TONI CASTARNADO
Ruta 66
Tras desperezarse con la edición de District Line, y sin tiempo para la distracción, regresa con su álbum más elegante desde Workbook.
Las carreras de Bob Mould y Frank Black van en paralelo, aunque Bob sea más mayor que Frank, y por raro que parezca, es inevitable no compararlas, ya que están medidas por un mismo rasero. Fueron las cabezas pensantes de dos referentes generacionales, Hüsker Du y Pixies, y a ambos, les unía el valor de su propia idiosincrasia, y una energía en estado puro. Propuestas originales y valientes que indicaron el camino para otros muchos. Y son sus carreras en solitario, ejemplos sólidos de cómo llevar a buen puerto esos deseos, esas ideas. Y lo curioso del tema, es que el problema no radica exactamente en el presente, ni por supuesto en el futuro. Ese (bendito) lastre es su glorioso pasado. El que siempre salga a colación aquello, y casi nunca se ponga en el mismo tenderete sus trayectorias como almas solitarias.
Bob Mould empezó a lo grande, con el indispensable Workbook y el complementario Black Sheets of Rain. Luego creó una bestia, una criatura que respondía al nombre de Sugar. El clásico Copper Blue y dos compañeros más de pupitre, para una vez finiquitada la historia, volver a encauzar su carrera con Bob Mould y The Last Dog and Pony Show. A seguidilla, la lógica y loable decisión de experimentar, para volcarse en su afición por las máquinas y la electrónica, y que derivó en la agridulce cosecha que supuso Modulate, aunque él todavía defienda ese disco a capa y espada. Y así hasta llegar al punto de completar la trilogía de la redención que ha finiquitado con la llegada de Life and Times. Un repaso personal melancólico y sincero, el recorrido de un músico, que en el cuerpo a cuerpo, se muestra afable, educado hasta decir y basta, y con una cultura y unas inquietudes fuera de toda duda.
El estilo es similar al de Workbook, tu disco más acústico e intimista. ¿Hay algún tipo de relación en esto con la autobiografía, Life and Times, que estabas escribiendo?
Quizás si hay algún tipo de conexión, aunque una cosa no vaya ligada directamente a la otra. Cuando empecé a escribir las canciones, todavía no estaba involucrado en la confección del disco, pero en aquel segundo paquete de canciones y en el tercero, que finalmente redondeaba el cancionero de Life and Times, si coincidieron ambos proyectos en mi cabeza, y estoy seguro, que uno sí pudo influir al otro. Éste album representa un periodo muy importante y especial en mi vida, y creo que como casi nunca antes, he volcado ahí toda mi energía y mis emociones. Sinceramente, esta es la primera vez que logro reflejar de manera tan sincera y directa mis sentimientos. Las formas empleadas y parte de aquel sonido sí que es el de Workbook. Sólo espero, que la gente lo entienda, y se entusiasme de algún modo con este material. Esto para mi es como un libro de dibujos.
De nuevo cuentas con la sola compañía de un batería. ¿Te sientes más cómodo grabándolo tu todo? ¿Es para ti más fácil trabajar así con ese sistema?
Tengo un estudio en casa, y eso implica que esté abierto para mí las 24 horas del día. Es como si a un yonqui tuviera a diario una bandeja de cocaína como la de Tony Montana. Sería un hombre feliz, pero estresado. Las ventajas en cualquier caso, son enormes, no se puede cuantificar. Es como el novelista que tiene todo el día el ordenador abierto. A la que tienes una idea, subes y la grabas. A veces, incluso a media noche. Escribo una melodía, y al instante la estoy sacando. En cambio, si contratas o alquilas un estudio, si no quieres perder una fortuna, lo tienes que tener todo acabado, previsto. En mi caso, dejo todo el trabajo hecho en casa, y luego sólo le tengo que añadir la batería, que siempre prefiero que sea alguien mejor que yo. Este es el sistema que he venido utilizando durante los últimos diez años, y creo que me ha ido de momento bastante bien. Lo más excitante, es que no tengo que escribir pensando en lo que luego vamos a tocar en un estudio, en mi caso, ya va todo acoplado. Letra y música. Guitarras y voces. Es magnífico. Para muchos grupos, es importante encontrar ese lugar, que siempre puede provocar misterios y recelos. Para mi es distinto. Estoy en casa. ¿Se está en algún sitio mejor que en casa? Todo es muy natural, muy plácido, ese es el sentido de las cosas, la espontaneidad. Me levanto a las ocho de la mañana, me tomo mi café, me pongo a trabajar, y no tengo que ir a ningún sitio.
Hablando de casa, es tu segundo disco para Anti, y por lo que parece, la mayoría de músicos se sienten muy cómodos trabajando para ese sello. Además, tú siempre tuviste una relación bastante compleja con las discográficas.
Absolutamente. Con el primer disco con ellos ya sentí algo distinto. Y no era algo que tuviese que ver con la parte del negocio, era simplemente la música. Había mucha naturalidad en el ambiente, yo fui conociendo al personal, y cuando montamos la gira todo fueron facilidades. En cuanto a la globalidad y fascinación del sello, de la casa, la nómina de músicos es tremendamente golosa. Son todos ellos artistas con carreras súper respetables, pero allí nadie se siente más importante que el que tiene a su lado. Es una familia. Con los responsables del sello, puedes conversar, compartir ideas y discutir los flecos de cada grabación, y te puedo asegurar, que eso no siempre sucede así. En Anti tengo toda la libertad que yo necesito para desarrollar mi talento. Y realmente, estoy muy contento con esta situación. Hace tres días, toqué en Coachella, y fue mucha la gente que vino a vernos, y eso, en este momento de mi vida, me ayuda a seguir adelante.
