Enterradores de CO2


Una planta francesa de captura de dióxido de carbono enciende la polémica entre la industria y los ecologistas. La instalación, cercana a la frontera española, quiere secuestrar 75.000 toneladas cada año


ANDRÉS PÉREZ
Público


A primera vista, la idea parece genial: capturar el CO2 que sale de las chimeneas y pone en peligro el planeta para inyectarlo en el subsuelo, aprisionarlo y evitar su efecto nefasto. Ahora bien, el problema se plantea de una forma totalmente diferente si es bajo la casa de uno donde la industria prevé encerrar el dióxido de carbono, letal en altas concentraciones. Este es el dilema que ha creado la polémica en Francia con la inminente apertura, cerca de la frontera española, de una planta piloto de Captura y Almacenamiento del Carbono (CCS) del grupo petrolero y gasista Total.

La gran compañía energética francesa ha finalizado la construcción de su planta piloto de Lacq, a menos de 100 kilómetros de la localidad aragonesa de Jaca. En ella, el gigante petrolero planea capturar cada año hasta 75.000 toneladas de CO2 procedente las emisiones industriales mediante el procedimiento de la oxicombustión, para luego condensarlo a presión e inyectarlo en el subsuelo, en una capa profunda dejada hueca por un yacimiento de gas natural, hoy agotado.

La demostración sobre el papel es impecable. El hueco en el subsuelo y la infraestructura para inyectar el CO2 existen. La instalación usa parte de las tuberías ya existentes, de cuando el gas natural iba en el sentido inverso, desde el subsuelo hasta la superficie.

Lo que no cuadra en este panorama, para varias asociaciones de residentes, agricultores y ganaderos de la región de Pau, es la insistencia de un gran grupo petrolero -con intereses obvios, pues- en anticipar el interés de esa tecnología antes de haber demostrado su inocuidad y su interés económico real.

Legitimar el petróleo

Para varias organizaciones ecologistas, entre ellas Greenpeace, subsiste además una duda clave para el planeta, vistos los miles de millones que la técnica exige. Según esos grupos, no está probado que el subsuelo mundial tenga capacidad para albergar más del 0,06% del CO2 de origen humano, principal responsable del cambio climático. Por ello, seguir invirtiendo en estas tentativas equivale, a su juicio, a caminar hacia un callejón sin salida, que sólo sirve para legitimar la industria del combustible fósil, ya sea petróleo o carbón.Por su parte, Total está a la espera del decreto que autorizará el inicio de las operaciones en la planta de Lacq, que ha costado 60 millones de euros y está lista para funcionar desde hace meses.

La Prefectura del departamento de Pirineos Atlánticos, donde se encuentra la central, afirma que "el decreto debería salir en las próximas semanas". Pero lo cierto es que los retrasos se van acumulando a causa de la fuerte presión ejercida por dos asociaciones locales que cuentan con el apoyo de la poderosa federación France Nature Environnement.

Todas ellas han escrito al presidente Nicolas Sarkozy para pedir un debate público sobre la utilidad real de la tecnología CCS antes del inicio de la experiencia piloto, y presentarán un recurso contencioso-administrativo contra el decreto de autorización en cuanto se haga público.Una portavoz de las asociaciones locales, Marie-Laure Imbert, explicó hace unos días el significado de esa amenaza de contencioso: "Está claro que esa técnica la están llevando adelante empresas de la energía fósil -Total, en Francia- para pintar de verde el sector y convencer de que se puede seguir consumiendo masivamente petróleoy carbón".

Según la ecologista, "encima de esos terrenos vive gente y hay viñedos", los del célebre Coteaux de Jurançon, "y una concentración del 20% basta para transformar el CO2 en letal". En su opinión, "la región es una zona sísmica y nadie ha garantizado que el CO2 no pueda fugarse, subir por las microfallas y reactivarlas". El Buró de Estudios Geológicos francés, principal autoridad pública en cuestiones de subsuelos, ha reconocido que el riesgo de activación de las microfallas es "débil". La firma Total no ha querido responder a Público las preguntas planteadas por los ecologistas.

Además de en Francia, se están llevando a cabo otros experimentos de captura en Alemania, Noruega, Holanda, Canadá y Japón, todos con apoyo público. Cuentan con el aval de personalidades como el director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, quien dijo hace unos días en Nueva York que "si esta tecnología no funciona, la humanidad va a tener serios problemas".

Por último, la UE apoya esta tecnología. El proyecto CASTOR, que reúne a 30 socios públicos y privados de 11 países europeos, intenta probar desde 2004 con dinero de la UE que la captura permitirá reducir un 30% las emisiones de dióxido de carbono de la industria del continente para el horizonte 2020-2030.