El primer revés del sueño americano


La Fundación Mapfre inaugura una completa retrsopectiva de Walker Evans con más de un centenar de «vintages». La Gran Depresión de Estados Unidos, vista a través del gran fotógrafo de la crisis


NATIVIDAD PULIDO
ABC





Su aguda conciencia del mundo llevó al fotógrafo norteamericano Walker Evans (1903-1975) a convertirse en uno de los referentes de la fotografía contemporánea. La Fundación Mapfre, tras dedicar su nueva sede en el Paseo de Recoletos de Madrid a las artes plásticas y la escultura, ha reservado sus antiguas salas de General Perón para exponer exclusivamente fotografía. Esta nueva etapa se inaugura a lo grande con una completa retrospectiva de Evans. Los fondos (más de un centenar de instantáneas, todas «vintages», o sea copias de época) proceden de la mejor colección privada (norteamericana) que atesora obra de Walker Evans. Tras su muerte, el Metropolitan neoyorquino adquirió todo su archivo y posee los derechos de sus imágenes.

La muestra, comisariada por Jeff L. Rosenheim, conservador de Fotografía del Met, abarca desde 1928 hasta 1975, año de su muerte; por tanto, podemos admirar todas sus etapas. Por un lado, cuelgan en la Mapfre -que tiene en su colección dos obras de Evans- sus encuadres y perspectivas sin precedentes de Nueva York (el puente de Brooklyn visto desde abajo; planos inéditos de los rascacielos...), tomados a finales de los años veinte con una Leica. Son de una modernidad aplastante.

Al igual que hizo la generación de Faulkner y Hemingway, Evans cuenta las cosas como son, con una mirada aséptica, pero siempre eleganteTambién, su acercamiento (es pionero en ello) a la América real, con sus luces pero también con sus sombras. «Marcó los principios del lenguaje fotográfico y fue el artista que mejor supo retratar Estados Unidos durante la Gran Depresión; fue el gran fotógrafo de la crisis -comenta Pablo Jiménez, director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre-. Evans es, para los norteamericanos, su Picasso. De la forma más convincente posible, retrata ese mundo desengañado. Es el primer revés del sueño americano. No esconde las miserias; está la verdad».

La Gran Depresión

Fue contratado para formar parte de un programa impulsado por Roosevelt, «Farm Security Administration», creado para estabilizar la economía del país, sumida entonces en la Gran Depresión. Aquel proyecto -que mezclaba crítica social, fotografía documental y belleza estética- nos ha dejado imágenes imborrables, conmovedoras, de la América profunda, como ese niño con rostro triste sentado en su casa de Virginia. La única felicidad de la fotografía procede de unas imágenes publicitarias colgadas en la pared para protegerse del frío. En una de ellas sonríe Santa Claus, que parece haberse olvidado de ese rincón escondido de América. Igualmente célebres, sus maravillosos retratos de los granjeros del sur de Estados Unidos que hizo para «Fortune».

Entre 1938 y 1945, el trabajo de Walker Evans dio un vuelco radical y comienza a experimentar con una Contax de 35 mm que esconde en su abrigo. Con ella roba imágenes de los viajeros del Metro de Nueva York, que conforman una espléndida serie. Ajenos al objetivo de Evans, se muestran tal como son. Y, aunque siempre desconfió del color, al final de su vida se dejó seducir por la Polaroid SX-70. Una selección de estas postreras instantáneas (señales de tráfico, imágenes publicitarias), que semejan pinturas abstractas, cierran la exposición. Sobre la Polaroid, decía Evans: «Creo que es la primera vez que se puede poner una máquina en manos de un artista y dejar que se base sólo en su visión, su gusto y su cerebro». Y de las tres cosas andaba sobrado Walker Evans.