Con ‘Algo que contarte’, Hanif Kureishi entrega su mejor novela desde ‘El buda de los suburbios’

Personajes como los que pululaban en ‘El buda de los suburbios’, ‘Mi hermosa lavandería’ y ‘Londres me mata’ miran hacia atrás con desencanto en la última obra del autor anglopaquistaní Hanif Kureishi. Una novela estupenda en la que recupera el pulso de sus mejores tiempos y repasa con sentido del humor los escombros de una generación a la que solo le queda la búsqueda del placer.


SERGI SÁNCHEZ
El Periódico de Catalunya



Empecemos por una escena a la vez central y periférica en una novela que se recrea, con cierta joie de vivre, en sus excursiones por los alrededores, en su afán por convertirse en delicioso anecdotario sobre lo que significa ser humano hoy en día, en términos morales, sexuales e ideológicos. Omar Alí, conocido como Lord Alí de Lewisham después de la elección de Blair en 1997, aparece no como el homosexual musulmán de Mi hermosa lavandería sino como el homosexual musulmán y laborista que ha vendido su negocio de tintorería, ha invertido en medios de comunicación y apoya firmemente la guerra de Irak. «¿No les hemos hecho un favor a los iraquís?», se defiende Omar. «Vosotros, los viejos comunistas izquierdosos, no podéis dar el brazo a torcer».

DESEOS OCULTOS

Jamal Khan, el psicoterapeuta que protagoniza Algo que contarte, compartió piso en tiempos de militancia universitaria con «un grupo de blancos de clase media muy políticos (...) blairistas entusiastas que salían a menudo en la televisión defendiendo la guerra de Irak», no muy distintos de Omar. Se puede deducir que la última y estupenda novela del británico de origen paquistaní Hanif Kureishi, la mejor desde El buda de los suburbios, logra certificar el desencanto de toda una generación que es la del propio escritor, enfermero de las emociones y deseos ocultos que prefiere escuchar a dictar sentencia.

No es la única lectura que sugiere una obra pluricelular que incluye dos personajes secundarios memorables (Míriam, la voluptuosa y radical hermana de Jamal, y Henry, su amante y también amigo del protagonista); un hermoso elogio de la psicoterapia como disciplina artística, casi al mismo nivel de la creación literaria; un sorprendente caso de incesto; un asesinato justo que necesita de una redención que no llega; un amor juvenil recuperado en la edad madura; el robo de un dibujo de Ingres; y una variada selección de escenas sexuales que, para Kureishi, significan la expresión del secreto más insondable, el causante de todas las sesiones de diván que Jamal preside dispuesto a conocer el extraño que vive en nuestro interior; esto es, la búsqueda del placer, la destilación de su esencia.

Los que fueron revolucionarios empiezan a morir, la guerra está lejos pero en todas partes (los atentados de Londres aparecen casi al final de Algo que contarte, como el colofón a la historia de decepciones políticas que funcionan como telón de fondo histórico), los jóvenes carecen de modelos éticos (y menos mal, teniendo en cuenta dónde han acabado los anarco-ecologistas) y la crisis de las ideologías no se cobra víctimas porque nadie sabe en qué creer.

Sin embargo, Kureishi se enfrenta a este escenario desolador con sentido del humor, y su novela, que funciona como una larga y reparadora confesión, tal es su tendencia a la libre asociación de ideas y personajes, deja un agradable sabor de boca, como si por fin Jamal, tan paranoico y tan entrañable, hubiera encontrado su identidad perdida a través del relato, y con este reencuentro consigo mismo hubiera convertido a todos sus lectores en psicoterapeutas felices que han olvidado que un día fueron pacientes tan necesariamente locos como aquellos que creen no estarlo.