EUGENIA REDONDO
Soitu
La orden de arresto contra el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, ha generado un acalorado debate sobre la conveniencia o no de la injerencia de la comunidad internacional cuando se producen graves violaciones de los derechos humanos en determinados países. Pero el hecho de que la Corte Penal Internacional (CPI), que echó a andar en el año 2002 —y que juzga crímenes a partir de ese año— sólo haya puesto a rodar la máquina burocrática contra personalidades y líderes africanos, ha levantado ampollas. La entrada en escena de una no siempre activa —y casi siempre sumida en problemas internos— Unión Africana ha echado más leña al fuego. ¿Quién tiene más vela en este entierro? ¿La maltrecha, pero directamente afectada organización regional, o una CPI que se ha puesto en marcha contra al-Bashir por orden expresa del Consejo de Seguridad de la ONU? Por cierto, que la expresión 'doble rasero' comienza a resonar por los rincones de las altas instancias.Ramesh Thakur es asesor del Secretario General de la ONU y vicerrector de la Universidad de las Naciones Unidas. Como redactor principal del informe 'La Responsabilidad de Proteger', que en enero de este año se convirtió en un compromiso de la organización, aplaude la utilización de uno de los mecanismos jurídicos de los que dispone la comunidad internacional para "condenar a una persona que ha cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad", sin necesidad de recurrir a la vía militar, o lo que es lo mismo, sin desencadenar una guerra . Sin embargo, no echa en saco roto las voces que alertan de una posible radicalización del régimen de al-Bashir y una ruptura de los endebles procesos de paz que se han puesto en marcha en Darfur, tras conocerse el fallo de la Corte. Por ejemplo, la Unión Africana ha condenado la orden del Tribunal de la Haya al considerar que "la preocupación por lograr la justicia debe ir acompañada de la preocupación por la paz". En la misma línea, la Liga Árabe ha iniciado los trámites para retrasar esta orden de detención.
Aprovechando una visita a España como invitado a un seminario sobre las intervenciones humanitarias por la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) y Oxfam, Ramesh Thakur aclara este aparente choque entre la paz y la justicia. Según dice, la comunidad internacional asume que "no se puede tener paz si no hay justicia", y recuerda que en este caso "una de las partes es culpable de abusos y de unos crímenes gravísimos contra la humanidad".
Mohamed Kadry Said, de la OTAN y jefe de la Unidad de estudios militares del Centro Al-Ahram de estudios políticos y estratégicos en el Cairo, coincide en este punto. "Al-Bashir podría continuar avanzando hacia la paz, pero la Corte sólo se preocupa de que los crímenes (que supuestamente ha cometido el líder sudanés) sean castigados", sostiene, y va más allá. En su opinión, "la CPI se constituyó para aplicar la ley, no para hacer política".
El gran problema es que, con el escaso poder de maniobra de la Corte Penal Internacional —sobre el papel, el líder africano podría pasearse libremente por la mayor parte de los países árabes, China, Rusia o Estados Unidos, que no han ratificado el tratado de Roma—, la única consecuencia inmediata de la resolución jurídica es meramente política. Thakur reconoce que este es un dilema que los organismos internacionales aún no han podido solventar, ya que, según él, "la política y la justicia deben ir unidas".
El mundo, dividido
La tensión ha sido inevitable. De un lado, Europa, Estados Unidos y otros países más o menos desarrollados celebran el veredicto del tribunal. Del otro lado del ring, Rusia y China (aliado de Sudán, todo hay que decirlo) alertan del "peligroso precedente" que sienta esta medida, que podría "desestabilizar" aún más al país más grande de África. Mientras, la Unión Africana y la Liga Árabe, vecinas de Sudán, despliegan todo su arsenal diplomático para lograr una moratoria que contenga unos meses la orden de arresto del presidente al-Bashir. Pero, ¿cuál es realmente el alcance de la influencia de estas 'pequeñas' organizaciones? ¿Qué postura debe primar cuando interfiere la opinión de una organización internacional de carácter universal con la de una regional?
Thakur se remonta al conflicto de Kosovo, sobre que el que la Unión Europea y Estados Unidos tenían posiciones radicalmente distintas. En este caso, el asesor de la ONU lo tiene claro. "Es muy difícil que la UE diga: Ok, aceptamos lo que digan las Naciones Unidas, ellos saben lo que tenemos que hacer". Según él, lo mismo puede aplicarse al caso de África. "La organización clave es la Unión Africana y, en menor medida, la Liga Arabe", sostiene. Para Thakur, lo más coherente es apoyar a estos organismos regionales en sus decisiones, ya que lo contrario podría resultar "colonialista y paternalista" y, en su opinión, "nunca funcinaría".
Pero Said, cuyo país de origen, Egipto, no sólo pertenece a ambas organizaciones, sino que alberga la sede de la Liga Árabe, considera que la opinión regional debe ser relegada a un segundo plano. "Por supuesto que tiene que ser escuchada", señala. Además, resalta la importancia de las acciones de los países vecinos cuando un país tiene un conflicto. En el caso de Sudán, el resto de países árabes y los países africanos podrían desempeñar un papel fundamental accediendo a detener a al-Bashir llegado el momento. "Ahora vamos a ver que pasa cuando vaya a Qatar", observa Said con cierta esperanza.
Pero los países árabes ya están cerrando filas al rededor del mandatario, que además, cuenta con el apoyo de gran parte de la población de su país. La consigna es unánime: la Corte Penal Internacional está utilizando un doble rasero para medir los crímenes cometidos en un país o en otro. Fuera de las fronteras de Sudán, este sentimiento se propaga.
