Un trago de buena suerte

Lucinda Williams es la diva del country alternativo. Una mujer capaz de expresar la dureza y la fragilidad, el lado más oscuro de la existencia a través de letras que rozan la poesía. Sin embargo, su primera visita a España coincide con su disco más luminoso



FIETTA JARQUE
El País




Ha bebido el fondo amargo de muchas copas. Por eso sus canciones huelen a madrugada, a malos tragos en el amor, a soledad y a palabras que se han diluido en ecos. Lucinda Williams (Lake Charles, Luisiana, 1953) arrastra una carrera de más de treinta años por garitos de todo tipo, pero también conoce las esquinas amables y peligrosas del éxito. Con tres grammys a cuestas, ha sido calificada por la revista Time como la mejor compositora de Estados Unidos. Con una voz a veces cristalina y otras sombría, unas letras en el filo de la poesía, y cierto eclecticismo que la lleva del folk al blues, o del country al rock, presenta su nuevo trabajo, Little Honey, con una serie de conciertos que la traen por primera vez a España.

"Sería difícil encasillar mi música en una sola palabra. Parte de ella es country, pero hoy en día eso requiere especificar qué tipo de country, porque incluso en Estados Unidos la palabra remite inmediatamente a gente como Shania Twain o Faith Hill", afirma riendo entre dientes en conversación telefónica. "Normalmente digo que hago una mezcla de blues, country y rock. A veces digo que es rock de raíces. Prefiero no usar el término "americana", porque ha terminado por convertirse también en un estereotipo. Así es que yo diría que es una mezcla de country y folk rock. A veces he dicho que soy una especie de Bob Dylan-Neil Young-Tom Petty femenina, para hacerme entender. Es que en realidad no hay muchas mujeres haciendo este tipo de música".

Lo que ella tiene en común con estos personajes, más que afinidades exclusivamente musicales, es la intensidad y la atmósfera de las letras de sus canciones. La música country de los últimos años ha tendido hacia temas y puntos de vista más conservadores. Las canciones de Lucinda suelen reflejar los rincones más oscuros del alma, desde las vivencias de una mujer de mundo. Sin tapujos, sin arrepentimiento. "Lo interesante es que la música country, cuando yo era muy joven -en los sesenta y setenta-, solía ser así. Las letras eran mejores, las canciones también. Temas escritos por Waylon Jennings, Johnny Cash... Si escuchas cosas de esa época te das cuenta de que eran más afiladas que lo que se hace ahora".

Ese periodo fue también uno de los mejores, si no el mejor del rock norteamericano. "Fue la mejor época en todo", apunta ella de buen humor. "El rock de ese momento fue una gran influencia en mi música". Pero ¿por qué no se decidió abiertamente por el rock en sus principios? "He pensado mucho en eso últimamente, y creo que fue un poco por las circunstancias. Como cantautora era más fácil ir con mi guitarra de aquí para allá. No tenía una banda por entonces. Era solo yo con mi guitarra, aunque tocaba todo tipo de música. No fue hasta 1985, cuando llegué a Los Ángeles, cuando reuní una banda que me acompañara. Antes de eso, podía ser una cantautora y ganarme la vida modestamente. No necesitaba demasiado y la vida era más barata. Tuve suerte porque vivía en una región, entre Austin y Houston, que apoyaba mucho ese tipo de música. Estuve por ahí desde 1974 hasta 1984. Así me fui curtiendo y gané experiencia en mi oficio. Era una música muy popular por entonces con gente como Jackson Browne y Joni Mitchell".

Apreciada por Emmylou Harris y Steve Earle, su carrera empezó a despegar con Car Wheels on a Gravel Road (1998), después de lo cual empezó a hacer giras internacionales, además de actuar como telonera de Bob Dylan y Van Morrison.

Las letras de Lucinda Williams son especialmente destacables. Poéticas, oscuras, desnudas, muy cuidadosamente elaboradas pero a la vez directas y transparentes. El hecho de haber crecido con un padre que es un reconocido poeta, Miller Williams (leyó sus poemas en la toma de posesión del presidente Clinton, tras su reelección en 1997), y profesor de escritura creativa, debe haber tenido un peso notable cuando empezó a escribir. "Aprendí muy joven la diferencia entre canción y poesía. Recuerdo que mi padre solía trasnochar en casa discutiendo con algunos de sus alumnos sobre si Bob Dylan era un escritor de canciones o un poeta. Él solía insistir mucho en que había una diferencia. Y la hay. Canción y poesía son animales muy distintos. Algunos compositores pueden escribir poemas, pero son cosas muy diferentes".

