciar la escena del crimen. Cuando uno intenta que el espectador sienta lo que siente el personaje, algunas veces es tan simple como que la cámara tome el punto de vista del personaje, pero a veces hay que hacer entrar en un clima totalmente distinto para después crear un estado de shock, porque el momento en que ve el cadáver le cambia la vida. Los otros momentos de la película tienen que ser fluidos, no te tienes ni que dar cuenta, tiene que ser como un bajo que acompaña la melodía; en esos casos, hay que tener un poco más de cuidado, pero tiene mucho que ver con la intuición, para que la risa no arruine el drama, ni que el drama arruine la risa.
Para ello utiliza un dúo de comediantes, compuesto por Ricardo Darín y Guillermo Francella, al más puro estilo argentino.
Guillermo es un capo cómico argentino número uno allá en taquilla, es como un Santiago Segura aquí. Es un hombre que hace reír a carcajadas y Ricardo, todos sus comienzos fueron en la comedia, por lo que es muy gracioso combinarlos a los dos.
Sin embargo, para los momentos más impactantes emocionalmente emplea una banda sonora muy especial.
Hay momentos en que me interesaba que no se escuchase nada de lo que decían los personajes, que me sirva para introducir al espectador en el mundo del personaje. El está presenciando una escena, y la música hace que desaparezca todo lo que existe a su alrededor. La banda sonora es muy hipnotizante, encantadora, es una cosa que te va enganchando a la situación del protagonista.
Aunque no sea de manera explícita, hace referencia a la situación política argentina vigente hace 35 años.
A mí siempre me gusta mostrar el contexto en donde ocurren las historias, porque vivimos en contextos poderosos que muchas veces corrigen nuestras vidas, nos hacen tomar decisiones que no hubieramos tomado si no hubiera ocurrido eso históricamente. Pero no es el tema de la película, ni es el foco, es un dato más que va sumergido en el título.
En la película hay una complicada secuencia, que comienza desde el aire, atraviesa un estadio de fútbol, llega hasta un punto exacto donde se ubica Darín, y sigue todavía más allá con carreras y persecuciones. ¿Podría explicar cómo se desarrolló?
Esa escena la grabamos en Cien Bares. Es una escena de mucha postproducción que tuvo un planteamiento ajustado porque no teníamos mucho dinero. Contamos con muy pocos extras, nada más que los que rodean a los actores, que los cambiábamos de acuerdo a qué lado estabamos mirando desde la tribuna (eran los mismos extras los que iban de un lado para el otro). Después, hay mucha postproducción en cómo se unen las tomas, en la recreación de las multitudes.
Sin embargo, en general, utiliza secuencias bastante cortas con diálogos rápidos, lo que hace que la película sea aún más dinámica.
Me alegro de que la película te haya parecido dinámica (risas). Si no te parecieron largas es porque están en su duración justa. Cuando estás lidiando con el género policial, hay ciertas escenas que son obligatorias, porque son las que te unen la historia, y que dramáticamente no tienen ningún interés. Esas escenas trato de pasarlas lo más rápido posible. Trato de ajustar el tiempo lo más posible para disponer de más duración en las escenas con más carne.
Benjamín Espósito dice que lleva 25 años viviendo una vida llena de nada. ¿Cinco lustros después echa la vista atrás para llenar ese vacío?
Una de las cosas que a mí más me gustaba del relato era que la motivación de la historia policial no era la de un detective que tenía que encontrar a un asesino porque es su trabajo, o alguien que está buscando dinero, o alguien que está buscando al «Halcón Maltés», sino que es un tipo que se encuentra solo y que hace todo eso por descubrir el origen de su soledad.
Haciendo referencia al título de la película, «El secreto de sus ojos», lo que sí está claro es que durante todo el largometraje usted emplea mucho las miradas, dialoga con ellas, y hace que los actores interpreten a través de ellas.
Sí, eso está totalmente buscado. Darín dice en un momento que «los ojos hablan», y la idea es que si escuchas el diálogo estás viendo una película, y si escuchas lo que dicen los ojos estás viendo otra. Esa es una gran parte de la película.
Ocurre lo mismo con Morales, el marido de la mujer fallecida, que también va dejando pistas con su mirada.
Cuando la película habla de «Los secretos de sus ojos», habla de los secretos de todos porque, si hablamos de lo policial, diríamos que incluso la muerta gaurda un secreto en los ojos muertos que tiene. Es verdad que nadie dice lo que piensa casi en toda la película, el único que lo hace es Sandoval (Guillermo Francella) cuando está borracho; todos los demás están mintiendo o están guardando algo detrás de ellos.
«Por favor, dígale que al menos me hable», se escucha al final.
Ello da que pensar que la persona que pronuncia esa frase ya ha pasado por un proceso de gritos, por el intento de suicidio, por insultarlo cada vez que entraba... Deja claro que es un alma quebrada y que lo que quiere darle es una vida llena de nada. Ahí son tres hombres que pasaron 25 años con una vida de nada, y Espósito es el único que consigue salir de se círculo.
¿Todo el mundo guarda algún secreto tras su mirada?
Hay una zona a la que nadie puede llegar, ni siquiera un hijo.