Los Stones y el álbum que fundó el blues inglés


ALFREDO ROSSO
Con-secuencias




El tiempo: primeros años ’60; el lugar: Inglaterra. Una isla que empezaba a sacudirse, por fin, los últimos resabios de las privaciones de posguerra. El racionamiento de comida y de energía eléctrica ya era un recuerdo; cercano, pero recuerdo al fin. La reconstrucción edilicia en las principales ciudades del país, duramente afectadas por la aviación nazi, avanzaba ahora a paso acelerado. En las artes, una nueva generación, cuestionadora y con ansias de renovación, se abría paso a través del tradicional espíritu conservador británico. En la música, estaba por producirse una auténtica revolución: la del blues blanco inglés. Aunque el símbolo máximo de la nueva música popular inglesa eran los Beatles, desde Londres crecía otra marea musical que también iba a tomar por asalto al mundo en las décadas venideras. Y los Rolling Stones fueron su barco insignia.

Todo empezó con Alexis Korner, un cantante y guitarrista que había llegado a Inglaterra desde París con su familia en los ’40 –tenía ascendencia turca, griega y austriaca- y había descubierto el blues en plena eclosión de la Segunda Guerra Mundial. En los ’50 comenzó a tocar blues en clubes y salones de baile, actuando como invitado en la orquesta de jazz de Chris Barber, ya que en aquel entonces la única música popular masiva en Inglaterra era el jazz de las grandes bandas. A fines de la década, sin embargo, Alexis había convencido a otro entusiasta del blues, el armoniquista Cyril Davis de formar un conjunto de blues, la Blues Incorporated. Haciendo todo a pulmón, desafiando la desconfianza y la reticencia de los jazzeros, que miraban al blues con un dejo de desprecio, se hicieron de un espacio propio en el club Ealing, de la zona de Richmond, en el suroeste de Londres y al poco tiempo habían conseguido el aporte de nuevos músicos, mucho más jóvenes. Un cantante del mismo barrio, llamado Mick Jagger; sus amigos Keith Richard y Brian Jones, que tocaban la guitarra eléctrica al igual que un nativo de Yorkshire llamado John McLaughlin, dos bateristas, Charlie Watts y Peter “Ginger” Baker; Dick Heckstall-Smith y Graham Bond en saxos y Jack Bruce en el contrabajo. El repertorio de la Blues Incorporated se basaba en covers del blues eléctrico de Chicago y algunas otras composiciones aún más antiguas. Todavía estaba fresca la memoria de la primera visita de Muddy Waters a Inglaterra, a fines de los ’50, de modo que no es de extrañar que una de las primeras –y escasas- grabaciones de la Blues Incorporated fuese un tema de Willie Dixon que hizo famoso Muddy, “I’m a hoochie coochie man”, que se encuentra en casi todas las antologías de Alexis Korner.

Alexis era un hombre generoso que, lejos de querer atar a sus músicos con contratos y obligaciones de fidelidad, los alentaba a que formasen sus propias bandas, de allí que la alineación de la Blues Incorporated fluctuase continuamente. Del riñón de esta banda pionera saldrían la Graham Bond Organisation (con la futura base rítmica de Cream, Jack Bruce y Ginger Baker), los Pretty Things y, por supuesto, los Rolling Stones. Es curioso ver la actitud que estos jóvenes ingleses tenían frente a la música que interpretaban en aquellos días. Amaban el blues y el rhythm and blues estadounidense y además consideraban una medalla de distinción de distinción el poder tocar esa música con autoridad y destreza. Los Rolling Stones tenían la capacidad y también la energía como para hacerlo y en su primitivo repertorio abundaban temas de Bo Diddley, Chuck Berry y Muddy Waters y su primer territorio musical fueron clubes londinenses como el Crawdaddy –propiedad del promotor pionero Giorgio Gomelsky- y, ya con Andrew Loog Oldham como manager, el Marquee, quizás el local de mayor distinción y credibilidad de la capital inglesa en aquellos días.