José Ignacio Torreblanca, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, hablaba hace unos días en su columna de El País de la "duda (razonable) acerca de si no estaremos ante un nuevo episodio que prueba el doble rasero con el que se aplica la justicia internacional". Sin embargo, para él, la resolución de la CPI no es más que una muestra de que la justicia avanza, pero la impunidad retrocede.
Cada vez más los que hablan de la paradoja de ejercer la justicia injustamente, ya que por ejemplo jamás se aplicarán estos instrumentos contra gobernantes en Europa o en Estados Unidos. 'Justicia blanca', han llegado a decir algunos preguntándose "¿por qué Bashir sí y Bush no?". Thakur cree tener la respuesta, que en realidad es una pregunta: "¿Crees que una posible intervención en un país europeo o en Norteamérica de la comunidad internacional contribuiría a mejorar de alguna forma los derechos humanos en estos países?" ¿Y en Darfur? Ahora es Kadry Said quien responde. El ex general reconoce que "para ver cómo evoluciona esta decisión vamos a tener que esperar unos meses".
Aprovechando una visita a España como invitado a un seminario sobre las intervenciones humanitarias por la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE) y Oxfam, Ramesh Thakur aclara este aparente choque entre la paz y la justicia. Según dice, la comunidad internacional asume que "no se puede tener paz si no hay justicia", y recuerda que en este caso "una de las partes es culpable de abusos y de unos crímenes gravísimos contra la humanidad".
Mohamed Kadry Said, de la OTAN y jefe de la Unidad de estudios militares del Centro Al-Ahram de estudios políticos y estratégicos en el Cairo, coincide en este punto. "Al-Bashir podría continuar avanzando hacia la paz, pero la Corte sólo se preocupa de que los crímenes (que supuestamente ha cometido el líder sudanés) sean castigados", sostiene, y va más allá. En su opinión, "la CPI se constituyó para aplicar la ley, no para hacer política".
El gran problema es que, con el escaso poder de maniobra de la Corte Penal Internacional —sobre el papel, el líder africano podría pasearse libremente por la mayor parte de los países árabes, China, Rusia o Estados Unidos, que no han ratificado el tratado de Roma—, la única consecuencia inmediata de la resolución jurídica es meramente política. Thakur reconoce que este es un dilema que los organismos internacionales aún no han podido solventar, ya que, según él, "la política y la justicia deben ir unidas".
El mundo, dividido
La tensión ha sido inevitable. De un lado, Europa, Estados Unidos y otros países más o menos desarrollados celebran el veredicto del tribunal. Del otro lado del ring, Rusia y China (aliado de Sudán, todo hay que decirlo) alertan del "peligroso precedente" que sienta esta medida, que podría "desestabilizar" aún más al país más grande de África. Mientras, la Unión Africana y la Liga Árabe, vecinas de Sudán, despliegan todo su arsenal diplomático para lograr una moratoria que contenga unos meses la orden de arresto del presidente al-Bashir. Pero, ¿cuál es realmente el alcance de la influencia de estas 'pequeñas' organizaciones? ¿Qué postura debe primar cuando interfiere la opinión de una organización internacional de carácter universal con la de una regional?
Thakur se remonta al conflicto de Kosovo, sobre que el que la Unión Europea y Estados Unidos tenían posiciones radicalmente distintas. En este caso, el asesor de la ONU lo tiene claro. "Es muy difícil que la UE diga: Ok, aceptamos lo que digan las Naciones Unidas, ellos saben lo que tenemos que hacer". Según él, lo mismo puede aplicarse al caso de África. "La organización clave es la Unión Africana y, en menor medida, la Liga Arabe", sostiene. Para Thakur, lo más coherente es apoyar a estos organismos regionales en sus decisiones, ya que lo contrario podría resultar "colonialista y paternalista" y, en su opinión, "nunca funcinaría".
Pero Said, cuyo país de origen, Egipto, no sólo pertenece a ambas organizaciones, sino que alberga la sede de la Liga Árabe, considera que la opinión regional debe ser relegada a un segundo plano. "Por supuesto que tiene que ser escuchada", señala. Además, resalta la importancia de las acciones de los países vecinos cuando un país tiene un conflicto. En el caso de Sudán, el resto de países árabes y los países africanos podrían desempeñar un papel fundamental accediendo a detener a al-Bashir llegado el momento. "Ahora vamos a ver que pasa cuando vaya a Qatar", observa Said con cierta esperanza.
Pero los países árabes ya están cerrando filas al rededor del mandatario, que además, cuenta con el apoyo de gran parte de la población de su país. La consigna es unánime: la Corte Penal Internacional está utilizando un doble rasero para medir los crímenes cometidos en un país o en otro. Fuera de las fronteras de Sudán, este sentimiento se propaga.
José Ignacio Torreblanca, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, hablaba hace unos días en su columna de El País de la "duda (razonable) acerca de si no estaremos ante un nuevo episodio que prueba el doble rasero con el que se aplica la justicia internacional". Sin embargo, para él, la resolución de la CPI no es más que una muestra de que la justicia avanza, pero la impunidad retrocede.
Cada vez más los que hablan de la paradoja de ejercer la justicia injustamente, ya que por ejemplo jamás se aplicarán estos instrumentos contra gobernantes en Europa o en Estados Unidos. 'Justicia blanca', han llegado a decir algunos preguntándose "¿por qué Bashir sí y Bush no?". Thakur cree tener la respuesta, que en realidad es una pregunta: "¿Crees que una posible intervención en un país europeo o en Norteamérica de la comunidad internacional contribuiría a mejorar de alguna forma los derechos humanos en estos países?" ¿Y en Darfur? Ahora es Kadry Said quien responde. El ex general reconoce que "para ver cómo evoluciona esta decisión vamos a tener que esperar unos meses".