ALEJANDRO ARTECHE
Soitu
Ser un grupo de culto en España es lo más jodido que le puede pasar a un músico. Lo que en otros países supone estatus, reconocimiento profesional y un circuito alternativo bastante interesante que te da para vivir sin muchos problemas, aquí supone morirte de asco y tener que buscarte la vida de otra manera.
Uno de los primeros temas que comenzaron a sonar en Radio 3 de Surfin’ Bichos fue 'Gente abollada'. En seguida calaron en los oyentes y se convirtieron en uno de los grupos favoritos de revistas y profesionales, pero tuvieron la mala suerte de aparecer cuando en España volvía a molar lo indie y cantar en inglés con acento de Burgos. El pop español ya no estaba de moda como a mediados de los 80 y ya no se programaban grupos musicales a todas horas en tv. Eso se saldó con problemas a la hora de editar discos, actuaciones en salas medio vacías y poco dinero. Al final Surfin’ Bichos se separaron, tuvieron su aureola de 'malditos' y una legión de admiradores grande, pero no lo suficiente para vivir de su asistencia a los conciertos o la compra de sus discos. Hace un par de años el grupo volvía a reunirse para dar una serie de conciertos de despedida por los diversos festivales que proliferan en nuestra península. Era un intento de terminar un proyecto ya acabado en falso y hacerlo bien, por la puerta grande.
Durante esos conciertos Rogelio Abraldes estuvo siguiendo al grupo cámara en mano para plasmar el ambiente como si de una road movie manchega se tratase. Hoy el ciclo se cierra. Surfin’ Bichos terminaba, ahora sí, de verdad, su carrera en un concierto en su ciudad, Albacete, dentro del Festival de cine Abycine, festival en el que dos años después se ha estrenado 'Buzos haciendo surf', el documental de Rogelio Abraldes que resume el adiós definitivo del grupo albaceteño.
La génesis de un proyecto
"Yo era muy fan del grupo", nos cuenta Rogelio, "pero por circunstancias de trabajo me enteré tarde de la noticia de la reunión. Sí que pude asistir a uno de los primeros conciertos de la gira, en el Metrorock de Madrid y allí, durante ese concierto, surgió la idea. Me gusta mucho fijarme en el backstage y pude ver cómo Joaquín Pascual se abrazaba a alguien emocionado en un lado del escenario, y en otro momento uno de los miembros del equipo jaleaba cabreado al público para demandar más participación y más aplausos. Estaba como diciéndonos: 'pero ¿sabéis a quién tenéis aquí?' o quizá '¿os dais cuenta de que ésta puede ser la última vez que veis a Surfin’ Bichos en directo?'. Estaba claro que había una historia potente, que parecía hablar de un tiempo pasado, de cierta injusticia, y de amistad."
Carlos Valcárcel, por su lado, relata cómo "la producción ha estado íntegramente a cargo de La Nube Studio. Nos hemos presentado a diferentes subvenciones públicas, pero no ha habido manera, cero euros. Lo que sí ha habido es una ayuda increíble por parte de todos los miembros del equipo, que han puesto todo su esfuerzo desinteresadamente. Desde luego, este tipo de proyecto (dos años de duración, grabaciones imprevistas, horarios imposibles sobre todo durante la gira, etc.) sólo se puede hacer con buenos amigos".
Aunque claro, y para seguir dentro de la historia del malditismo y el culto que ha rodeado siempre a Surfin’ Bichos, sólo a Rogelio y Carlos se les ocurre hacer un documental y encima sobre un grupo que no mueve masas, lo que en España significa suicidio artístico, escasa distribución y pocas posibilidades de ser proyectado en cines.
