Diaro de un mal año, de J. M. Coetzee


BLANCA VÁZQUEZ
La Républica cultural




¿Cuántos escritores se meten en camisas de once varas? ¿Cuantos son, además de geniales literatos, una voz comprometida que hace carraspear a las autoridades políticas o autoridad de la índole que sea? ¿Cuántos asoman la denuncia a través de los subterfugios de su narrativa y estructuralismo lingüístico? ¿Cuantos?. Hay. Muchos llegaron a alzarse con el Premio Nobel, no sin sorpresa de propios y algunos extraños. Jelinek, del lado de los oprimidos, concretamente oprimidas, en el hoy actual. Harold Pinter que estás en los cielos. Kertész, la voz del genocidio. Saramago, anárquico, escéptico sobre esta decadente sociedad actual. Fo, y su valentía al arremeter contra el poder político italiano, la mafia y su camarada, el Vaticano. Morrison, eterna luchadora contra la segregación racial. Y más, hay, con Nobel o sin Nobel. También contra la segregación racial la voz de John Maxwell Coetzee se alza bronca y firme entre las líneas de una prosa única, una narrativa de una genialidad paradigmática, grande, profunda por ser sencilla, y sin embargo compleja.

Coetzee mira la decadencia del mundo de una manera tranquila, desde la perspectiva de sus personajes agonizantes. Pone la palabra como única salvación, el poder de la palabra. Toma partido, ya desde su celosa privacidad, que agradecemos sus admiradores, sus incondicionales. Porque una vez descubierto el poder de la palabra en la pluma de Coetzee se queda atrapado en esa incondicionalidad. La humanidad supura por todos los resquicios de sus obras, la desazón y los nudos emocionales. Con una confusa visión del erotismo, complejo, como la realidad misma. Polémico en su escepticismo y en su denuncia, para ello se trasmuta en sus personajes, o al menos eso creemos. Qué en realidad ellos son él.

Diario de un mal año es una de sus últimas obras. Vuelve a poner la atención en el intelectual maduro, cansado, consciente de su deterioro, (ya lo hizo en Un hombre lento). C., eminente escritor asentado en Australia es invitado a colaborar, junto con otros escritores, en un libro compendio de ensayos titulado Opiniones contundentes. Sin el mínimo asomo de la enfermiza corrección política, sus opiniones son contundentes. A la par que comienza los pequeños ensayos conoce a una atractiva vecina del mismo edificio donde vive, por la que siente un interés más erótico que místico, diríamos, teniendo en cuenta que Anya, filipina, se define como una joven pletórica de encantos, entre ellos su atrevimiento, excitante provocación y buenas dosis de exotismo. Al saber que la joven busca trabajo, C. le propone que mecanografíe sus manuscritos. Claro que una vecinita bombón nunca está sola; su novio Alan aparece en escena para crear un universo temporal a tres bandas. Todo ello plasmado en una arquitectura narrativa de ventanas, a saber, las tres voces narrativas, C., Anya y Alan, se alternan en cada página de las 238 de Diario de un mal año. Una aventura por así decir, ambigua, y con ello retadora para el lector, que se ve inmerso en tres cosmos mentales.

¿De que habla Coetzee a través de C, y de sus más vulgares, mediocres Anya y Alan?. De lo que siempre habla este sublime autor, la vergüenza, el poder, el deseo, el cuerpo y su naufragio, la humillación. Y desde luego la soledad y la mentira. La decadencia social: “Eso es lo que define la modernidad. Las grandes cuestiones, las que cuentan, han sido resueltas. Incluso los políticos lo saben en el fondo. La política ya no es el lugar de la acción. La política es un espectáculo secundario….”

Dividido en dos diarios, el primero contiene opiniones contundentes sobre los orígenes del Estado, el anarquismo, (esa emigración interior donde algunos nos encontramos), la democracia, la figura de Maquiavelo, el terrorismo, la pedofilia, la matanza de animales, la competición y su carrera sin meta, el diseño inteligente, la probabilidad y las matemáticas, Australia y su vida política, la música, el turismo, por supuesto el uso de la lengua, en este caso el inglés, la autoridad narrativa e influencias literarias: Dostoyevski y Tolstoi en primera fila.

El segundo diario, más corto: “estoy empezando a preparar una segunda y más suave serie de opiniones. Me encantará mostrársela si logro persuadirla para que vuelva” Escribe C. con la intención de que Anya continué transcribiendo, o acompañándole. Pero opiniones suaves no significan menores en intensidad e ingenio. El padre, los sueños, los admiradores, la vejez, el aburrimiento, la compasión, las aves… temas que conforman una argamasa narrativa junto a la transformación de la relación de Anya y Alan; o hablaremos, más bien, de la transformación de Anya. En una mezcla ligada de ensayo y novela, el autor sudafricano cruza el umbral de lo imperecedero. Arriesga, se aventura y escapa de la literatura correcta de la complacencia. Quizá C. sea un mujeriego, un womanizer, un hombre que desmonta a Anya, y vuelve a montarla convertida en mujer.

Diario de un mal año nos habla de J. M. Coetzee, como todo libro nos habla de su autor, aunque podría ser que el libro nos hablara como si alguien susurrara dando la impresión que se refiere a uno. Puede que haya un elemento ilusorio en la comunicación con el libro. En todo caso Coetzee juega con sus personajes y con nuestra paranoia, al poner a C. como autor de Esperando a los bárbaros.