SEBAS ALONSO
Soitu
Describe a sus padres como "hippies" —quienes parecen haber sido una clara influencia en sus sombreros—, cantó en las calles incluso después de publicar su primer álbum, se metió en una batalla legal interminable con uno de sus principales músicos, al parecer algo más que un amigo... y ahora publica nuevo álbum, 'Bare Bones', que ya puede escucharse en su web.
Si para un cantante indie es un problema salir anunciado en la tele porque sus fans le dirán que se ha vendido, y si es perjudicial que le comparen con la Velvet o Beach Boys porque el listón es demasiado alto, ¿qué significa para un cantante de jazz, siempre más cercano a los terrenos de la música culta, salir en un anuncio de vaqueros o que le comparen con Billie Holiday?
Es un marrón importante que Madeleine Peyroux ha ido sorteando, vendiendo millones de copias al tiempo que ganaba algún que otro premio a la mejor artista de jazz internacional, como el de la BBC de 2007. Una crítica de Allmusic, que puntuaba 'Half The Perfect World', su cuarto y hasta ahora último álbum, con tres estrellas y media, se preguntaba cuándo Madeleine se iba a abrir completamente en sus canciones. Esta era sin duda su cuenta pendiente.
Peyroux siempre ha guardado con recelo su intimidad y rara vez ha hablado sobre su vida privada. Cuando la denunció William Galison, el músico con el que giró y llegó a grabar el EP 'Got You On My Mind' en 2002, después reconvertido en disco largo, debió de pasarlo muy mal. En realidad, se denunciaron mutuamente varias veces y con distintas versiones de los hechos. Él dijo que eran pareja artística y profesional y que le abandonó sin explicaciones, ella le reclamó dinero por las ventas de ese EP, él dijo que con el dinero invertido en abogados y pleitos para poder publicarlo, no había ganado nada. Pero el escándalo, nunca resuelto al 100%, aunque el disco está a la venta, queda lejos, y es el momento definitivo de que ella pierda el miedo a desnudarse de verdad delante del público.
'Bare Bones', que sale a la venta el 10 de marzo, es el primer disco de Madeleine Peyroux en el que ha participado en todas las composiciones. Hasta ahora sólo había co-escrito tan pocas canciones que pueden contarse con los dedos de una mano, y se había centrado sobre todo en interpretar versiones. Elliott Smith, Bob Dylan o Leonard Cohen son algunos de los artistas con los que se ha atrevido.
Ahora que sólo ha interpretado temas propios, Madeleine dice que, aparte del reto de escribir, ha tenido que enfrentarse con el de transmitir exactamente lo que quería. Cita a la budista Pema Chödrön para justificar el título del disco, que hace referencia a "la esencia" de las cosas, a ese "algo" que merece la pena de lo que pierdes, en el caso de Peyroux, su padre, que falleció hace unos años.
Para conseguir las canciones adecuadas, tanto ella como su inseparable Larry Klein han sudado tinta. Meses, prácticamente años, dándole vueltas a la música y a las letras, para terminar grabando todo rápidamente, aunque sin prisa, en tan sólo una semana. Algunos temas, como 'Homeless Happiness', en sólo dos tomas; el resto, como mucho, en sólo cuatro o cinco.
Probablemente ella y Larry querían buscar un sonido poco recargado y natural que acentuase la voz y los sentimientos de Madeleine. Ella, como intérprete, está muy lejos del desgarro y la improvisación de Sharon Jones o de los coqueteos de Amy Winehouse con el jazz en su primer álbum 'Frank', nunca exentos de rebeldía y suciedad. La música de Madeleine es más complaciente para toda la familia, pero no por ello está alejada, efectivamente, de Billie Holiday o Ella Fitzgerald, y su tono termina resultando maravilloso.
Los días en que su padre mudó a toda la familia a Brooklyn para que él pudiera convertirse en actor, o que su madre, ya divorciada, la llevó a vivir a París, han marcado decisivamente su personalidad y voz. Como también su empeño en tocar con músicos callejeros en Francia o las giras con Cesária Évora. Madeleine cuenta con la dosis justa de trasfondo bohemio para ganar credibilidad en el mundillo.