"La intención es claramente editar un dvd con el documental", explica Carlos Valcárcel, "acompañado de otro disco de extras con canciones en directo, ya que tenemos grabadas muchas horas de concierto. Creemos que a los fans les gustaría tener este material. Tenemos que hablar con el grupo y estudiar cómo gestionar todos los temas de derechos. Por eso estamos buscando distribución, aunque todavía es pronto para juzgar cómo va el proceso. Sabemos que es difícil, pero no descartamos verlo en una pantalla como la de los cines Golem en Madrid, por ejemplo. Si no nos gustasen los retos, no hubiésemos hecho el documental".
Por si fuera poco y para buscarse más problemas, Rogelio era fan de Surfin’ Bichos pero no tenía contacto con ellos ni los conocía. ¿Cómo logra alguien convencer a un grupo en plena gira de conciertos de despedida donde no tiene nada que promocionar para que le den total libertad para seguirles con una cámara?
"No conocía a nadie del grupo", recuerda. Gabriel, siendo de Albacete, conocía a un amigo de Carlos Cuevas, el batería. Así surgió el contacto, pero era bastante lejano, por lo que podían haber dicho que no al proyecto. El caso es que Fernando Alfaro accedió y le conté nuestra propuesta de documental, que era muy concreta: observarles durante esos últimos meses de la gira de reunión. Y ahí empezó todo".
Luces y sombras detrás de un documental
'Buceando con bichos' no es sólo un documental de la reunión de un grupo y las imágenes de sus viajes y sus conciertos. Hay mucha historia detrás, con luces y sombras. Quizá el no haber sido una banda mediática ha 'ocultado' mucha información de lo que ha pasado en la trastienda de Surfin’ Bichos y que ahora ve la luz. Problemas como la expulsión de la formación del primo de Alfaro —y ahora en el documental cuentan cómo las familias estuvieron prácticamente sin hablarse durante mucho tiempo—, o los disgustos que causaba descubrir ciertas letras de canciones en libretas abandonadas en casa. Estos conciertos de despedida han servido, entre otras cosas, para una última reunión en el escenario de los primos y cerrar viejas heridas.
"Discutimos mucho Carlos, Gabriel y yo de cuánto metraje e importancia le íbamos a dar al conflicto entre los primos", cuenta Rogelio. "En su entrevista, Fernando Alfaro e Isabel León hablaban del tema, pero no entró en el montaje final por razones narrativas. Lo que sí estaba claro era que teníamos que contarlo porque fue un hecho clave en la gira de reunión. Tampoco queríamos darle muchos minutos porque el documental tiene bastante de road movie, y eso podía desviar la atención. Además es un tema delicado entre los miembros del grupo. Yo estoy seguro de que para ambos, para Fernando y para Josemari, fue un reencuentro sincero e importante. Creo que las imágenes lo expresan así. A Fernando se le nota tanto en el ensayo como en el directo".
Esta gira de reunión se hizo sin una de las piezas claves en Surfin’ Bichos, Manolo Rock, mánager del grupo cuando estuvieron en activo. En el documental, Manolo recuerda cómo eran esos conciertos con poca gente y menos entusiasmo en el grupo que veían tocar. En sus declaraciones, el ex mánager considera el éxito de estos conciertos de vuelta como no reales, ya que son en festivales y no en salas donde el público iría a ver exclusivamente a los Surfin’. ¿Resquemor tal vez por no haber sido él el encargado de gestionar esta gira?
Para Rogelio Abraldes, "Manolo Rock lleva muchos años sin tener contacto con Surfin’ Bichos, por eso hubiese sido muy difícil que lo hubiesen llamado para esta gira. Les tiene mucho aprecio, habla maravillas de ellos y de aquella época. Lo que sí es cierto es que él piensa (y lo dice en el documental) que la reunión fue básicamente por dinero y que faltó química en esta gira. Pero no juzga si eso es bueno o malo. De hecho, dice que les ha permitido ganar lo que se merecían ganar".
