"Blood from stars", Joe Henry (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




No es fácil encontrar, ni en la actualidad ni en cualquier otra época, a alguien capaz de sobresalir simultáneamente en dos facetas musicales. Joe Henry, productor y músico, es uno de los casos. Respecto a su primera tarea, destacan sus trabajos realizados para gente como Ani DiFranco, Solomon Burke, Betty Lavette u otros muchos artistas. Su carrera como músico comienza a mediados de los años ochenta. Sus primeros trabajos son los de un cantautor de rock americano con las características habituales, sobriedad e influencia de las diferentes raíces. Ninguno de ellos destacaron. Poco a poco ha ido sumando matices a esa primera concepción musical hasta convertirse en un compositor personal.

Resulta curioso que en los últimos años sus producciones se han caracterizado, precisamente, por lo mismo que distingue a sus realizaciones propias. Llaman la atención por su sensibilidad, mezclada con un aire de dramatismo y la sobriedad con la que acomete las grabaciones, cosa que no es incompatible con su tendencia a orquestar o a crear ambientes cargados, perfectamente templados, eso sí, para no sonar saturados.

Sus últimos discos (propios) sirven para formar una idea artística clara de lo que significa Joe Henry. Un músico decidido en los últimos años a crear un universo particular, donde el country o el folk no tienen ninguna pega en juntarse con el jazz, con orquestas, con sonidos negros o con cualquier otro elemento que ayude a conformar el ambiente necesario para plasmar sus ideas. Aunque sea un término demasiado utilizado, el compositor norteamericano, es un mundo aparte.

“Blood from stars” es una pieza más de ese universo original de Joe Henry. En comparación con sus predecesores puede resultar algo más rock, o blues, en definitiva, construido con ritmos algo más crudos y mayor predominio de guitarras eléctricas. Lo que sigue inmutable es ese aura de misterio, de ambiente plúmbeo que acompaña a sus creaciones. “Prelude: Light no lamp” es el primer pasito para sumergirnos en él. Se trata de un tema instrumental interpretado por el pianista de jazz, Jason Moran, una de las estrellas que colaboran en este disco donde también hay que destacar al soberbio guitarrista Marc Ribot, acompañante habitual de Tom Waits, músico esencial para comprender este trabajo. Y tanto es así que en la siguiente canción ya notamos su sombra. El blues con toques cabareteros y jazzísticos, que perfectamente podría ser la banda sonora de cualquier tugurio de los suburbios, queda patente en perfectos temas como “The man I sep hid” o “Bellwether”. Un caso aparte es “Death to the storm” que aunque también guarda relación con los otros, se funde con un gospel oscuro y tenebroso.

“Channel” pertenece a ese tipo de composiciones muy comunes en Henry, llena de instrumentación y muy arreglada. Eso, junto con los diferentes altibajos de ritmo, le hace poseer un tono épico. “This is my favorite cage” parece interpretada por un bardo contando alguna fábula. La guitarra suena con tonalidad entre clásica y medieval en este curioso tema. “All blues hail Mary”, por el contrario, es un blues desértico y apocalíptico.

Hay algunas canciones que siguen unas coordenadas estilísticas que les podrían hacer formar parte del anterior disco, “Civilians”. Por ejemplo, la instrumental “Over her shoulder” es un duelo entre la guitarra de Marc Ribot y el saxofón de Levon Henry (hijo de Joe) , “Trace”, un tema cimentado sobre una base jazzística. “Coda” nos indica que llega el final del disco. Se produce un juego sobrio entre el piano y la guitarra que junto a su voz sonando clara y en primer plano, la convierte en una melodía muy emotiva.

Joe Henry cada vez, a pequeños pasos, está saliendo de ese casi total anonimato que tenía como músico, a pesar de su larga carrera, y con trabajos como éste, está empeñado en dar la razón a los que le consideramos uno de los artistas más especiales hoy en día.