Pop-rock: una historia de homenajes, préstamos, éxitos y... plagios

JUAME PI
La Vanguardia



La acusación del guitarrista Joe Satriani a Coldplay, nuevo episodio de un largo historial de casos de plagio y reabre el debate entre los límites de la creación original y la copia.

Inspirarse en otras canciones ha sido lo habitual en la historia del pop-rock. Versionar o rendir tributo a viejos éxitos, o tomar prestados elementos de aquellos temas precedentes para componer nuevas creaciones configura la esencia misma de la música moderna. Siempre que se haga con permiso, claro. Pero usar compases o melodías enteras de los demás para crear canciones firmadas como propias puede vulnerar los derechos de autor, aunque, no por ello, no ha sido también una práctica recurrente en el pop-rock. De paso, cada nuevo caso que aparece reabre el debate entre las tenues fronteras de la originalidad y la copia.


El último de esos episodios, ayer mismo, es la acusación del guitarrista Joe Satriani al grupo británico Coldplay por plagio de su sencillo Viva la vida. El guitarrista estadounidense presentó una demanda a una Corte Federal de Los Angeles en la que asegura que la canción de la banda de Chris Martin contiene partes "originales" de If I could fly. El caso, como muchos otros precedentes, acabará siendo resuelto en los tribunales.

Curiosamente, el tema Vida la vida ya había sido objeto de acusaciones de plagio, aunque no llegó a manos de la Justicia. Tres días después de que los británicos lanzaran su último álbum, la banda neoyorquina Creaky Boards denunció públicamente que el sencillo era una copia de su canción The Songs I didn't Write, cosa que los ingleses, claro, negaron.

Harrison y el "plagio subconsciente"

No es ni será la primera vez. Muchos han olisqueado en repertorios de otros y los han utilizado sin permiso. Quizá el caso más conocido es el que afectó a George Harrison. Su éxito My Sweet Lord, que celebraba sus influencias indias, era clavadita a He"s So Fine del grupo de soul estadounidense The Chiffons. Alguien se dio cuenta y acusó al ex Beatle de plagio. Finalmente, Harrison fue absuelto en base a un novedoso concepto: el de "plagio subconsciente", es decir, copiar sin querer.

Sí que eran conscientes –ellos mismo lo admitieron- los plagios de Led Zeppelin. A lo largo de su carrera, la banda británica tomó viejas canciones blues para grabar algunos de sus mayores éxitos. En su momento, quedó demostrado que su gran Whole lotta love se inspiraba más de la cuenta en un blues de Willie Dixon grabado por Muddy Waters en 1962. Tras la consecuente demanda, el grupo tuvo que admitir la "coautoria" de Dixon en 1985.

Rey del pop, rey de las demandas

Pero si hay un rey del plagio, este es Micheal Jackson. Nueve son las acusaciones que ha recibido el rey del pop, con lo que Jackson tiene el honor de liderar la lista de copiones por lo que a denuncias se refiere. Ejemplos, muchos. Su canción Wanna Be Starting Something fue considerada una copia de Soul Makossa, de Manu Dibango, por la cual tuvo que pagar una cuantiosa suma en concepto de derechos de autor. Pero el más sonado fue cuando un juez italiano consideró que Will You Be There tenía suficientes similitudes con I cigni di balaka, de Al Bano, como para ser considerada una copia. Finalmente Jackson ganó el litigio (tuvo que recurrir) a la pareja de Romina Power, pero el rey del pop a punto estuvo de pagarle dos millones de dólares.

Más recientemente, en septiembre de 2007, un tribunal de Bruselas dictaminó que el célebre You are not alone plagiaba a If we can Stara all over de los belgas Danny y Hedí Van Passe, tras más de 12 años de disputas judiciales.

