KEPA ARBIZU
Lumpen
Tiene que ser una sensación curiosa para un músico la de por una parte, estar en activo y sacando discos con relativa periodicidad en los últimos años, y a la vez ser considerado por algunos de tus coetáneos como una influencia clásica. Guy Clark tal vez no pertenezca a esa lista de nombres ilustres reconocidos universalmente, pero para el country, y en general para el rock clásico, sí entra dentro de ese grupo de artistas a los que se respeta y sirven como inspiración para diferentes generaciones. Es muy habitual verle mencionado al lado de genios de la talla de Johnny Cash, Townes Van Zandt, del que fue amigo íntimo, o Merle Haggard.
Estamos ante un personaje que tanto en sus labores de compositor como en las de intérprete se ha tomado la música muy en serio. Como si fuese un orfebre, la trata con dedicación y cuidado. Sólo es necesario ver que después de más de 30 años de carrera sobrepasa por poco la decena de discos. Sus orígenes no sólo están ligados al country, también mantuvo relación con músicos de blues, lo que como es comprensible, incide en su modo de componer y deja la impronta de esa mezcla de géneros.
Ya desde sus primeras grabaciones, sobre todo con el monumental “Old No1”, se convierte en uno de los nombres importantes del género. Su carrera transita lenta pero segura. Repleta de temas con su propio sello, no sólo musical, ya que es reconocible también su forma serena, pero con lirismo, de narrar historias cotidianas de hombres comunes.
En los últimos años ha creado a su alrededor una banda casi inmutable, en la que destaca el excelente guitarrista, Verlon Thompson. Para su recién estrenado trabajo, “Somedays the song writes you”, vuelve a rodearse de los habituales, y qué mejor que entre todos asumir también las labores de producción.
No hay que esconder que en esta nueva grabación la voz de Guy Clark da la sensación de haber sufrido un leve bajón. Se ve que le cuesta alcanzar la fuerza de otras veces y suena más apagado de lo habitual. Es de suponer que los años pasan factura.
El disco comienza con su canción homónima, una relajada y dulce melodía acompañada por una instrumentación puramente country (mandolinas, violines... ). Aquí la voz de Clark suena clara, dentro de su registro. En el mismo terreno se mueve la versión que hace del bello tema de su amigo Townes Van Zandt (“If I needed you”).
En “The guitar” o “Hemingway’s whiskey” tanto su modo de cantar como el acompañamiento se vuelve más sobrio. La primera relata la historia de un extravagante músico y las consecuencias que tiene en él una vieja guitarra comprada en una casa de empeños. Aquí Guy Clark se dedica prácticamente a recitar mientras que la segunda la interpreta con un tono mucho más oscuro y quebrado.
Como quedó claro al principio, a lo largo de su carrera la influencia del blues siempre ha estado presente y como no podía ser menos, aquí nos encontramos algunos temas que dejan entrever esa influencia. “All she wants” es un primer acercamiento leve, todavía no se hace patente del todo. Es en “Hollywood”, “Wrong side of tracks” y “One way ticket down” cuando el ritmo se vuelve más sincopado, la guitarra suena más oscura y punzante y aparecen instrumentos como la harmónica. El punto y final al disco lo pone la dylaniana “ Maybe I can paint over that”.
A uno le da por pensar qué resultado hubiera dado este excelente disco si hubiese sido grabado hace unos años, cuando la voz de Clark se notaba en perfectas condiciones. En comparación con “Workbench songs”, su anterior disco realizado hace tres años, se encuentra un peldaño por debajo y me temo que se trata por el tema mencionado. Aun así estamos ante otra muestra del talento del americano para crear grandes canciones y seguir haciendo más grande su clásica figura.
Estamos ante un personaje que tanto en sus labores de compositor como en las de intérprete se ha tomado la música muy en serio. Como si fuese un orfebre, la trata con dedicación y cuidado. Sólo es necesario ver que después de más de 30 años de carrera sobrepasa por poco la decena de discos. Sus orígenes no sólo están ligados al country, también mantuvo relación con músicos de blues, lo que como es comprensible, incide en su modo de componer y deja la impronta de esa mezcla de géneros.
Ya desde sus primeras grabaciones, sobre todo con el monumental “Old No1”, se convierte en uno de los nombres importantes del género. Su carrera transita lenta pero segura. Repleta de temas con su propio sello, no sólo musical, ya que es reconocible también su forma serena, pero con lirismo, de narrar historias cotidianas de hombres comunes.
En los últimos años ha creado a su alrededor una banda casi inmutable, en la que destaca el excelente guitarrista, Verlon Thompson. Para su recién estrenado trabajo, “Somedays the song writes you”, vuelve a rodearse de los habituales, y qué mejor que entre todos asumir también las labores de producción.
No hay que esconder que en esta nueva grabación la voz de Guy Clark da la sensación de haber sufrido un leve bajón. Se ve que le cuesta alcanzar la fuerza de otras veces y suena más apagado de lo habitual. Es de suponer que los años pasan factura.
El disco comienza con su canción homónima, una relajada y dulce melodía acompañada por una instrumentación puramente country (mandolinas, violines... ). Aquí la voz de Clark suena clara, dentro de su registro. En el mismo terreno se mueve la versión que hace del bello tema de su amigo Townes Van Zandt (“If I needed you”).
En “The guitar” o “Hemingway’s whiskey” tanto su modo de cantar como el acompañamiento se vuelve más sobrio. La primera relata la historia de un extravagante músico y las consecuencias que tiene en él una vieja guitarra comprada en una casa de empeños. Aquí Guy Clark se dedica prácticamente a recitar mientras que la segunda la interpreta con un tono mucho más oscuro y quebrado.
Como quedó claro al principio, a lo largo de su carrera la influencia del blues siempre ha estado presente y como no podía ser menos, aquí nos encontramos algunos temas que dejan entrever esa influencia. “All she wants” es un primer acercamiento leve, todavía no se hace patente del todo. Es en “Hollywood”, “Wrong side of tracks” y “One way ticket down” cuando el ritmo se vuelve más sincopado, la guitarra suena más oscura y punzante y aparecen instrumentos como la harmónica. El punto y final al disco lo pone la dylaniana “ Maybe I can paint over that”.
A uno le da por pensar qué resultado hubiera dado este excelente disco si hubiese sido grabado hace unos años, cuando la voz de Clark se notaba en perfectas condiciones. En comparación con “Workbench songs”, su anterior disco realizado hace tres años, se encuentra un peldaño por debajo y me temo que se trata por el tema mencionado. Aun así estamos ante otra muestra del talento del americano para crear grandes canciones y seguir haciendo más grande su clásica figura.