ESTEBAN HERNÁNDEZ
Ruta 66
Banda fundacional del alt-country, de esas que contribuyeron a definir el estilo, no gozaron, especialmente en Europa de la popularidad de otros grupos contemporáneos, caso de Son Volt, Wilco, Jayhawks o Bottle Rockets. Sin embargo, tenían todos los méritos para permanecer en la memoria del oyente: canciones crudas, intensas, de esas que revelan mucha mayor profundidad conforme las escuchas se repiten. Con esos esquemas, grabaron discos memorables, como «Dog Days» o «Homegrown». Esa música surgida del corazón, como la define su cantante, Cary Hudson, ha tenido continuación en dos discos editados en 2008, «Midnight in Mississippi» y la revisitación de viejos temas titulada «Omnibus». Discos que, en el peor de los casos, están a la altura de su legado. Acaban de visitar Barcelona y Madrid, donde ejercieron de teloneros (y grupo de acompañamiento) de Dayna Kurtz. Una inmejorable oportunidad para (re)encontrarte con una gran banda.
La mayor parte de la música exitosa es música sin raíces, en el sentido de que podría provenir de cualquier parte. Podría ser compuesta en Nueva York, en Londres, en Sidney, en Copenhague, en cualquier sitio. ¿Qué te parece? ¿Es bueno que no tengan raíces o, al contrario, la música siempre debe mostrar (o nunca debe esconder el lugar) de donde proviene?
En la música se refleja el lugar de donde ésta procede y es también, y sin remedio, un producto de su tiempo. Es verdad que la música de Radiohead no tiene un componente folk a lo Fairport Convention, pero hay algo esencialmente británico y muy de los noventa en su sonido. Creo que la música enraizada en las formas de arte tradicionales, como lo son el blues o el jazz, te puede dar acceso a un poder comunicativo que esos estilos han demostrado que tienen. Siempre que tengas claro que la cuestión esencial es la de usar esa forma para comunicar un mensaje personal más que para imitarla.
En ese sentido, ¿qué puede tener en común la música de alguien como tú, del Mississippi, con las vivencias cotidianas de alguien como yo, que vivo en Madrid?
En Mississippi o en Madrid, experimentamos las emociones del dolor y del amor, nos afectan las relaciones familiares, vivimos las mismas experiencias cuando llegan los tiempos duros o las tragedias. De modo que quizá los escenarios puedan ser diferentes, pero si escribo una buena canción me estaré dirigiendo a cualquiera que pueda sentirse vinculado a su contenido emocional, sea de donde sea. La popularidad del jazz y del blues en Europa son buenos ejemplos de estos. En mi caso, soy un gran fan del Capitán Alatriste, incluso si sus historias quedan muy de lejos del espacio y del tiempo en los que vivo.
Cuando empezasteis, se os consideró fundadores del alt-county, un movimiento que vivió un tiempo de auge mediático.
Cuando empecé con Blue Mountain nos consideraron parte de esa escena alt-country que incluía a Jayhawks o Uncle Tupelo… Me hice amigo de ambas bandas y creo que ninguno de ellos estaba interesado en empezar o en formar parte de una escena determinada. Estoy orgulloso de que me asocien con un estilo musical que incluye tanta gente que admiro, pero tampoco quise ser parte de esa masa que sigue la moda. Lo que queríamos era hacer la música que nos gustaba y esperábamos que también le gustase a alguien más.
En tus letras hay muchas referencias al pasado, a cómo eran los viejos tiempos y cómo son ahora las cosas. ¿Por qué?
Quizá porque me estoy haciendo viejo… Tengo 45 años, y estoy en la mitad de mi vida. Las cosas en mi ciudad natal, y en las ciudades que he visitado, y en las carreteras que he recorrido han cambiado tanto… De modo que cuento historias acerca del modo en que esas cosas me hacían pasar un buen rato y espero que haya alguien más que se divierta con ellas.
¿Te ves como heredero de alguna tradición musical? ¿Hay alguien de quien te sientas especialmente cercano?
Mis mentores son R.L. Burnside y Larry Brown, un novelista de Mississippi. De esos tipos aprendí mucho de lo que sé acerca de la escritura y de la música. Intento continuar su trabajo, pero entendiendo siempre que lo más importante es utilizar las influencias musicales que he ido recogiendo para construir mi propio estilo.
No parece que sea un buen momento para ganarse la vida como músico. Es un trabajo muy inseguro que ahora lo es aún más. ¿Influye esa precariedad en tus canciones?