Road movie y biografía cruda
'Buceando con bichos' no es un documental musical típico que refleje el oro y el lujo de los grandes artistas. Al contrario. Tiene un regusto a road movie y a biografía cruda. A veces, cuando se habla de tiempos pasados de poco éxito, casi parece que estemos viendo una versión musicada de 'El desencanto', el documental sobre la familia Panero. Sobre el metraje planea la sombra de qué bonito y qué estatus da es eso de ser un maldito para los fans, pero que fastidioso es tener que tocar el fin de semana con tu grupo por ahí para tener que volver el lunes a tu vida de profesor o a la fábrica porque con la música no puedes comer.
"Ellos son conscientes de su estatus como grupo de culto", explica Rogelio, "lo oyen mucho en radios y revistas, pero son muy realistas con su trabajo. A ellos lo que les gusta es hacer música y si tienen que trabajar en otras cosas para hacer lo que les gusta, pues adelante. Carlos Cuevas, el batería, nos decía que no se imaginaba la vida sin tener un grupo, sin ensayar, sin ir a tocar. Eso lo dice todo. Y si nos fijamos en la cantidad de proyectos que tienen todos, pues nos damos cuenta de que no paran. Chucho, Mercromina, Is, Travolta, Los Alienistas, ahora Tortel, y más cosas que hacen por gusto y no salen a la luz. ¡Son incansables!"
Aparte de los miembros de Surfin’ Bichos y sus allegados, en el documental también tiene voz la otra parte de la historia: su biógrafo oficial, el responsable de una web homenaje, críticos que ayudaron a auparles en su momento como Jesús Ordovás y fans. Uno de ellos y el más pintoresco es un sacerdote de un pequeño pueblo, algo curioso para un grupo cuyas letras hablan de ángeles inseminadores y son muy críticas con el catolicismo.
Rogelio cuenta que "Rami, el cura, es conocido en el mundo Surfin’ porque escribió un artículo sobre las letras de Fernando Alfaro. Nos pareció muy interesante su perspectiva sobre el mundo de Alfaro, contraria a la de casi todos, pero en el fondo complementaria. Su teoría es que el trasfondo bíblico de las letras no sólo es un juego irreverente, o un rebote, o una provocación, sino que hay algo de búsqueda interior. Hay una cosa que me gustaría haber grabado pero no pudo ser y es que en sus catequesis, algunas veces, les pone a los chicos canciones de Surfin’ Bichos".
El broche de oro, en su casa
El grupo da uno de sus últimos conciertos en el Festival de Cine de su ciudad, Albacete. 'Buceando con bichos' se estrena también allí como una especie de segundo cierre del ciclo del grupo. Pero "lo de Abycine fue pura casualidad", explican. "Nosotros sabíamos que ese concierto era muy especial. Y lo fue. Todo el equipo del Festival nos ayudó mucho en la grabación. Tiempo después, nos llamaron para ver cómo iba el proyecto y saber si era posible estrenarlo en el Festival de 2008. Vieron algunos fragmentos, les gustaron y empezamos a tratar el tema más en serio. Para nosotros, era como cerrar el círculo, ahí empezamos rodando y ahí acabamos estrenándolo".
¿Y el resto de festivales cómo está aceptando la película? ¿Da una idea de la repercusión que pueda tener su distribución en dvd?
"La aceptación es bastante buena", cuenta Rogelio Abraldes, "aunque mucha gente piensa que es largo. También se apunta a que hay mucha música (estos comentarios está claro que no provienen de fans de la banda). Yo personalmente creo que el que haya mucha música sigue siendo una decisión acertada. A través de las canciones y del directo de Surfin’ Bichos se transmiten cosas que a veces las palabras no son capaces de explicar. En general la gente ha coincidido en que el documental es bastante emotivo, y yo creo que es porque hemos intentado retratar la historia de una amistad que viene casi de la adolescencia, que ha tenido altibajos, pero ahí está, resistiendo. Para mí una escena muy importante es cuando se ve que Joaquín Pascual guarda habitualmente cromos de fútbol para el hijo de Carlos Cuevas. Fue una casualidad grabar ese momento, parece algo demasiado cotidiano, pero a mí me dice mucho de su relación".
