"Beware", Bonnie "Prince" Billy (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




Bonnie "Prince" Billy puede ser considerado el “gurú” del sonido tan de moda hoy en día (incluso se echa de menos algo de criba en dicho estilo) basado en la actualización del country-folk. Es decir, con las bases de esa música construir una visión personal con estilos y modos actuales. Él fue uno de los primeros, y tanto por su calidad como por su continuada carrera, empezando a mediados de los noventa y activa hoy en día, así lo tiene merecido.

Ya sea con su alias, con su nombre verdadero (Wild Oldham) o en formato grupo, Palace Brothers (más tarde derivaría en Palace, Palace Song), lleva más de diez años sacándole jugo a la música tradicional americana, buscando entre sus rendijas y moldeando sus sombras para recrearlo a su modo particular. A veces sufriendo de incontinencia musical, en tres años entre discos de estudio y directos ha editado cinco, pero siempre dando pasos para apuntalar su mirada singular. Para ser sinceros entrar en ella no es una tarea fácil. Nos toparemos con historias de muerte, violencia y sobre todo mucha soledad. A todo ello colaboran tanto sus influencias musicales, desde Johnny Cash hasta Dylan o Neil Young, como su carácter taciturno, poco dado a las apariciones públicas y a ventilar su vida pública, cosa que choca frontalmente con su otra labor y según él su verdadera pasión, el cine.

Su nuevo disco bajo el pseudónimo Bonnie "Prince" Billy, "Beware", es en cierto modo una vuelta al sonido country más clásico. En ese sentido, el de basarse en la parte más ortodoxa de una raíz musical, tiene puntos comunes con lo hecho en su proyecto Palace Brothers. Esta vez, su mirada siempre misteriosa y algo apocalíptica viene adornada con elementos de la música americana tradicional, como son el violín, los coros de acompañamiento y la guitarra slide.

Para su nuevo trabajo ha contado con un montón de colaboradores de los que sobresale el ex componente de Wilco Leroy Bach y otro desconocido y multidisciplinar genio como es John Langford. Incluso en esta ocasión, y es novedoso, se ha preocupado de hacer algo de promoción en los medios, no sin cierta dosis de cinismo en tal acción (precisamente demostrando lo poco rentable de dicho acto dentro de este ámbito).

Como ya he dicho, la mayoría de las canciones tienen un sonido añejo y siguen los parámetros más clásicos, así es que "Beware your only friend", "You can’t hurt me now" o "I am goodbye", son una lección y un catálogo de ritmos e instrumentación de épocas pasadas, composiciones que recuerdan a las interpretadas por estrellas como Johnny Cash, Hank Williams o Emmylou Harris. “Death final” continúa dentro de la misma senda, con las mismas bases, pero con un tono más oscuro y melancólico. “Heart’s arms” es un precioso llanto dramático. "There is something I have to say" se sostiene a la perfección, casi únicamente con su voz y guitarra, creando una atmósfera estremecedora y que podía pertenecer a alguno de sus primeros discos.

Desde su discográfica y demás sitios cercanos al artista se había definido al disco como definitivo, de mayor ambición y más completo. Están en su misión de vender el producto y nosotros en la de llegar a nuestras propias conclusiones. Sin desmerecer el resultado final, tal propaganda peca de exagerada, no nos encontramos ante una de sus más logradas obras pero desde luego es siempre gratificante adentrarse en un ser tan complejo y conmovedor como Oldham.