Sobre la violencia , por Slavoj Zizek. Un ensayo provocativo


El filósofo esloveno Slavoj Zizek distingue en su nuevo libro tres tipos de violencia y estudia su manifestación en la política, la religión y el lenguaje. Ilumina así, mediante el combate contra los lugares comunes, uno de los problemas más inquietantes de estos tiempos



GUSTAVO SANTIAGO
La Nación




La violencia siempre es nociva. Por ello, ante cualquiera de sus manifestaciones se deben tomar medidas urgentes. Aunque lo más conveniente es prevenirla, empleando la tolerancia y el diálogo." Estas frases podrían ser insertadas en cualquier discurso público o conversación informal en los que se buscara lograr el asentimiento de un interlocutor. Pero, ¿cuál es el grado de verdad que hay en ellas?

En Sobre la violencia , el filósofo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek se enfrenta a estos y otros lugares comunes. Lo hace evitando caer en la lógica de la "urgencia" que, según el autor, atenta contra los tiempos y procedimientos propios de la reflexión. Como es usual en sus textos, Zizek despliega aquí una gran variedad de categorías provenientes de Hegel, Heidegger, Jacques Lacan y Alain Badiou, entre otros, y recurre a ejemplos tomados del cine, la literatura y el humor tradicional para ilustrar cada uno de sus planteos.

El punto de partida del análisis está dado por una distinción entre tres tipos de violencia: subjetiva, simbólica y sistémica. La violencia subjetiva -aquella que resulta más evidente y que usualmente es la única que se toma en cuenta- es la que encarnan sujetos que alteran el orden político, social, familiar. La violencia simbólica se ejerce a través del lenguaje; es más difícil de advertir, pero no por ello menos efectiva que la anterior. Finalmente, la violencia sistémica es aquella que es inherente al modelo económico y político. Es el tipo menos perceptible, porque construye el estado de cosas que se considera normal.

Zizek se detiene en el papel que en este esquema cumplen personajes como Bill Gates y George Soros, a los que denomina "comunistas liberales", ya que se presentan como abanderados de la responsabilidad social y de causas ecológicas al mismo tiempo que realizan negocios multimillonarios. "Mientras que luchan contra la violencia subjetiva, los comunistas liberales son los auténticos agentes de la violencia estructural que crea las condiciones para las explosiones de violencia subjetiva. [...] son en la actualidad el enemigo de cualquier lucha progresista."

El núcleo del problema está, para Zizek, en el capitalismo. Siguiendo a Badiou, afirma que este sistema sustenta una ideología que, aunque tenga un alcance global, está "privada de mundo" en la medida en que no provee sentido: "Su dimensión global sólo puede ser expresada en el ámbito de la ´verdad sin sentido´, como lo ´real´ del mecanismo del mercado global". Que esto es así lo muestra el hecho de que el capitalismo se ha impuesto sin dificultad en civilizaciones radicalmente diferentes. A hechos de violencia subjetiva como las protestas en París en 2005 o los disturbios en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, sólo puede explicárselos si se tiene en cuenta la violencia sistémica del capitalismo, responsable de un "nuevo racismo" y de la segregación que padecen importantes grupos a los que se priva de significatividad. ¿Por qué ante los estallidos de violencia subjetiva el diálogo es impotente? Porque quienes defienden el diálogo lo hacen sin tener en cuenta la asimetría entre los interlocutores que el propio lenguaje genera. "La violencia verbal no es una distorsión secundaria, sino el recurso final de toda violencia humana específica", sostiene ?i?ek. Tampoco la tolerancia es una salida satisfactoria. La idea de tolerancia en sí misma afirma (y pretende ocultar) la asimetría naturalizándola: "Las diferencias políticas, derivadas de la desigualdad política o la explotación económica, son naturalizadas y neutralizadas bajo la forma de diferencias ´culturales´, esto es, en los diferentes ´modos de vida´, que son algo dado y no puede ser superado. Sólo pueden ser ?tolerados´".

Otro componente ineludible en relación con la violencia es la religión. Zizek no desconoce los mensajes de paz que forman parte de diversos credos. Pero le resulta evidente que dichos mensajes no se condicen con los resultados de su puesta en práctica. Esto lo lleva a afirmar que "el fracaso de todos los esfuerzos por unir religiones prueba que el único modo de ser religioso en términos generales es bajo la bandera de la ´religión anónima del ateísmo´". ¿Qué hacer con uno de los conflictos clave de la política internacional contemporánea, como es el palestino-israelí? Según el punto de vista del pensador, promover un acuerdo en el que la política se separe de la religión, en el que tanto israelíes como palestinos renuncien al control político de Jerusalén y la transformen "en un enclave extraestatal de culto religioso controlado (temporalmente) por alguna fuerza neutral internacional".

¿Toda violencia es igualmente nociva? No para Zizek. Frente a la violencia reactiva, que busca consolidar el sistema vigente con todas sus injusticias, surge una violencia "activa", "emancipadora", que pertenece al orden del "acontecimiento", que "es una expresión de pura pulsión, de no muerte, de exceso de vida".

Sobre la violencia es un texto provocativo y consistente, en el que el filósofo cumple acabadamente con su objetivo de enriquecer la reflexión acerca de uno de los temas más preocupantes de nuestro tiempo.