Uno de los primeros temas que comenzaron a sonar en Radio 3 de Surfin’ Bichos fue 'Gente abollada'. En seguida calaron en los oyentes y se convirtieron en uno de los grupos favoritos de revistas y profesionales, pero tuvieron la mala suerte de aparecer cuando en España volvía a molar lo indie y cantar en inglés con acento de Burgos. El pop español ya no estaba de moda como a mediados de los 80 y ya no se programaban grupos musicales a todas horas en tv. Eso se saldó con problemas a la hora de editar discos, actuaciones en salas medio vacías y poco dinero. Al final Surfin’ Bichos se separaron, tuvieron su aureola de 'malditos' y una legión de admiradores grande, pero no lo suficiente para vivir de su asistencia a los conciertos o la compra de sus discos. Hace un par de años el grupo volvía a reunirse para dar una serie de conciertos de despedida por los diversos festivales que proliferan en nuestra península. Era un intento de terminar un proyecto ya acabado en falso y hacerlo bien, por la puerta grande.
Durante esos conciertos Rogelio Abraldes estuvo siguiendo al grupo cámara en mano para plasmar el ambiente como si de una road movie manchega se tratase. Hoy el ciclo se cierra. Surfin’ Bichos terminaba, ahora sí, de verdad, su carrera en un concierto en su ciudad, Albacete, dentro del Festival de cine Abycine, festival en el que dos años después se ha estrenado 'Buzos haciendo surf', el documental de Rogelio Abraldes que resume el adiós definitivo del grupo albaceteño.
La génesis de un proyecto
"Yo era muy fan del grupo", nos cuenta Rogelio, "pero por circunstancias de trabajo me enteré tarde de la noticia de la reunión. Sí que pude asistir a uno de los primeros conciertos de la gira, en el Metrorock de Madrid y allí, durante ese concierto, surgió la idea. Me gusta mucho fijarme en el backstage y pude ver cómo Joaquín Pascual se abrazaba a alguien emocionado en un lado del escenario, y en otro momento uno de los miembros del equipo jaleaba cabreado al público para demandar más participación y más aplausos. Estaba como diciéndonos: 'pero ¿sabéis a quién tenéis aquí?' o quizá '¿os dais cuenta de que ésta puede ser la última vez que veis a Surfin’ Bichos en directo?'. Estaba claro que había una historia potente, que parecía hablar de un tiempo pasado, de cierta injusticia, y de amistad."
Carlos Valcárcel, por su lado, relata cómo "la producción ha estado íntegramente a cargo de La Nube Studio. Nos hemos presentado a diferentes subvenciones públicas, pero no ha habido manera, cero euros. Lo que sí ha habido es una ayuda increíble por parte de todos los miembros del equipo, que han puesto todo su esfuerzo desinteresadamente. Desde luego, este tipo de proyecto (dos años de duración, grabaciones imprevistas, horarios imposibles sobre todo durante la gira, etc.) sólo se puede hacer con buenos amigos".
Aunque claro, y para seguir dentro de la historia del malditismo y el culto que ha rodeado siempre a Surfin’ Bichos, sólo a Rogelio y Carlos se les ocurre hacer un documental y encima sobre un grupo que no mueve masas, lo que en España significa suicidio artístico, escasa distribución y pocas posibilidades de ser proyectado en cines.
"La intención es claramente editar un dvd con el documental", explica Carlos Valcárcel, "acompañado de otro disco de extras con canciones en directo, ya que tenemos grabadas muchas horas de concierto. Creemos que a los fans les gustaría tener este material. Tenemos que hablar con el grupo y estudiar cómo gestionar todos los temas de derechos. Por eso estamos buscando distribución, aunque todavía es pronto para juzgar cómo va el proceso. Sabemos que es difícil, pero no descartamos verlo en una pantalla como la de los cines Golem en Madrid, por ejemplo. Si no nos gustasen los retos, no hubiésemos hecho el documental".