Conseguir un contrato de grabación en aquellos días no era sencillo. Los charts británicos estaban dominados por un pop inconsecuente y –aunque los Beatles tallaban cada vez más fuerte con sus primeros hits nacionales- la música de blues sin concesiones que hacían los Rolling Stones todavía era una gran incógnita en términos de su potencial comercial. El grupo, que por entonces tenía al guitarrista Brian Jones como líder musical, seguido de cerca por Mick Jagger y Keith Richards, grabó unos primeros demos en los estudios IBC de Londres como para tener qué ofrecer a los sellos grabadores de entonces. Las sesiones tuvieron lugar entre el 28 de enero y el 2 de febrero de 1963 y los temas elegidos fueron “Diddley daddy” y “Road runner”, de Bo Diddley, “Bright lights, big city”, de Jimmy Reed y dos composiciones del gran compositor y productor de Chess, Willie Dixon: “I want to be loved” y “Baby, what’s wrong”. A pesar de la inexperiencia en el estudio, estos temas ya muestran, en bruto, el potencial musical que la banda desplegaría en años venideros, y que también puede detectarse en la sesión que grabaron meses después para el programa “Saturday Club”, de la cadena radial BBC, con dos temas de Chuck Berry, “Memphis, Tennessee” y “Roll over Beethoven”.

Por aquel entonces, el ejecutivo de Decca Records que había cometido la “gaffe” de rechazar a los Beatles no cometió el mismo error dos veces y fichó a los Rolling Stones ni bien escuchó los demos que le acercó Andrew Loog Oldham. Decididos a no hacérsela muy difícil al público en su primer esfuerzo vinílico, los Stones debutaron con un tema más facilón de Berry, “Come on”, pero a la hora de grabar su primer larga duración, la premisa fue no hacer concesiones. Es así como, a fines de abril de 1964 (fines de mayo en Estados Unidos) apareció uno de los álbumes debut más significativos e influyentes del rock y el blues inglés. Se tenían tanta fe a esa altura que –en la edición original del disco- aceptaron el artilugio publicitario de Oldham de no poner más que una foto de la banda en la portada, rechazando una de las reglas de oro de la industria discográfica en aquel momento, que era poner bien grande el nombre de la banda y el título del álbum, además de destacar los hits potenciales que contenía. De hecho, el nombre oficial del larga duración, según la contraportada, era simplemente “The Rolling Stones”; nada más… y nada menos.

El disco comenzaba con "Ruta 66", de Bobby Troup, un compositor, pianista y cantante que había escrito temas para Frank Sinatra, Nat King Cole y varias bandas de película. "Ruta 66" fue uno de esos temas que, al igual que "Gloria" y "Louie Louie" se convertiría en materia obligatoria para las bandas de garaje de los 60 pero que, en un principio de hizo famoso en la interpretación de Chuck Berry. Después venía un tema que estuvo mucho tiempo en el repertorio escénico de los Rolling Stones y que también ha sido inmortalizado en la retina de sus fans por un par de videos en el que se los ve con el look de sus primeros tiempos interpretándolo para la televisión inglesa y estadounidense: fue el clásico de Willie Dixon "I just wanna make love to you" que dio a conocer al mundo en un principio el gran Muddy Waters. El arreglo más rápido y enérgico de los Stones demuestra claramente que la banda no era meramente una imitación con papel carbónico de sus ídolos sino que podían inyectarle su personalidad al material ajeno.

Otro de los temas elegidos por los Stones para este primer LP fue "Honest I Do", perteneciente al cantante, compositor y armoniquista de blues Jimmy Reed quien tuvo un puñado de éxitos para el sello Vee Jay en los años 50 y 60 y también compuso el tema "Baby, what you want me to do" grabado por Elvis Presley. En este caso la versión de los Stones guardaba una delicada fidelidad con respecto a la original. En este primer disco los Stones ratificaron una vez más la gran admiración que sentían por otro gran representante de la escena de blues estadounidense, Elias McDaniels, mejor conocido como Bo Diddley. El cantante, compositor y guitarrista de la famosa guitarra rectangular, con su estilo entrecortado y el uso habitual del slide, fue uno de los músicos de los ‘50 de mayor influencia en la escena joven inglesa. En este álbum los Stones reproducen respetuosamente su tema "Mona, I need you baby".

