Manuel Rivas, el ecologista de las palabras


Perseguido por el franquismo y fundador de Greenpeace España, el ecléctico autor del cuento "La lengua de las mariposas", que inspiró la película homónima, pasó por Buenos Aires para presentar su nuevo libro y conversó con Ñ sobre el futuro de las identidades nacionales, la poesía y la política. "Cuando escribo sobre el franquismo, ese período funciona como una metáfora de las guerras del pasado y las del el futuro", advierte


GUDO CARELLI LYNCH
Revista Ñ




Nada más lejos del estereotipo del gallego que Manuel Rivas, que arrastra dudas metafísicas con cada respuesta; y deja preguntas abiertas, que quedan boyando. Es la misma voz que se lee en sus novelas, en sus poesías y en el cuento, cuya adaptación cinematográfica le dio fama mundial, "La lengua de las mariposas". Es la misma voz, pero un poco amplificada; un poco más mística, tal vez nomás, por las vueltas que viene da dar por el noroeste argentino, que se presta. Nada de bruto, nada de Manolito de Mafalda, un gallego hecho y derecho, tanto; que escribe en su lengua materna. "Cuando me puse a escribir, escribí en gallego. La circunstancia es que no era la lengua escolar, no era la lengua de aprendizaje, pero sí era la lengua familiar, la lengua que les escuchaba a las personas que me rodeaban, a mis abuelos, a los campesinos. Para mí tenía unas determinadas connotaciones, porque algunas palabras están heridas, están fuera de la escuela, fuera de los libros, fuera de los sermones de la iglesia, fuera de las oficinas gubernamentales, pero es un idioma que está en las fiestas, que está en el pueblo, que está en el trabajo", explica solemne Rivas durante su reciente y efímera estadía porteña. Después de recibir un premio en Montevideo en reconocimiento a su trayectoria, pasó por Buenos Aires y aprovechó para presentar su antología poética La desaparición de la nieve (Alfaguara) que tiene la particularidad de presentar los mismos poemas en castellano, vasco, catalán y gallego. "Lo raro de este libro es que sea un rara avis; que sea raro, porque tendría que haber, yo creo, muchos libros así. Y en cambio resulta, hay alguna gente que incluso parece que le tiembla un poco en las manos ¿no?, hasta que empieza a acostumbrarse, se va asentando el libro. Pero hay muy pocas publicaciones en las que aparezca en un mismo volumen conviviendo lo que por otra parte convive en la realidad, que es esa pluralidad lingüística, esa biodiversidad. Lo lamentable es que la pluralidad cultural todavía hay quien la ve como una especie de lastre o como una especie de incordio, de complicación, cuando yo creo que, al igual que en la naturaleza, la diversidad cultural tiene que ver con la mirada fértil", declara político Rivas, cuando llega la primera pregunta sencilla pero incómoda.

-Sin pensar y sin prejuicios, cuando le preguntan su nacionalidad ¿responde que es gallego o español?

-¡Hombre!... jeje... la respuesta...Cuando me hacen ese tipo de preguntas, yo creo que normalmente me quedo callado ¿no? Porque no creo en las identidades excluyentes, creo precisamente que lo más interesante de esta época y hacia donde camina el futuro son lo que podríamos llamar las identidades compartidas; es decir, el escribir en gallego, el entender, el intentar comprender y el oír también el sufrimiento que te rodea, o percibir, es lo que te hace universal. Es decir, aquello que perciben los sentidos, aquello que tienes más próximo, creo que es lo que te permite entender lo que pueda suceder en las antípodas, ¿no? Entonces, precisamente una de las líneas de pensamiento que yo creo que en nuestro tiempo se va por suerte estableciendo como un nuevo sentido común, y un sentido común y una referencia de civilización, es precisamente que lo local y lo universal no son contradictorios sino lo contrario, ¿no? Decía Miguel Torga, un maravilloso escritor portugués, que lo universal es lo local sin paredes; y cuando leemos a Rulfo, a Graciliano Ramos, a John Berger, al mundo de Onetti, o de Lezama Lima, o de todos los autores que nos interesan, y vemos precisamente que el lugar en el que escriben, es concreto, es el lugar donde viven, pero es también, es el lugar donde se posa la esfera ¿no? Lo que lo define es la condición humana ¿no? Entonces, para mí no es en absoluto contradictorio, es decir hay elementos en la cultura, hay una identidad que bebe en la tradición gallega, porque es una identidad, pero también me siento, me identifico con cada una de las culturas que tengo más o menos próximas ¿no? Galicia por ejemplo es un lugar que puede servir de puente entre las literaturas hispánicas, digamos, y la literatura portuguesa también ¿no? El origen del gallego es común al portugués, hay un tronco galaico-portugués ahí. Entonces, creo que caminamos hacia las identidades compartidas, ¿no?

¿No? Pregunta para afirmar cada vez que puede Rivas y confunde al que lo escucha y a la vez lo ilumina o lo perturba. Del futuro habla bastante este contrabandista de géneros que salta de la lírica a la narrativa y viceversa. Habla del futuro y sin embargo, una y otra vez emerge de su escritura la melancolía del pasado o el terror del franquismo.

-¿Le molesta haber quedado como un mero interlocutor –ni más ni menos- de la resistencia contra el franquismo?