Otros artistas pop han sido más descarados. La estrella Micheal Bolton lanzó en 1991 uno de sus mayores éxitos comerciales: Love is a Wonderful Thing. Casualidad o no, el título coincidía con una canción de los setenta de la banda soul Isley Brothers. Pero era más que eso: era casi idéntica. En el caso de Bolton, resolvió el Tribunal Supremo de los EE.UU. que consideró demostrado el plagio y obligó a que los Isley Brother fueran indemnizados con todos los beneficios obtenidos por dicha canción, además del 28% de los beneficios del álbum, cifra que fue de más de 5 millones de dólares. Se trata de una de las cantidades más altas en este concepto. El sumario del caso Three Boys Music contra Michael Bolton lo deja claro.

Oasis, Avril Lavigne, Radiohead, Madonna...nadie se salva

Oasis también cuenta con una larga lista de plagios. En su gran álbum de referencia, (What"s the Story) Morning Glory?, en que la multiplicidad de influencias, tributos y demás es reconocida por los propios miembros del grupo, se encuentra el caso más flagrante. El estribillo de Step Out, uno de sus singles es idéntico al de Uptight del Stevie Wonder. La canción fue eliminada del disco a última hora, justamente, por su parecido con la canción de Motown, aunque sí fue incluida como cara B de su famoso sencillo Don't Look Back in Anger, quizá para disimular. Pero hubo denuncia y el juez falló a favor del músico estadounidense. Ahora, Wonder y Gallagher comparten la autoría de la canción, en una de las parejas de la composición más insólitas de la historia.

No es la única denuncia que han recibido por ello. El propio Noel Gallagher admite sin sentimiento de culpa la tendencia al plagio. De hecho, hay algo más. El líder de Oasis defiende el derecho a ello y así entra de lleno en el debate sobre los derechos de autor. Lo que ya no tiene gracia es que Gallagher acuse cínicamente a los Green Day de copiar su hit Boulevard of Broken Dreams del clásico Wonderwall, aunque ambos temas guarden un parecido notable.

Otros casos a mencionar son la denuncia que le cayó a Avril Lavigne por parte de los miembros del grupo setentero The Rubinoos, al considerar que el famoso Girlfriend de la cantante es clavado a I wanna be your boyfriend. También Madonna vio como en Bélgica se prohibía la emisión de su sencillo Frozen al considerarse plagio de Ma vie fout le camp, compuesta por Salvatore Acquaviva. Otro caso es el de Creep de Radiohead, que la banda The Hollies acusó de plagio de su The Air That I Breathe.

Y todos ellos, sin contar los numerosos plagios que los internautas descubren diariamente entre piezas más o menos conocidas del mundo del pop-rock. Un vistazo a los foros es un ejercicio cuando menos divertido al ver las enormes similitudes que presentan muchos temas. Si todas fueran denunciadas...

Caso patrio reciente

El caso español más conocodio fue el que afectó a Mikel Erentxun. El grupo Lightning Seeds denunció que el pegadizo 1 + 1 son siete, que interpretó el ídolo juvenil Fran Perea, era una copia descarada de su tema Pure, de 1985. Ciertamente, el parecido entre ambas es indiscutible. En su momento Erentxun se defendió aduciendo que aunque conocía el grupo y reconocía el parecido, "no fue premeditado". No ha habido aún resolución al respecto.

¿Legítimo o no?

Se considera ilegal un mínimo de entre tres y ocho compases repetidos en función del país para que se pueda hablar de plagio. No obstante, tomar partes de otras canciones es habitual en la música pop de hoy en día y plantea un debate sobre el derecho a copia que muchos artistas defienden. La tecnología permite con cada vez mayor facilidad extraer partes de otras grabaciones y mezclarlas en un nuevo discurso. El bootleg, o yuxtaposición de temas grabados para crear algo nuevo, es la base de la música electrónica y hip-hop. Uno de los primeros precedentes de ello es Good Times, de Chic, en el que se basa Rappers Delight de Sugar Hill Gang, uno de los temas fundacionales del rap. Aunque el bootleg es ilegal, está tan extendido en el mundo musical que es imposible de perseguir.

Muchos músicos se preguntan qué sentido tiene aún preguntarse por todo ello, cuando la música de hoy en día se basa estrictamente en este cortar-pegar tan particular. El límite aún está en pedir permiso o no. Pero el debate sobre el concepto de autoría, siempre en entredicho en la música popular, está más que nunca sobre la mesa.