El panfleto como obra de arte

El Macba exhibe la relación entre los creadores plásticos y el activismo político


J.M. MARTÍ FONT
El País




Un fascinante viaje por los cruces de caminos donde se dan la mano la expresión plástica y el activismo político es la propuesta desplegada por el Centro de Documentación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. La exposición En los márgenes del arte. Creación y compromiso político, que se abre hoy al público, replantea la cuestión en el amplio territorio del material impreso y de la utilización política por parte de muchos artistas.

El comisario de la muestra, Guy Schraenen, ha reunido para esta ambiciosa exposición un total de 230 obras entre revistas, libros, octavillas, carteles y otras impresiones gráficas, en las que el arte está puesto al servicio del activismo político y que forman parte de las últimas adquisiciones del Centro de Documentación del Macba.

Schraenen tiene muy claro por qué se limita, básicamente, a este periodo, en el que los artistas no cobraban nada por este tipo de trabajos porque surgían de un compromiso social asumido de forma individual. "Luego", añade, "se puso de moda estar comprometido y a partir de 1980 todo el arte político se comercializa y son los marchantes y los galeristas quienes piden a sus artistas que contribuyan a determinadas causas filantrópicas, desde la lucha contra el sida a cualquier otra". "Se habla mucho de la industria de la cultura y muy poco del arte como medio artístico", sentencia.

La selección es tan ecléctica y variada como lo puede ser el mapa de los conflictos políticos y sociales de la segunda mitad del siglo pasado, con cicatrices inesquivables como la guerra de Vietnam, la represión de los regímenes militares latinoamericanos o la militancia política e intelectual europea hija del mayo del 68.

Sin embargo, a modo de anclaje con la larga tradición del panfleto político, de la octavilla revolucionaria, del manifiesto militante, la exposición incluye dos sorprendentes textos firmados por artistas como André Breton o Diego Rivera: Pour un art révolutionaire independent, de 1938, en el que junto a los dos mencionados figura el propio Leon Trotsky, y La movilisation contre la guerre n'est pas la paix, de 1933, en el que a Breton se le une Paul Eluard, René Crevel, Tanguy y hasta 10 artistas del periodo de entreguerras.

Pero la guinda de la muestra, no tan sólo en términos puramente visuales sino también en cuanto a su rareza, es una serie de carteles de los Black Panthers, el partido político más radical y emblemático del movimiento por los derechos civiles de los negros norteamericanos que liderara Malcom X. Las impactantes imágenes se combinan con consignas que proponen la acción directa contra la brutalidad policiaca.

Las piezas latinoamericanas, por contra, respiran una cierta ingenuidad, que Schraenen atribuye no sólo a la escasez de recursos, sino también a la estrategia de los artistas para saltarse la censura, que les llevó, en muchos casos, a la poesía visual y los juegos de palabras con doble sentido, como el mensaje "¡Basta de corturas!", de Clemente Padín, o dos revistas-caja de Edgardo Antonio Vigo: Biopsia 2, en la que denuncia la corrupción mediante el lema "Arroje aquí todo lo que corrompe", escrito sobre una bolsa de basura. Más inquietante aún es la obra Biopsia 4, que contiene un homenaje plástico a los desaparecidos durante la dictadura militar argentina. Además de piezas de artistas consagrados como Adrian Piper, Joseph Beuys, Vito Acconci, Rabascall, Pedro G. Romero, Alfredo Jaar, Diego Rivera, René Crevel, Félix González Torres, Antoni Miralda, Antoni Muntadas o Françesc Torres, entre otros, se pueden encontrar también incunables como un ejemplar de la revista Konkret de 1961, cuando todavía su redactora jefa se llamaba Ulrike Meinhof, que solo dejó su puesto para formar, en 1969 la Fracción del Ejército Rojo junto a su pareja Andreas Baader.

De los años de plomo que desencadena la banda Baader-Meinhoff y la represión que se cierne contra la izquierda alternativa alemana es la reinterpretación de KP Brehmer de la bandera alemana propuesta en el cartel Korrektur der Nationalfarben (1973).

Más sutiles y con altas dosis de ironía son las extraordinarias revistas de la Internacional Situacionista (1957-1969) que recogían la producción teórica de los miembros de este movimiento, cuya influencia en las artes y el pensamiento todavía se hace notar. En la misma línea se encuentra Ten Days that Shook the University, publicada en Estrasburgo poco antes de mayo de 1968.

Algunas piezas más recientes como las de Alfredo Jaar, de 1992, en las que el artista manipula la iconografía de los mapas o modifica sutilmente documentos oficiales, por ejemplo pasaportes, encajan perfectamente en el sentido de la muestra; al igual que los dólares agujereados por balazos de Bang, bang, bang: 3 billetes, los cruceiros brasileños manipulados por Cildo Meireles.

La muestra, de acceso gratuito, se podrá visitar hasta el 27 de septiembre y permitirá, asimismo, descubrir el importante trabajo que ha realizado desde que empezara a funcionar a finales de 2007 el Centro de Estudios y Documentación del Macba.