'Genova', premio a la mejor dirección el pasado San Sebastián, se estrena este viernes
ALBERTO MORENO
Soitu
El director inglés Michael Winterbottom viste vaqueros desgastados y camisa azul. Cuando nos recibe para conversar sobre 'Genova', su última película que se estrena este viernes, el GPS marca una suite del donostiarra hotel María Cristina y el calendario, el 21 de septiembre. El director no sabe aún que cinco días después se hará con la Concha de Plata al Mejor Director.
Aquella mañana del recién estrenado otoño, las críticas a su nuevo experimento no habían sido buenas. De hecho Carlos Boyero se despachaba con él en el periódico del desayuno diciendo: "En su película no ocurre casi nada que merezca ser contado, algo particularmente grave cuando el conductor de la trama te ha estado prometiendo todo el rato lo contrario. Me parece tramposo, me siento ligeramente estafado". El de Blackburn acabó empuñando su segundo trofeo en Zinemaldia (se llevó la Mejor Fotografía en 2004 con '9 songs') y riendo más alto que cualquier crítico.
'Genova' es una película que empieza en un punto A y acaba en un punto B que nada significan por sí mismos. La radiografía de una familia marcada por la pérdida de la madre en accidente de tráfico y emigrada a la ciudad italiana donde el padre, profesor, impartirá un curso de verano no tiene ni comienzo ni fin. Se analiza el destino desconocido como ecosistema purificador, la culpa de la hija menor y el despertar sexual de la mayor (reminiscencias confesas a 'Belleza robada'), pero nunca pasa nada. Lo peculiar surge a tenor de los ingredientes utilizados: un clima opresivo y algunos elementos paranormales.
P: ¿Ha querido, señor Winterbottom, dar su particular visión del cine de terror?
R: "En realidad no. Entiendo que puede haber un componente de terror psicológico, pero preferí centrarme en la relación familiar y en las tensiones que se establecen entre el padre (Colin Firth) y sus dos hijas. Es normal que te preocupes en todo momento de lo que les vaya a pasar a los protagonistas pero no es una película de terror".
Al menos así lo vende. Se intenta desmarcar de la comparación con 'Amenaza en la sombra' (Nicolas Roeg, 1973) —donde el escenario es Venecia y el fantasma que se aparece es el de la hija y no el de la madre—, pero lo cierto es que la partitura amenazante de su habitual Melissa Parmenter y las angostas callejuelas genovesas ayudan a mascar la tragedia.
"La atmósfera del film es importante. Es la historia de una familia que abandona su casa y vive en un limbo antes de empezar una nueva vida. Asusta el hecho de que no tengan un hogar, de que se encuentren en estado de espera", reconoce, ahora sí.
En cuanto a la tibieza de su propuesta, se defiende sereno: "Mi intención es que la gente empatice con los personajes, pero no les quería poner en situaciones extremas. Además, el hecho de no ser demasiado concreto en el planteamiento me da el pretexto para fijarme en ciertos detalles que de otro modo habrían pasado desapercibidos".
Difuso o concreto, lo cierto es que Winterbottom lleva un ritmo de rodajes que sólo siguen Woody Allen y Clint Eastwood con el mérito añadido de que rara vez se repite (ver anexo final). Habrá quienes le recuerden por su documental sobre los presos de Guantánamo ('The Road to Guantanamo'), por su excelente drama urbano 'Wonderland' o por su picoteo hollywoodiense ('Un corazón invencible') inmediatamente anterior a la película que esta semana estrena. Este 'euroindie' no ve excesivas diferencias entre rodar con unos niños afganos no profesionales ('In this world') o con la mismísima Angelina Jolie. "Siempre trato de hacer mis películas de la manera más fácil que puedo para tener toda la libertad posible. Y en aquella ocasión no fue distinto. Mi secreto es tener un equipo pequeño formado casi siempre por la misma gente. Eso hace que todo sea muy relajado".
A sus 49 años, el director festivalero por antonomasia (habitual de Berlín, Cannes, San Sebastián y Valladolid) ya ha rebasado la veintena de filmes y trabaja en tres proyectos futuros simultáneamente (entre ellos un thriller, 'The killer inside me', que vuelve a llevarle a las Américas para comandar a Kate Hudson, Jessica Alba y Casey Affleck). Proyectos, proyectos, proyectos... ¿Aprieta poco el que mucho abarca?
P: ¿Qué les responde a esos que dicen que es necesario elegir entre calidad y cantidad?