Si bien el principal referente de los Rolling Stones en estos primeros tiempos de su carrera fue el blues de Chicago, el grupo también estaba abierto a otras influencias, entre ellas la de la música soul, cuyo epicentro se encontraba en las ciudades de Memphis y Detroit. El cantante Rufus Thomas fue una de las estrellas que afirmó la música de Stax, el gran sello de Memphis y su hit más recordado fue “Walking the Dog”, al que los Rolling eligieron para concluir este primer larga duración. Marvin Gaye, por su parte, fue uno de los personajes fundamentales del soul de Detroit que era sinónimo del sello Tamla Motown. Los Rolling iban a regresar en varias ocasiones en busca de material de Motown para sus álbumes y en esta primera ocasión eligieron ese tema de los compositores Holland, Dozier y Holland, “Can I get a witness”.

Conciente de las ventajas de componer material propio, el manager y estratega de los Rolling Stones, Andrew Loog Oldham, presionó desde el principio a Jagger y Richards para que escribiesen temas juntos. Los intentos de Mick y Keith en este primer disco son algo tibios todavía pero se hacen presentes con la balada "Tell me you're coming back", donde Richards hace coros y toca guitarra de 12 cuerdas y en "Little by little", donde comparten créditos de composición con el productor Phil Spector. Por otra parte el tema "Now I've got a witness like uncle Phil and uncle Gene" fue una simple zapada instrumental que se dio en el estudio mientras se grababa el tema de Marvin Gaye, de allí que le hayan puesto un título parecido.

Pero si bien el manager Oldham tenía otros planes para los Stones, como el querer instalarlos en el circuito pop como la antítesis de los Beatles, por el momento los Rolling conservaban un espíritu blusero notablemente purista. Si su imagen escénica era percibida como amenazante, tenía que ver más con la sensualidad y sexualidad natural de la música y las letras sugestivas de los temas como la del bluesman Slip Harpo, “I'm a king bee”, cuya letra decía: “Soy el rey abeja, tengo un aguijón que pica muy lindo y puedo hacer rica miel, nena, déjame entrar”. La versión de los Stones conservaba mucho de desaforada libido del original.

El repertorio de este primer álbum stoniano se completaba con una balada clásica, ideal para el registro de Jagger, “You can make it if you try”, del compositor y productor de Nashville Ted Jarrett, y con “Carol”, otro clásico de Chuck Berry que continuaría durante años en el repertorio del grupo, al punto que volverían a grabarlo –esta vez en vivo- en el álbum que testimonia la gira de los Stones por Estados Unidos en 1969, “Get Yer Ya-ya’s Out”. Vale la pena aclarar que, en la edición de vinilo, el ejemplar estadounidense difería levemente del inglés, excluyendo el tema "I need you baby (Mona)" en favor del clásico de Buddy Holly "Not fade away", que fue un éxito en single para los Stones. La versión USA es la que ha prevalecido en la versión actual en formato CD, que también alteró la tapa original, sobreimprimiento la leyenda "England's Newest Hit Makers" sobre el nombre de la banda.

Crudo, lírico, sensual, excitante, este primer álbum de los Rolling Stones -que en estos días cumple 45 años- echó a rodar la bola del blues y el rhythm and blues inglés y ya no hubo forma de mirar atrás. En los meses siguientes seguirían su ejemplo los Yardbirds con “Five Live Yardbirds”, los Pretty Things con su homónimo disco debut y los Kinks con el larga duración que lleva su nombre como título. Años sucesivos verían debutar a los Who con “My Generation” y también a la banda de John Mayall alcanzar el pico álgido del género con “Bluesbreakers”, el álbum que le mostró al mundo, por primera vez, el tremendo potencial del guitrrista Eric Clapton. A esa altura, el blues blanco inglés ya era una realidad irrefutable, y los Stones habían señalado el camino.