En Life and Times, vuelves a experimentar con la electrónica, y en algunas entrevistas que he leído recientes, admites que en la actualidad estás más interesado en esto que en el rock. ¿Qué te aporta la electrónica que no encuentras en la música rock?
Me gusta, porque te permite no repetirte en los mismos trazos, en las mismas historias. Es fascinante la energía que se respira en la música de baile y en la cultura de clubs, y que ahora mismo no encuentro en las músicas dominadas por las guitarras. En los últimos seis años he trabajado mucho como DJ en América, y eso me satisface mucho. Además, tengo el proyecto Blowoff Project con mi amigo Richard Morel. Me permite estar motivado al conocer otro universo muy distinto para mi y mi entorno. Disfruto mucho cuando empiezo con una larga gira como DJ, sé que voy a descubrir experiencias diferentes a cuando estoy de gira con mi banda de rock. Y como músico, como artista, creo que es interesante tener otros palos que tocar. Consigo de esa manera que se mantenga vivo mi amor por la música. Mucha gente, en mi misma posición, prefiere mantenerse cómodos, y seguir con ese mismo camino, y es algo que es respetable, si bien yo prefiero tomar otras alternativas. Me siento afortunado de conocer el mundo de la electrónica, que hay que decir que goza de muy buena salud.
Cambiando de tema, tengo que reconocer que soy un gran fan de la película y todo lo que rodea a Hedwig and the Angry Inch, y tu estabas involucrado en la confección de la banda sonora. ¿Qué recuerdas de aquella experiencia?
Yo era amigo de Steven Trusk y John Cameron Mitchell desde hacía muchos años, y de algún modo estábamos muy unidos. Nos reunimos durante unas cuantas semanas en Los Angeles, y fue muy divertido tirar adelante esa locura. Fue una cosa muy especial, ya que antes de ser película empezó como algo muy minoritario en pequeños teatros, y fue creciendo gracias al boca a boca, hasta convertirse en éxito y gozar de esa especie de culto. No había una teoría que lo explicara. Y a la hora de hacer las canciones, nos inspiramos en el espectáculo, en su fuerza y en su magia. Yo tocaba la guitarra, y para mi fue un honor forma parte de aquello.
Sabemos que eres un gran fan del wrestling, así que me apetece mucho saber tu opinión sobre la película El Luchador, con Mickey Rourke de protagonista. ¿Da una versión acertada de lo que es ese mundo?
Creo que representa la cara más agria del negocio. La asociación de luchadores, es una gran empresa, con muchas súper estrellas, glamour y mucha resonancia mediática. Siempre se piensa en los luchadores, como en actores improvisados, eso motiva la necesidad de saber si hay algo más humano detrás de todo eso, y creo que es ahí donde El Luchador funciona muy bien. La lucha libre es puro entretenimiento, pero creo que al final, es como todo en la vida. Como el rock’n'roll. También hay público, fans, merchandising… El wrestling es un deporte profesional, en el que también hay entrenamientos, preparadores, psicólogos. Y a mi me entristece cuando la gente frivoliza con este deporte, y no lo hace con otros.
Hace poco participaste en un concierto tributo a REM, y muchas veces se ha comparado tu música con la de ellos. ¿Qué opinas al respecto?
Somos amigos, y aunque no somos del mismo lugar, formamos parte de la misma comunidad musical. Es normal que haya quien me meta en ese saco. Michael Stipe y Peter Buck son dos grandes tipos, y en los ochentas, pasamos bastante tiempo juntos. De ahí nuestra amistad.
Creo que nunca se ha valorado suficientemente tu trabajo en solitario, ensombrecidos por un lustroso pasado. ¿Te cansa que siempre se te pregunte por Hüsker Dü, o en su defecto, por Sugar?
Tengo que reconocer, que hubo un momento en que me molestó, ya que estaba un poco cansado de responder siempre lo mismo, hasta que llegó Sugar, y ese éxito tan repentino, y entonces todo era para Sugar. Comprendo que con el paso del tiempo, la historia de esos grupos se va haciendo cada vez más grande, y debería estar satisfecho, en realidad no puedo hacer nada por evitarlo. La frustración para mi es pensar que los demás crean que vivo de aquello, y que esto es simplemente un pasatiempo, que los discos que ahora hago no tienen el mismo valor. Por eso, agradezco, y te felicito, por haber centrado esta entrevista en Bob Mould, sin hacer referencia a mi pasado más lejano, ya que en ese sentido está todo dicho. Aprecio mucho tu entrevista y que hablemos del presente, ya que lo que cuenta es lo que pasa hoy y no le que pasó hace veinte años. Y creo que mucha gente pierde la oportunidad de tener una bonita charla conmigo hablando de cosas más actuales o de otras inquietudes de las que hay a mí alrededor. Muchas gracias por todo, de verdad.