La serie que mostró las condiciones de vida de los trabajadores norteamericanos entró al libro Guiness por su permanencia en el aire: 20 años
PATRICIA SUÁREZ
Revista Ñ
Desde diciembre de 1989 cuando se emitió la serie por primera vez Los Simpson, la televisión no volvió a ser la misma. Ahora la serie no sólo es considerada una de las mejores de todos los tiempos, sino que la creación de Matt Groening entró en el Libro Guinness de los récords.
La familia disfuncional más famosa de la televisión fue creada por Matt Groening hacia 1986, inspirado por sus propia familia: su padre se llama Homer, su madre Margaret y sus hermanas Lisa y Maggie. Milagrosamente, Matt decidió no poner al niño protagonista su propio nombre, sino Bart –que al fin y al cabo no suena tan diferente–.
Hasta mayo de 2009, llevan emitidos 441 episodios en 20 temporadas, es decir que superaron a la serie The Adventures of Ozzie and Harriet, con 435 episodios. También tuvieron su película en 2007. La impronta de Los Simpson en la cultura popular es enorme: casi no hay empresa que no los haya incluido: muñecos, chocolates, cajitas de hamburguesas, remeras, lápices y productos de librería; en 1993 salió a la venta el libro Bart Simpson: Guía para la Vida y lleva casi 400 mil ejemplares vendidos. "¡Ouch!", el clásico dicho de Homer Simpson cuando comete un error o para sustituir una palabrota fue incluida en la versión 2001 del Diccionario Oxford de Inglés (en original: "D'oh!"). Homero popularizó también su afición por las donas –o rosquillas– a tal punto que en muchos locales argentinos volvió a venderse el suspiro de monja, una antigüedad culinaria, cuya receta es muy diferente a la dona norteamericana.
Los Simpson popularizaron a tal punto el gag del sofá con el cual comienza la serie que promovieron que las familias cenaran con una bandeja en las rodillas, mientras miran la tele en el sillón. La teleadicción, parece decir Groening, es nuestra religión verdadera. De hecho, la teleadicción es tan normal en Estados Unidos que hay una patología llamada "Piernas de TV", producida por la pérdida de la normal flexibilidad de las piernas.
A su modo, la serie muestra la denominada "América Profunda": una sociedad de trabajadores pobres, perdedores apenas un escalón más alto que la white trash, la "basura blanca" o trabajadores blancos cuyo salario anual está alrededor de los 16 mil dólares. La popularidad de la serie, en gran parte se debe a que pone en primer plano las condiciones socioeconómicas y educativas de un país cuyo mito reza que los estadounidenses son en general de clase media.
Para Joe Bageant, autor de Crónicas de la América Profunda (Marea, 2009), Estados Unidos es un país de clase obrera, lo que podría definirse como: "eres obrero si careces de cualquier control sobre tu trabajo. No decides cuándo trabajas, ni cuánto cobras, ni cuál es el ritmo de trabajo, o si te quedarás en la calle a la primera caída de la Bolsa".
Homer, un tipo corto de inteligencia –en algún episodio se dijo que padece el "Síndrome de Homero" y en otro se descubrió que un lápiz que él se había metido por la nariz en la infancia estaba hincado en su cerebro– y en ocasiones un patán, alcanza su sueño un par de veces. La más trágica: llega a ser un felicisímo acomodador de bolos en un bowling, hasta que el tercer embarazo de Marge y las necesidades económicas lo devuelven a su trabajo en la planta nuclear de Springfield. Nace entonces Maggie y Homer usa su foto para tapar el cartel que, frente a su teclado, dice "No lo olvide: usted está aquí para siempre". Que la única palabra que Maggie haya dicho a lo largo de las 20 temporadas haya sido "Papá" en 1992, con la voz de Liz Taylor, tal vez haya servido de consuelo.
La sociedad estadounidense se vio reflejada a tal punto en Los Simpson que, hacia 1989, George Bush padre dijo: "Vamos a alentar a los americanos para que sean más como los Waltons y menos como los Simpsons". Para los que no lo sepan, los Walton era una familia rural, al estilo de los Ingalls. No obstante, algunos episodios de Los Simpson trascienden las fronteras de su país y parece que estuvieran mostrando los acontecimientos de la Sudáfrica de J.M. Coetzee o de una familia tipo de Lomas de Zamora. En suma, el grueso de la sociedad americana vive diariamente más como los Simpson que como Dr. House.
Los Simpson no se quedan atrás a la hora de escandalizar: en el episodio emitido el 2 de agosto, Homer tiene fantasías lésbicas sobre Marge, y la imagina besándose con una amiga. La pacífica conducta de Marge la hizo aliarse con otras mujeres en ocasiones: protegió Lorleen Lumpkin, la cantante country, después de acusarla injustamente de enamorar a Homer, y emprendió el robo y la huida en un coche con Ruth Polines, parodiando la película Thelma y Louise. En 2005, la hermana de Marge, Patty Bouvier, salió del closet, y se casó con una golfista profesional, llamada Veronica. Por eso, Homer considera que si su cuñada es homosexual, bien puede serlo Marge y abandonarlos. La periodista Grace Chu de la revista on line AfterEllen, dedicada a noticias sobre el lesbianismo y la bisexualidad en los medios, arriesga que la próxima en besarse con una chica será la sesuda Lisa Simpson.