Por si fuera poco y para buscarse más problemas, Rogelio era fan de Surfin’ Bichos pero no tenía contacto con ellos ni los conocía. ¿Cómo logra alguien convencer a un grupo en plena gira de conciertos de despedida donde no tiene nada que promocionar para que le den total libertad para seguirles con una cámara?
"No conocía a nadie del grupo", recuerda. Gabriel, siendo de Albacete, conocía a un amigo de Carlos Cuevas, el batería. Así surgió el contacto, pero era bastante lejano, por lo que podían haber dicho que no al proyecto. El caso es que Fernando Alfaro accedió y le conté nuestra propuesta de documental, que era muy concreta: observarles durante esos últimos meses de la gira de reunión. Y ahí empezó todo".
Luces y sombras detrás de un documental
'Buceando con bichos' no es sólo un documental de la reunión de un grupo y las imágenes de sus viajes y sus conciertos. Hay mucha historia detrás, con luces y sombras. Quizá el no haber sido una banda mediática ha 'ocultado' mucha información de lo que ha pasado en la trastienda de Surfin’ Bichos y que ahora ve la luz. Problemas como la expulsión de la formación del primo de Alfaro —y ahora en el documental cuentan cómo las familias estuvieron prácticamente sin hablarse durante mucho tiempo—, o los disgustos que causaba descubrir ciertas letras de canciones en libretas abandonadas en casa. Estos conciertos de despedida han servido, entre otras cosas, para una última reunión en el escenario de los primos y cerrar viejas heridas.
"Discutimos mucho Carlos, Gabriel y yo de cuánto metraje e importancia le íbamos a dar al conflicto entre los primos", cuenta Rogelio. "En su entrevista, Fernando Alfaro e Isabel León hablaban del tema, pero no entró en el montaje final por razones narrativas. Lo que sí estaba claro era que teníamos que contarlo porque fue un hecho clave en la gira de reunión. Tampoco queríamos darle muchos minutos porque el documental tiene bastante de road movie, y eso podía desviar la atención. Además es un tema delicado entre los miembros del grupo. Yo estoy seguro de que para ambos, para Fernando y para Josemari, fue un reencuentro sincero e importante. Creo que las imágenes lo expresan así. A Fernando se le nota tanto en el ensayo como en el directo".
Esta gira de reunión se hizo sin una de las piezas claves en Surfin’ Bichos, Manolo Rock, mánager del grupo cuando estuvieron en activo. En el documental, Manolo recuerda cómo eran esos conciertos con poca gente y menos entusiasmo en el grupo que veían tocar. En sus declaraciones, el ex mánager considera el éxito de estos conciertos de vuelta como no reales, ya que son en festivales y no en salas donde el público iría a ver exclusivamente a los Surfin’. ¿Resquemor tal vez por no haber sido él el encargado de gestionar esta gira?
Para Rogelio Abraldes, "Manolo Rock lleva muchos años sin tener contacto con Surfin’ Bichos, por eso hubiese sido muy difícil que lo hubiesen llamado para esta gira. Les tiene mucho aprecio, habla maravillas de ellos y de aquella época. Lo que sí es cierto es que él piensa (y lo dice en el documental) que la reunión fue básicamente por dinero y que faltó química en esta gira. Pero no juzga si eso es bueno o malo. De hecho, dice que les ha permitido ganar lo que se merecían ganar".