Esa dificultad para ganarse la vida es un hecho en la vida de una artista: es lo que hay, por lo que no influye mucho en mi música. He tenido buenos y malos años y no creo que eso sea una cosa negativa. Me ayuda a mantenerme centrado y trabajando duro. Y creo que un artista que hace música desde el corazón y lo intenta con todas sus ganas, siempre encontrará un camino.
¿Cómo fue vuestro regreso? ¿Estás satisfecho de la acogida que recibieron tanto los dos discos que publicasteis el año pasado («Midnight in Mississippi» y el recopilatorio «Omnibus») como vuestros conciertos?
Es genial tocar de nuevo con Laurie. Estuvimos juntos durante diez años antes de romper y, en ese tiempo, desarrollamos una gran química musical, de esa que sólo aparece tras muchos años de práctica y de tocar en vivo. Una de las cosas que más nos comentan nuestros fans, y que más satisfecho me hace sentirme, es que les gustó «Midnight in Mississippi» tanto como «Dog Days», del que suele decirse que es el mejor trabajo de Blue Mountain. Nuestras giras por EE.UU. fueron bien y también hicimos una gira por Holanda y Alemania que fue muy bien recibida. Estaremos en España con nuestra amiga Dayna Kurtz. Hemos girado en cinco ocasiones por Alemania y Holanda, pero nunca por España, y estoy entusiasmado con la idea.
Hablando de «Dog Days», habéis reeditado ahora un álbum esencial para la historia del alt-country. ¿Qué sorpresas pueden encontrar en la reedición quienes ya conocieran el disco? Y, como curiosidad, me parece llamativo que alguien recuerde a Jimmy Carter, un político al que hoy todo el mundo critica.
El nuevo «Dog Days» tiene canciones que no estaban en el álbum original y una selección de fotos de nuestra carrera. Estoy muy orgulloso de este álbum. Y escribí sobre Jimmy Carter después de una larga conversación con mi padre… A él no le gustó como presidente y escribí la canción para decir que además de un gran presidente es un gran hombre. Tiene una personalidad interesante y un buen gusto musical. Willie Nelson tocó en su investidura y decía que había estado fumando hierba en el tejado de la Casa Blanca…
«Generic America» es, de entre vuestro repertorio, una de mis canciones preferidas.
Trata sobre el modo en que las comunidades a menudo pierden los rasgos que las definen cuando los pequeños negocios son sustituidos por las grandes corporaciones y los grandes centros comerciales. He viajado por América durante 25 años y ahora todas las salidas de las autopistas parecen la misma. Es probable que haya todavía muchos sitios especiales en EE.UU. y quizá haya sido estúpido escribir esa canción, pero ese era el modo en que me sentía cuando la escribí.
La mayor parte de la música exitosa es música sin raíces, en el sentido de que podría provenir de cualquier parte. Podría ser compuesta en Nueva York, en Londres, en Sidney, en Copenhague, en cualquier sitio. ¿Qué te parece? ¿Es bueno que no tengan raíces o, al contrario, la música siempre debe mostrar (o nunca debe esconder el lugar) de donde proviene?
En la música se refleja el lugar de donde ésta procede y es también, y sin remedio, un producto de su tiempo. Es verdad que la música de Radiohead no tiene un componente folk a lo Fairport Convention, pero hay algo esencialmente británico y muy de los noventa en su sonido. Creo que la música enraizada en las formas de arte tradicionales, como lo son el blues o el jazz, te puede dar acceso a un poder comunicativo que esos estilos han demostrado que tienen. Siempre que tengas claro que la cuestión esencial es la de usar esa forma para comunicar un mensaje personal más que para imitarla.
En ese sentido, ¿qué puede tener en común la música de alguien como tú, del Mississippi, con las vivencias cotidianas de alguien como yo, que vivo en Madrid?
En Mississippi o en Madrid, experimentamos las emociones del dolor y del amor, nos afectan las relaciones familiares, vivimos las mismas experiencias cuando llegan los tiempos duros o las tragedias. De modo que quizá los escenarios puedan ser diferentes, pero si escribo una buena canción me estaré dirigiendo a cualquiera que pueda sentirse vinculado a su contenido emocional, sea de donde sea. La popularidad del jazz y del blues en Europa son buenos ejemplos de estos. En mi caso, soy un gran fan del Capitán Alatriste, incluso si sus historias quedan muy de lejos del espacio y del tiempo en los que vivo.