Cuando un producto cultural es consumido a través del tiempo, hace al consumidor apropiarse del mismo como parte suya. Los personajes de las series se convierten en seres que nos acompañan diariamente. En nuestro imaginario, Lisa Simpson comparte el podio junto a Mafalda y Homer con Inodoro Pereyra. Más allá de los Guinnes, los Simpson entraron en el récord del cariño de los espectadores argentinos.
La familia disfuncional más famosa de la televisión fue creada por Matt Groening hacia 1986, inspirado por sus propia familia: su padre se llama Homer, su madre Margaret y sus hermanas Lisa y Maggie. Milagrosamente, Matt decidió no poner al niño protagonista su propio nombre, sino Bart –que al fin y al cabo no suena tan diferente–.
Hasta mayo de 2009, llevan emitidos 441 episodios en 20 temporadas, es decir que superaron a la serie The Adventures of Ozzie and Harriet, con 435 episodios. También tuvieron su película en 2007. La impronta de Los Simpson en la cultura popular es enorme: casi no hay empresa que no los haya incluido: muñecos, chocolates, cajitas de hamburguesas, remeras, lápices y productos de librería; en 1993 salió a la venta el libro Bart Simpson: Guía para la Vida y lleva casi 400 mil ejemplares vendidos. "¡Ouch!", el clásico dicho de Homer Simpson cuando comete un error o para sustituir una palabrota fue incluida en la versión 2001 del Diccionario Oxford de Inglés (en original: "D'oh!"). Homero popularizó también su afición por las donas –o rosquillas– a tal punto que en muchos locales argentinos volvió a venderse el suspiro de monja, una antigüedad culinaria, cuya receta es muy diferente a la dona norteamericana.
Los Simpson popularizaron a tal punto el gag del sofá con el cual comienza la serie que promovieron que las familias cenaran con una bandeja en las rodillas, mientras miran la tele en el sillón. La teleadicción, parece decir Groening, es nuestra religión verdadera. De hecho, la teleadicción es tan normal en Estados Unidos que hay una patología llamada "Piernas de TV", producida por la pérdida de la normal flexibilidad de las piernas.
A su modo, la serie muestra la denominada "América Profunda": una sociedad de trabajadores pobres, perdedores apenas un escalón más alto que la white trash, la "basura blanca" o trabajadores blancos cuyo salario anual está alrededor de los 16 mil dólares. La popularidad de la serie, en gran parte se debe a que pone en primer plano las condiciones socioeconómicas y educativas de un país cuyo mito reza que los estadounidenses son en general de clase media.
Para Joe Bageant, autor de Crónicas de la América Profunda (Marea, 2009), Estados Unidos es un país de clase obrera, lo que podría definirse como: "eres obrero si careces de cualquier control sobre tu trabajo. No decides cuándo trabajas, ni cuánto cobras, ni cuál es el ritmo de trabajo, o si te quedarás en la calle a la primera caída de la Bolsa".
Homer, un tipo corto de inteligencia –en algún episodio se dijo que padece el "Síndrome de Homero" y en otro se descubrió que un lápiz que él se había metido por la nariz en la infancia estaba hincado en su cerebro– y en ocasiones un patán, alcanza su sueño un par de veces. La más trágica: llega a ser un felicisímo acomodador de bolos en un bowling, hasta que el tercer embarazo de Marge y las necesidades económicas lo devuelven a su trabajo en la planta nuclear de Springfield. Nace entonces Maggie y Homer usa su foto para tapar el cartel que, frente a su teclado, dice "No lo olvide: usted está aquí para siempre". Que la única palabra que Maggie haya dicho a lo largo de las 20 temporadas haya sido "Papá" en 1992, con la voz de Liz Taylor, tal vez haya servido de consuelo.
La sociedad estadounidense se vio reflejada a tal punto en Los Simpson que, hacia 1989, George Bush padre dijo: "Vamos a alentar a los americanos para que sean más como los Waltons y menos como los Simpsons". Para los que no lo sepan, los Walton era una familia rural, al estilo de los Ingalls. No obstante, algunos episodios de Los Simpson trascienden las fronteras de su país y parece que estuvieran mostrando los acontecimientos de la Sudáfrica de J.M. Coetzee o de una familia tipo de Lomas de Zamora. En suma, el grueso de la sociedad americana vive diariamente más como los Simpson que como Dr. House.
Los Simpson no se quedan atrás a la hora de escandalizar: en el episodio emitido el 2 de agosto, Homer tiene fantasías lésbicas sobre Marge, y la imagina besándose con una amiga. La pacífica conducta de Marge la hizo aliarse con otras mujeres en ocasiones: protegió Lorleen Lumpkin, la cantante country, después de acusarla injustamente de enamorar a Homer, y emprendió el robo y la huida en un coche con Ruth Polines, parodiando la película Thelma y Louise. En 2005, la hermana de Marge, Patty Bouvier, salió del closet, y se casó con una golfista profesional, llamada Veronica. Por eso, Homer considera que si su cuñada es homosexual, bien puede serlo Marge y abandonarlos. La periodista Grace Chu de la revista on line AfterEllen, dedicada a noticias sobre el lesbianismo y la bisexualidad en los medios, arriesga que la próxima en besarse con una chica será la sesuda Lisa Simpson.
Cuando un producto cultural es consumido a través del tiempo, hace al consumidor apropiarse del mismo como parte suya. Los personajes de las series se convierten en seres que nos acompañan diariamente. En nuestro imaginario, Lisa Simpson comparte el podio junto a Mafalda y Homer con Inodoro Pereyra. Más allá de los Guinnes, los Simpson entraron en el récord del cariño de los espectadores argentinos.