CAROLINA REYMÚNDEZ
Soitu
Estos días el cuarto piso del MOMA de San Francisco no para de recibir visitas. Allí se expone la retrospectiva del fotógrafo norteamericano Richard Avedon. Muchos visitantes entran exclusivamente para verla, después se van. No les tientan los cuadros de Rothko ni las esculturas de Brancusi. Los 'consumidores' de Avedon van a ver sus fotos y salen inspirados, con la mirada cargada.
La muestra, que se puede visitar hasta el 29 de noviembre, está divida en dos grandes momentos: los años de la moda y el tiempo de los retratos.
Richard Avedon se hizo conocido por sus revolucionarias fotos de moda. Imágenes con sentido del humor. Como si se burlara del 'glam', aunque sofisticadamente. El tipo sacó a las modelos del estudio y las llevó a un circo. De la serie Cirque d'Hiver de París se ve, entre otras, la famosa foto 'Dovima con elefantes' (1955), donde la modelo muestra un vestido de Dior largo hasta los pies mientras coge la trompa de un elefante con una mano y la oreja de otro con su larguísimo brazo extendido. El suelo está lleno de heno y seguramente el ambiente olería más a zoológico que a perfume francés, pero la imagen transmite una elegancia total.
El fotógrafo convierte el estudio en el escenario de un teatro, las modelos parecen actrices y la puesta en escena tiene cierto espíritu dramático. Cuando sale a las calles hace volar las telas de las faldas y sus chicas conversan, fuman y se ríen mientras él hace fotos dinámicas y modernas. Sus imágenes muestran moda pero también cuentan historias.
En 1943, cuando todavía no era 'fotógrafo', Avedon tenía 20 años y trabajaba haciendo fotos carné en la Marina de Estados. Se encargaba retratar a todos los cadetes que ingresaban en ella. "Debo haber tomado fotos de quizás cientos de miles de rostros antes de que se me ocurriera que me estaba convirtiendo en fotógrafo", declaró. De ahí pasó a la revista Harper’s Bazaar y siguió en Vogue y Life. Tiempo después lo hizo en The New Yorker.
Sin dejar la fotografía de moda, comenzó a retratar celebridades. Marilyn Monroe, Bob Dylan, Pablo Picasso, Marc Chagall, Janis Joplin, los Beatles, Chet Baker, Truman Capote, Ronald Reagan, D. D. Eisenhower. Con el tiempo incorporó un escenario para crear retratos esenciales: fondo blanco, cámara de gran formato y una iluminación uniforme que borra detalles y realza la presencia humana. Esos elementos le bastaron a Avedon para captar el aura de sus retratados, que lo miran con los ojos, con el cuerpo, con el alma.
En 1979, cuando el fotógrafo tenía 55 años, Mitchell Wilder, el director del Amon Carter Museum de Fort Worth, Texas, le encargó una misión: que hiciera un viaje para fotografiar la gente y la cultura del American West. Avedon se tomó en serio el encargo y entre 1979 y 1984 recorrió 17 estados, visitó 189 pueblos y fotografió a 752 personas. El resultado de esos cinco años fue el libro 'In the American West', que muestra un inventario personal de pobladores anónimos en un momento en el que el boom del petróleo había terminado y la decadencia de la minería era un hecho.
El fotógrafo los sacó de sus lugares de trabajo, los llevó a un estudio y los retrató utilizando la misma técnica que aplicaba para los famosos. Boyd Fortin, un desollador de serpientes de apenas 13 años; Ronald Fisher, un apicultor; Roberto López, un trabajador de la industria petrolera... y además, amas de casa, secretarias, vagabundos, camareras, más de cincuenta personas a través de las cuales se puede ver el oeste americano.