Cuando empezasteis, se os consideró fundadores del alt-county, un movimiento que vivió un tiempo de auge mediático.
Cuando empecé con Blue Mountain nos consideraron parte de esa escena alt-country que incluía a Jayhawks o Uncle Tupelo… Me hice amigo de ambas bandas y creo que ninguno de ellos estaba interesado en empezar o en formar parte de una escena determinada. Estoy orgulloso de que me asocien con un estilo musical que incluye tanta gente que admiro, pero tampoco quise ser parte de esa masa que sigue la moda. Lo que queríamos era hacer la música que nos gustaba y esperábamos que también le gustase a alguien más.
En tus letras hay muchas referencias al pasado, a cómo eran los viejos tiempos y cómo son ahora las cosas. ¿Por qué?
Quizá porque me estoy haciendo viejo… Tengo 45 años, y estoy en la mitad de mi vida. Las cosas en mi ciudad natal, y en las ciudades que he visitado, y en las carreteras que he recorrido han cambiado tanto… De modo que cuento historias acerca del modo en que esas cosas me hacían pasar un buen rato y espero que haya alguien más que se divierta con ellas.
¿Te ves como heredero de alguna tradición musical? ¿Hay alguien de quien te sientas especialmente cercano?
Mis mentores son R.L. Burnside y Larry Brown, un novelista de Mississippi. De esos tipos aprendí mucho de lo que sé acerca de la escritura y de la música. Intento continuar su trabajo, pero entendiendo siempre que lo más importante es utilizar las influencias musicales que he ido recogiendo para construir mi propio estilo.
No parece que sea un buen momento para ganarse la vida como músico. Es un trabajo muy inseguro que ahora lo es aún más. ¿Influye esa precariedad en tus canciones?
Esa dificultad para ganarse la vida es un hecho en la vida de una artista: es lo que hay, por lo que no influye mucho en mi música. He tenido buenos y malos años y no creo que eso sea una cosa negativa. Me ayuda a mantenerme centrado y trabajando duro. Y creo que un artista que hace música desde el corazón y lo intenta con todas sus ganas, siempre encontrará un camino.
¿Cómo fue vuestro regreso? ¿Estás satisfecho de la acogida que recibieron tanto los dos discos que publicasteis el año pasado («Midnight in Mississippi» y el recopilatorio «Omnibus») como vuestros conciertos?
Es genial tocar de nuevo con Laurie. Estuvimos juntos durante diez años antes de romper y, en ese tiempo, desarrollamos una gran química musical, de esa que sólo aparece tras muchos años de práctica y de tocar en vivo. Una de las cosas que más nos comentan nuestros fans, y que más satisfecho me hace sentirme, es que les gustó «Midnight in Mississippi» tanto como «Dog Days», del que suele decirse que es el mejor trabajo de Blue Mountain. Nuestras giras por EE.UU. fueron bien y también hicimos una gira por Holanda y Alemania que fue muy bien recibida. Estaremos en España con nuestra amiga Dayna Kurtz. Hemos girado en cinco ocasiones por Alemania y Holanda, pero nunca por España, y estoy entusiasmado con la idea.
Hablando de «Dog Days», habéis reeditado ahora un álbum esencial para la historia del alt-country. ¿Qué sorpresas pueden encontrar en la reedición quienes ya conocieran el disco? Y, como curiosidad, me parece llamativo que alguien recuerde a Jimmy Carter, un político al que hoy todo el mundo critica.
El nuevo «Dog Days» tiene canciones que no estaban en el álbum original y una selección de fotos de nuestra carrera. Estoy muy orgulloso de este álbum. Y escribí sobre Jimmy Carter después de una larga conversación con mi padre… A él no le gustó como presidente y escribí la canción para decir que además de un gran presidente es un gran hombre. Tiene una personalidad interesante y un buen gusto musical. Willie Nelson tocó en su investidura y decía que había estado fumando hierba en el tejado de la Casa Blanca…
«Generic America» es, de entre vuestro repertorio, una de mis canciones preferidas.
Trata sobre el modo en que las comunidades a menudo pierden los rasgos que las definen cuando los pequeños negocios son sustituidos por las grandes corporaciones y los grandes centros comerciales. He viajado por América durante 25 años y ahora todas las salidas de las autopistas parecen la misma. Es probable que haya todavía muchos sitios especiales en EE.UU. y quizá haya sido estúpido escribir esa canción, pero ese era el modo en que me sentía cuando la escribí.