Si para un cantante indie es un problema salir anunciado en la tele porque sus fans le dirán que se ha vendido, y si es perjudicial que le comparen con la Velvet o Beach Boys porque el listón es demasiado alto, ¿qué significa para un cantante de jazz, siempre más cercano a los terrenos de la música culta, salir en un anuncio de vaqueros o que le comparen con Billie Holiday?
Es un marrón importante que Madeleine Peyroux ha ido sorteando, vendiendo millones de copias al tiempo que ganaba algún que otro premio a la mejor artista de jazz internacional, como el de la BBC de 2007. Una crítica de Allmusic, que puntuaba 'Half The Perfect World', su cuarto y hasta ahora último álbum, con tres estrellas y media, se preguntaba cuándo Madeleine se iba a abrir completamente en sus canciones. Esta era sin duda su cuenta pendiente.
Peyroux siempre ha guardado con recelo su intimidad y rara vez ha hablado sobre su vida privada. Cuando la denunció William Galison, el músico con el que giró y llegó a grabar el EP 'Got You On My Mind' en 2002, después reconvertido en disco largo, debió de pasarlo muy mal. En realidad, se denunciaron mutuamente varias veces y con distintas versiones de los hechos. Él dijo que eran pareja artística y profesional y que le abandonó sin explicaciones, ella le reclamó dinero por las ventas de ese EP, él dijo que con el dinero invertido en abogados y pleitos para poder publicarlo, no había ganado nada. Pero el escándalo, nunca resuelto al 100%, aunque el disco está a la venta, queda lejos, y es el momento definitivo de que ella pierda el miedo a desnudarse de verdad delante del público.
'Bare Bones', que sale a la venta el 10 de marzo, es el primer disco de Madeleine Peyroux en el que ha participado en todas las composiciones. Hasta ahora sólo había co-escrito tan pocas canciones que pueden contarse con los dedos de una mano, y se había centrado sobre todo en interpretar versiones. Elliott Smith, Bob Dylan o Leonard Cohen son algunos de los artistas con los que se ha atrevido.
Ahora que sólo ha interpretado temas propios, Madeleine dice que, aparte del reto de escribir, ha tenido que enfrentarse con el de transmitir exactamente lo que quería. Cita a la budista Pema Chödrön para justificar el título del disco, que hace referencia a "la esencia" de las cosas, a ese "algo" que merece la pena de lo que pierdes, en el caso de Peyroux, su padre, que falleció hace unos años.
Para conseguir las canciones adecuadas, tanto ella como su inseparable Larry Klein han sudado tinta. Meses, prácticamente años, dándole vueltas a la música y a las letras, para terminar grabando todo rápidamente, aunque sin prisa, en tan sólo una semana. Algunos temas, como 'Homeless Happiness', en sólo dos tomas; el resto, como mucho, en sólo cuatro o cinco.
Probablemente ella y Larry querían buscar un sonido poco recargado y natural que acentuase la voz y los sentimientos de Madeleine. Ella, como intérprete, está muy lejos del desgarro y la improvisación de Sharon Jones o de los coqueteos de Amy Winehouse con el jazz en su primer álbum 'Frank', nunca exentos de rebeldía y suciedad. La música de Madeleine es más complaciente para toda la familia, pero no por ello está alejada, efectivamente, de Billie Holiday o Ella Fitzgerald, y su tono termina resultando maravilloso.
Los días en que su padre mudó a toda la familia a Brooklyn para que él pudiera convertirse en actor, o que su madre, ya divorciada, la llevó a vivir a París, han marcado decisivamente su personalidad y voz. Como también su empeño en tocar con músicos callejeros en Francia o las giras con Cesária Évora. Madeleine cuenta con la dosis justa de trasfondo bohemio para ganar credibilidad en el mundillo.