Cuando murió, en 2004, Richard Avedon tenía 81 años y estaba en una sesión de fotos por un encargo de la revista The New Yorker sobre los candidatos presidenciales. Tiempo antes había dicho: "Y si pasa algún día sin que haga algo relacionado con la fotografía, es como si hubiera descuidado algo esencial de mi existencia, como si me hubiera olvidado de despertarme. Sé que el accidente de ser fotógrafo hizo mi vida posible".
La muestra, que se puede visitar hasta el 29 de noviembre, está divida en dos grandes momentos: los años de la moda y el tiempo de los retratos.
Richard Avedon se hizo conocido por sus revolucionarias fotos de moda. Imágenes con sentido del humor. Como si se burlara del 'glam', aunque sofisticadamente. El tipo sacó a las modelos del estudio y las llevó a un circo. De la serie Cirque d'Hiver de París se ve, entre otras, la famosa foto 'Dovima con elefantes' (1955), donde la modelo muestra un vestido de Dior largo hasta los pies mientras coge la trompa de un elefante con una mano y la oreja de otro con su larguísimo brazo extendido. El suelo está lleno de heno y seguramente el ambiente olería más a zoológico que a perfume francés, pero la imagen transmite una elegancia total.
El fotógrafo convierte el estudio en el escenario de un teatro, las modelos parecen actrices y la puesta en escena tiene cierto espíritu dramático. Cuando sale a las calles hace volar las telas de las faldas y sus chicas conversan, fuman y se ríen mientras él hace fotos dinámicas y modernas. Sus imágenes muestran moda pero también cuentan historias.
En 1943, cuando todavía no era 'fotógrafo', Avedon tenía 20 años y trabajaba haciendo fotos carné en la Marina de Estados. Se encargaba retratar a todos los cadetes que ingresaban en ella. "Debo haber tomado fotos de quizás cientos de miles de rostros antes de que se me ocurriera que me estaba convirtiendo en fotógrafo", declaró. De ahí pasó a la revista Harper’s Bazaar y siguió en Vogue y Life. Tiempo después lo hizo en The New Yorker.
Sin dejar la fotografía de moda, comenzó a retratar celebridades. Marilyn Monroe, Bob Dylan, Pablo Picasso, Marc Chagall, Janis Joplin, los Beatles, Chet Baker, Truman Capote, Ronald Reagan, D. D. Eisenhower. Con el tiempo incorporó un escenario para crear retratos esenciales: fondo blanco, cámara de gran formato y una iluminación uniforme que borra detalles y realza la presencia humana. Esos elementos le bastaron a Avedon para captar el aura de sus retratados, que lo miran con los ojos, con el cuerpo, con el alma.
En 1979, cuando el fotógrafo tenía 55 años, Mitchell Wilder, el director del Amon Carter Museum de Fort Worth, Texas, le encargó una misión: que hiciera un viaje para fotografiar la gente y la cultura del American West. Avedon se tomó en serio el encargo y entre 1979 y 1984 recorrió 17 estados, visitó 189 pueblos y fotografió a 752 personas. El resultado de esos cinco años fue el libro 'In the American West', que muestra un inventario personal de pobladores anónimos en un momento en el que el boom del petróleo había terminado y la decadencia de la minería era un hecho.
El fotógrafo los sacó de sus lugares de trabajo, los llevó a un estudio y los retrató utilizando la misma técnica que aplicaba para los famosos. Boyd Fortin, un desollador de serpientes de apenas 13 años; Ronald Fisher, un apicultor; Roberto López, un trabajador de la industria petrolera... y además, amas de casa, secretarias, vagabundos, camareras, más de cincuenta personas a través de las cuales se puede ver el oeste americano.
Cuando murió, en 2004, Richard Avedon tenía 81 años y estaba en una sesión de fotos por un encargo de la revista The New Yorker sobre los candidatos presidenciales. Tiempo antes había dicho: "Y si pasa algún día sin que haga algo relacionado con la fotografía, es como si hubiera descuidado algo esencial de mi existencia, como si me hubiera olvidado de despertarme. Sé que el accidente de ser fotógrafo hizo mi vida posible".