"Considero que está bien sentirse ocupado. Me gusta hacer películas que me interesen, proyectos que me enamoren. Creo que el ser prolífico está bien para mí porque siempre he hecho cosas que me apetecían".
Aquella mañana del recién estrenado otoño, las críticas a su nuevo experimento no habían sido buenas. De hecho Carlos Boyero se despachaba con él en el periódico del desayuno diciendo: "En su película no ocurre casi nada que merezca ser contado, algo particularmente grave cuando el conductor de la trama te ha estado prometiendo todo el rato lo contrario. Me parece tramposo, me siento ligeramente estafado". El de Blackburn acabó empuñando su segundo trofeo en Zinemaldia (se llevó la Mejor Fotografía en 2004 con '9 songs') y riendo más alto que cualquier crítico.
'Genova' es una película que empieza en un punto A y acaba en un punto B que nada significan por sí mismos. La radiografía de una familia marcada por la pérdida de la madre en accidente de tráfico y emigrada a la ciudad italiana donde el padre, profesor, impartirá un curso de verano no tiene ni comienzo ni fin. Se analiza el destino desconocido como ecosistema purificador, la culpa de la hija menor y el despertar sexual de la mayor (reminiscencias confesas a 'Belleza robada'), pero nunca pasa nada. Lo peculiar surge a tenor de los ingredientes utilizados: un clima opresivo y algunos elementos paranormales.
P: ¿Ha querido, señor Winterbottom, dar su particular visión del cine de terror?
R: "En realidad no. Entiendo que puede haber un componente de terror psicológico, pero preferí centrarme en la relación familiar y en las tensiones que se establecen entre el padre (Colin Firth) y sus dos hijas. Es normal que te preocupes en todo momento de lo que les vaya a pasar a los protagonistas pero no es una película de terror".
Al menos así lo vende. Se intenta desmarcar de la comparación con 'Amenaza en la sombra' (Nicolas Roeg, 1973) —donde el escenario es Venecia y el fantasma que se aparece es el de la hija y no el de la madre—, pero lo cierto es que la partitura amenazante de su habitual Melissa Parmenter y las angostas callejuelas genovesas ayudan a mascar la tragedia.
"La atmósfera del film es importante. Es la historia de una familia que abandona su casa y vive en un limbo antes de empezar una nueva vida. Asusta el hecho de que no tengan un hogar, de que se encuentren en estado de espera", reconoce, ahora sí.
En cuanto a la tibieza de su propuesta, se defiende sereno: "Mi intención es que la gente empatice con los personajes, pero no les quería poner en situaciones extremas. Además, el hecho de no ser demasiado concreto en el planteamiento me da el pretexto para fijarme en ciertos detalles que de otro modo habrían pasado desapercibidos".
Difuso o concreto, lo cierto es que Winterbottom lleva un ritmo de rodajes que sólo siguen Woody Allen y Clint Eastwood con el mérito añadido de que rara vez se repite (ver anexo final). Habrá quienes le recuerden por su documental sobre los presos de Guantánamo ('The Road to Guantanamo'), por su excelente drama urbano 'Wonderland' o por su picoteo hollywoodiense ('Un corazón invencible') inmediatamente anterior a la película que esta semana estrena. Este 'euroindie' no ve excesivas diferencias entre rodar con unos niños afganos no profesionales ('In this world') o con la mismísima Angelina Jolie. "Siempre trato de hacer mis películas de la manera más fácil que puedo para tener toda la libertad posible. Y en aquella ocasión no fue distinto. Mi secreto es tener un equipo pequeño formado casi siempre por la misma gente. Eso hace que todo sea muy relajado".
A sus 49 años, el director festivalero por antonomasia (habitual de Berlín, Cannes, San Sebastián y Valladolid) ya ha rebasado la veintena de filmes y trabaja en tres proyectos futuros simultáneamente (entre ellos un thriller, 'The killer inside me', que vuelve a llevarle a las Américas para comandar a Kate Hudson, Jessica Alba y Casey Affleck). Proyectos, proyectos, proyectos... ¿Aprieta poco el que mucho abarca?
P: ¿Qué les responde a esos que dicen que es necesario elegir entre calidad y cantidad?
"Considero que está bien sentirse ocupado. Me gusta hacer películas que me interesen, proyectos que me enamoren. Creo que el ser prolífico está bien para mí porque siempre he hecho cosas que me apetecían".