Road movie y biografía cruda
'Buceando con bichos' no es un documental musical típico que refleje el oro y el lujo de los grandes artistas. Al contrario. Tiene un regusto a road movie y a biografía cruda. A veces, cuando se habla de tiempos pasados de poco éxito, casi parece que estemos viendo una versión musicada de 'El desencanto', el documental sobre la familia Panero. Sobre el metraje planea la sombra de qué bonito y qué estatus da es eso de ser un maldito para los fans, pero que fastidioso es tener que tocar el fin de semana con tu grupo por ahí para tener que volver el lunes a tu vida de profesor o a la fábrica porque con la música no puedes comer.
"Ellos son conscientes de su estatus como grupo de culto", explica Rogelio, "lo oyen mucho en radios y revistas, pero son muy realistas con su trabajo. A ellos lo que les gusta es hacer música y si tienen que trabajar en otras cosas para hacer lo que les gusta, pues adelante. Carlos Cuevas, el batería, nos decía que no se imaginaba la vida sin tener un grupo, sin ensayar, sin ir a tocar. Eso lo dice todo. Y si nos fijamos en la cantidad de proyectos que tienen todos, pues nos damos cuenta de que no paran. Chucho, Mercromina, Is, Travolta, Los Alienistas, ahora Tortel, y más cosas que hacen por gusto y no salen a la luz. ¡Son incansables!"
Aparte de los miembros de Surfin’ Bichos y sus allegados, en el documental también tiene voz la otra parte de la historia: su biógrafo oficial, el responsable de una web homenaje, críticos que ayudaron a auparles en su momento como Jesús Ordovás y fans. Uno de ellos y el más pintoresco es un sacerdote de un pequeño pueblo, algo curioso para un grupo cuyas letras hablan de ángeles inseminadores y son muy críticas con el catolicismo.
Rogelio cuenta que "Rami, el cura, es conocido en el mundo Surfin’ porque escribió un artículo sobre las letras de Fernando Alfaro. Nos pareció muy interesante su perspectiva sobre el mundo de Alfaro, contraria a la de casi todos, pero en el fondo complementaria. Su teoría es que el trasfondo bíblico de las letras no sólo es un juego irreverente, o un rebote, o una provocación, sino que hay algo de búsqueda interior. Hay una cosa que me gustaría haber grabado pero no pudo ser y es que en sus catequesis, algunas veces, les pone a los chicos canciones de Surfin’ Bichos".
El broche de oro, en su casa
El grupo da uno de sus últimos conciertos en el Festival de Cine de su ciudad, Albacete. 'Buceando con bichos' se estrena también allí como una especie de segundo cierre del ciclo del grupo. Pero "lo de Abycine fue pura casualidad", explican. "Nosotros sabíamos que ese concierto era muy especial. Y lo fue. Todo el equipo del Festival nos ayudó mucho en la grabación. Tiempo después, nos llamaron para ver cómo iba el proyecto y saber si era posible estrenarlo en el Festival de 2008. Vieron algunos fragmentos, les gustaron y empezamos a tratar el tema más en serio. Para nosotros, era como cerrar el círculo, ahí empezamos rodando y ahí acabamos estrenándolo".
¿Y el resto de festivales cómo está aceptando la película? ¿Da una idea de la repercusión que pueda tener su distribución en dvd?
"La aceptación es bastante buena", cuenta Rogelio Abraldes, "aunque mucha gente piensa que es largo. También se apunta a que hay mucha música (estos comentarios está claro que no provienen de fans de la banda). Yo personalmente creo que el que haya mucha música sigue siendo una decisión acertada. A través de las canciones y del directo de Surfin’ Bichos se transmiten cosas que a veces las palabras no son capaces de explicar. En general la gente ha coincidido en que el documental es bastante emotivo, y yo creo que es porque hemos intentado retratar la historia de una amistad que viene casi de la adolescencia, que ha tenido altibajos, pero ahí está, resistiendo. Para mí una escena muy importante es cuando se ve que Joaquín Pascual guarda habitualmente cromos de fútbol para el hijo de Carlos Cuevas. Fue una casualidad grabar ese momento, parece algo demasiado cotidiano, pero a mí me dice mucho de su relación".