"Los niños explotados ignoran qué es la vida"

ALBERTO MARTÍN VIDAL
Público



Kailsah Satyarthi visitó Barcelona para dar una charla en la Universitat Internacional de la Pau. Con tono pausado, desgrana las razones por las que millones de niños en el mundo son explotados y critica duramente la pasividad de los gobiernos, aunque se muestra optimista de cara al futuro.

¿Por qué existe aún la explotación infantil?

Es una práctica de siglos. Para acabar con ello hace falta voluntad política. Para los políticos no es una prioridad: los niños no votan, no tienen voz, y eso es clave. Los políticos piensan que si tenemos buenas infraestructuras, este problema desaparecerá, pero es más complejo: hacer una escuela no quiere decir que automáticamente los niños vayan a asistir. Otra razón es que los niños son los trabajadores más baratos, y eso para el mercado cuenta. Cuando las empresas entran en una cadena de subcontratar, la solución acaba siendo el trabajo barato. En tercer lugar, faltan colegios y profesores en todo el mundo. Unos 72 millones de niños nunca han ido al colegio. Y 150 millones han dejado la escuela antes de los 11 años. Se calcula que en el mundo faltan 15 millones de profesores.

Existe el tópico de que las familias piden a sus hijos que trabajen.

No es cierto. En India trabajan 60 millones de niños y tenemos 65 millones de adultos en paro. Es muy grave y significativo que haya tanto trabajo para niños y no lo haya para adultos, es un problema grave. Simplemente son baratos, o gratuitos. A los padres no les dan trabajos y a los niños, cuando crecen, tampoco.

¿En qué otros países hay exlotación infantil?

Unos 140 países explotan niños. La mayoría de África, Asia y Latinoamérica, pero también en zonas de centro Europa y Europa del Este, y de otros países europeos. España es un país donde no ocurre, pero el problema aquí es que se trafica con niños para la prostitución u otros trabajos.

¿En qué condiciones viven los niños laboralmente explotados?

A mediados de mes [en julio] rescatamos 66 niños en Delhi que estaban trabajando en una fábrica de zapatos. La mayoría recibían golpes y tenían cicatrices. También sufrían malnutrición, en algunos casos habían abusado de ellos, tenían problemas en la piel. Muchos iban desnudos o descalzos: trabajaban haciendo zapatos y ellos nunca habían tenido.

¿Cómo consiguen los explotadores encontrarles?

Normalmente son captados por los traficantes en sus pueblos natales. Engañan a los padres, que son gente iletrada. Les dicen que les van a dar una educación. Les dan algo de dinero como adelanto y se los llevan, diciéndoles que podrán visitarles cuando quieran. Pero viven a centenares de kilómetros y es muy difícil seguirles el rastro. Los niños son tratados como animales, trabajan al menos 12 horas al día. La comida se la hacen ellos, siempre patatas y arroz. Viven en una pequeña habitación sin ventilación ni luz natural donde trabajan con productos químicos. Diez o 15 niños viven en habitaciones de 20 metros cuadrados. A veces les pegan, no tienen medicinas... Ésa es su vida. Han perdido su infancia, sus estudios, sus sueños y aspiraciones. Ignoran lo que es la vida.

¿Qué secuelas les quedan?

Algunos tienen enormes traumas para siempre, pierden la confianza en sí mismos. En nuestros centros tratamos de darles confianza, herramientas sociales, pero arrastran el trauma para siempre. También las secuelas físicas pueden ser graves.

En España el trabajo infantil era habitual a principios del Siglo XX. ¿Qué considera que es clave para que eso se interrumpa?

La sociedad y los gobiernos tienen que entender que la educación es poder, riqueza y equidad. Los países que lo entendieron prohibieron el trabajo infantil. En Inglaterra también existía, los niños hacían trabajos tan duros como limpiar chimeneas. El Parlamento Británico lo prohibió, implementó leyes e hizo fuerza para que todos los niños tuvieran educación. Y eso funcionó. Otro buen trabajo es el que ha hecho la Iglesia, porque ayudó a concienciar a la gente de que los niños no deben trabajar y deben ir al colegio. Pero hizo falta un gran cambio mental para que los niños dejaran de verse como fuerza de trabajo.

Usted insiste en pedir reformas educativas.

En India la educación no está bien orientada. No vivimos en una economía agrícola ni industrial. Es una economía del conocimiento, es necesaro orientarla a la información y los ordenadores. Los niños de los países pobres necesitan una educación de calidad porque si no, a la larga, eso creará más problemas a esos países.

¿Cuánto tiempo hace falta para que la explotación desaparezca?

Estamos avanzando muy deprisa. En India, China, Brasil la gente está expuesta al conocimiento, incluso en los pueblos, gracias a la televisión y a los teléfonos móviles. La gente habla, y eso crea curiosidad en los pueblos. Quieren cambiar su vida, y ven que eso llega a través del medio y la educación. Hace 20 años la gente creía que la educación no servía para nada; hoy la gente pide un cambio que obliga al Gobierno a cambiar. Y además, la presión de los medios contra las empresas que se benefician del trabajo infantil nos benedicia, como lo ocurrido recientemente con la compañía alemana Merck KGBA. Pienso que en 10 o 20 años el trabajo infantil puede haber desaparecido.

¿Cuál es la última frontera?

Lo más difícil de combatir son algunas mentalidades, como la de la gente de clase alta quien no le importan los niños explotados. Eso da alas a la esta situación.