"A veces escribía poemas y se los enseñaba a mi padre que al leerlos me decía: cariño, creo que este poema quiere ser canción. En otras ocasiones era él quien me daba una letra para una canción pero no solía funcionar. En cuanto al oficio de la escritura, tuve mucha suerte de tenerlo a él como maestro y mentor. Le enseñaba mis letras y él las criticaba como un profesor, con sugerencias para mejorarla. Hay algunas reglas o ideas que se pueden aplicar tanto a la canción como a la poesía".

Lucinda elude la sensibilidad extrema en sus temas, pero no las emociones. "Una de las cosas más importantes que me enseñó mi padre sobre la escritura es la economía expresiva", añade. "Algo que me gusta de los escritores es que suelen tener algún maestro o autor de referencia al que pueden enseñar sus trabajos, discutirlos, mejorarlos y así es como se aprende. Yo crecí en ese ambiente. Aprendí cómo se escribe la poesía y lo apliqué a las letras de mis canciones. Mi padre solía decirme que no hace falta emplear demasiadas palabras. Hay que podar el árbol. Y, sobre todo, evitar los lugares comunes o los tópicos".

Little Honey, su noveno álbum, tiene mucho de autobiográfico, como los anteriores. Aunque es menos introspectivo. Es más abierto y directo. Y no es casual. Se acabaron las historias de amor no correspondido porque la vida personal de Lucinda Williams ha dado un vuelco, está contenta con su actual relación con Tom Overby, coproductor de Little Honey. Su suerte ha cambiado. Y se nota. "Sí, en general las canciones son más pop-rock. También hay temas sobre otras personas, como Little Rock Star (dedicada a figuras como Pete Doherty y Amy Winehouse), pero yo sigo estando dentro de la canción". Elvis Costello hace un dueto con ella en el tema Jailhouse Tears.

Las conflictivas relaciones con las discográficas tienen una segunda referencia en este disco con Rarity y hasta una tercera con la imprevisible versión que hace del clásico de AC/DC, It's a long way to the top (if you wanna rock'n roll). Ella misma ha tenido largos periodos de silencio

... "Yo no he dejado de actuar y de componer canciones. El problema ha venido de la industria musical. Después de mi segundo álbum, en 1980, toda la escena estaba cambiando. Los cantautores pasaban de moda..., el clima era distinto. Las discográficas buscaban otras cosas, el punk había empezado, la MTV. Supongo que fue una década difícil para el tipo de música que yo hacía. Así es que me tomó mucho tiempo retomar el estudio de grabación. Cuando fui a vivir a Los Ángeles en 1984 el asunto empezó a mejorar, pero aun entonces me dieron portazo casi todas las casas de discos. No había mercado para lo que hacía, todavía no tenían la etiqueta de "americana". Eran tiempos difíciles para las cantautoras. No fue hacia finales de los ochenta que el asunto empezó a cambiar. Cuando aparecieron Suzanne Vega o Tracy Chapman".

En el brazo lleva tatuada una serpiente de dos cabezas. "Es un diseño tolteca", explica. "La civilización anterior a la azteca que desapareció misteriosamente. El dibujo aparece en un libro titulado Beyond Fear (más allá del miedo), basado en las enseñanzas de Don Miguel Ruiz, un chamán y doctor en medicina, que provenía de una antigua familia tolteca. Cuando empecé a leer sus escritos mencionaba a Teotihuacán, la antigua ciudad mexicana, y decidí visitarla. Me impresionó mucho. Así es que decidí hacerme mi primer tatuaje. En el libro el autor recuerda que estaba en un estado de duermevela, y tuvo una conversión espiritual. E imaginó que entraba por una cabeza de la serpiente y salía transformado a través de la otra cabeza. Yo me siento un poco así, y además nací en el año chino de la serpiente". Lucinda Williams es la misma y a vez una mujer nueva. Su secreto es vivir hacia dentro, más allá del cambio de piel.