-¡No hombre!, peor sería pasar por una persona absolutamente indiferente. Hay un párrafo de una carta de Flaubert a Turgueniev en la que dice más o menos: "Yo trato de vivir en una torre de marfil, pero a veces noto que está a punto de tirarla una marea de mierda", a la torre de marfil. Entonces, bueno, desde luego creo que el primer compromiso de un escritor es escribir. Creo también que todo lo que se escriba es comprometido. Las personas que hacen lo que llamamos allá páginas de contactos, o notas del corazón, también es una literatura muy comprometida, ¿no? Entonces, creo que la boca de la literatura a lo largo de la historia –y me gusta mucho viajar por la literatura a lo largo de la historia; no hay obra más moderna que "La odisea", que es precisamente un libro que trata de la reconstrucción de la memoria. Son obras que incordian, son libros que desestabilizan siempre, lecturas que desestabilizan, que ponen en cuestión las miradas convencionales. Ya sea a través de la denuncia directa, de la ironía, del humor, o de una visión más trágica, ¿no? Yo lo que tengo claro es que cuando escribo no soy subalterno de ninguna ideología, ni de ningún discurso. Sólo una parte de mi obra trata de ese período del fascismo español. Lo que pasa es que también creo que cuando escribo sobre eso no escribo sobre un período de tiempo histórico limitado, sino que ese período es una metáfora de las guerras del pasado y del futuro.

Sólo en ese momento parecería crisparse, apenas, casi nada, este autor –fanático de Fontanarrosa y de Oesterheld, que se anima al teatro, los cuentos, y las novelas; que también provoca, a su manera, cuando avisa que dos géneros marginales como "la novela gráfica (el cómic) y la poesía (el más antiguo de todos), son los géneros del futuro". Deja entrever, a su vez, cuál es su jerga, cuando habla de la naturaleza, de la Tierra, de la biodiversidad, este fundador de Greenpeace España, bicho raro de la literatura.

-¿La ecología no es funcional al sistema cuando es la excusa para que tantísima gente milite afuera de la política?

-Ese es un argumento que siempre utilizaron mucho los reaccionarios cuando empezó el ecologismo, porque ahora parece normal, la palabra ecología, incluso parece que ya forma parte del lenguaje más oficial, oficialista incluso. Se incorpora a todos los discursos, piensa en esta crisis, por ejemplo, cómo se va impregnando el discurso económico y el neoliberal con terminología ecologista. Hablan de dinero tóxico, de deslocalización, de una serie de eufemismos, como la comida basura, los contratos basura....De todos modos, me parece importante decir que puede haber una visión muy reduccionista de lo que es el ecologismo. Yo tengo otra visión completamente distinta. Para mí la ecología incluye lo político, incluye lo humano. Decía que había un argumento en esos momentos cuando se inició el ecologismo, que se repetía mucho, y decía: "Éstos se preocupan de las ballenas y no de los niños que pasan hambre", ¿no? Eso me recuerda lo que está pasando ahora aquí en Argentina con el tema de la pobreza, que de repente gente que nunca se había preocupado por la pobreza, lo toma...Bueno, que no es un fenómeno exclusivo de aquí, de Argentina, pero quiero decir que hasta parece que a los pobres le quieren robar lo único que tienen que es la pobreza, se quieren quedar con la pobreza. Para mí la ecología tiene que ver con la seguridad, pero con la seguridad alimentaria, la primera seguridad alimentaria es comer; tiene que ver con la seguridad de la atención sanitaria; es decir, todo lo contrario de cuando se utiliza la palabra seguridad, que normalmente tiene un sentido militarista, "por razones de seguridad". Entonces, para mí ecología es cuestionar el lenguaje, cómo se utiliza normalmente el lenguaje también es ecología. O sea, hacer ecología con el lenguaje; es decir, de qué hablamos cuando hablamos de libertad, de qué hablamos cuando hablamos de seguridad, y qué pasa cuando vemos cuando nos sustraen el sentido de las palabras. Para mí no es contradictorio; al revés, es complementario, es necesario. No puedes ser insensible ante lo que sucede a los vecinos de al lado y estar muy preocupado por la extinción de especies animales en una zona de montaña, ¿no? Es decir, esa contradicción para mí no existe, es al contrario, si eres sensible al maltrato a las personas, también vas a ser sensible al maltrato a los animales. Es una concepción global del mundo. Es decir, de pensar en otra forma de vida; y que la contaminación al final a quien más afecta es a los pobres, y quienes se mueren por problemas químicos son los que están más cerca de determinadas fábricas y normalmente son los más pobres, los que más padecen los problemas medioambientales. Y el hambre es un problema medioambiental. Entonces, hoy no se puede concebir un cambio en la forma de vida en el mundo y una justicia humana sin esa mirada ecológica, ¿no?

-¿Y qué tan optimista se permite ser respecto de la política, de las guerras y de la ecología?

-Creo que depende de los días. En ese aspecto soy también como las plantas y los animales, ¿no? Somos. Depende del efecto de la luz en un momento determinado; y uno se puede levantar optimista y acostarse pesimista o al revés, ¿no? Y en todo caso, podría decir la frase esa de "soy un idealista con cada vez menos ilusiones". Pero mientras se escribe, existe una energía del deseo; e incluso los textos más nihilistas, más derrotistas, más trágicos, son una victoria frente a la muerte, frente al pesimismo, porque significa que finalmente ha actuado el impulso del deseo, que es esa energía de la que hablaba, ¿no? Yo creo que precisamente, un falseamiento de la historia es el hacernos creer que somos hijos de Caín, que somos continuación de la historia de Caín y Abel. Creo que podemos encontrar otros referentes para empezar nuestra historia, y para terminarla también.

¿No?