Alfred Lion y Francis Wolff fundaron el sello tras huir de la Alemania nazi. La casa acogió a artistas como Miles Davis, Duke Ellington o Billie Holiday. Simone Bosé: 'El jazz termina siendo una música hipnótica e intensa'
FRAN CASILLAS
El Mundo
Europa entonó un lamento con el acceso de Hitler al poder. La pesadilla nazi desplegaba sus macabros tentáculos y obligaba a huir de Alemania a Alfred Lion y Francis Wolff. Amigos en su infancia berlinesa, estos dos melómanos se reencontraron en Nueva York, y mientras en el Viejo Continente estallaba la guerra, ellos se atrincheraban en Manhattan para lanzar un cañonazo en clave de jazz. Era 1939 y nacía Blue Note, el sello de la nota triste.
Escribió Lorca que "las únicas cosas que EEUU ha dado al mundo son los rascacielos, el jazz y los cócteles. Eso es todo". En la ciudad del Empire State y el edificio Chysler, entre copas en antros brumosos, Lion y Wolff, león y lobo, afilaron los colmillos para confeccionar discos magistrales, desbordantes de drama y emoción.
Eran exigentes con el repertorio y sólo grababan aquello que les apasionaba: jazz con sentimiento. Apostaban sin pestañear por el mimo al detalle, y el ingeniero de sonido Rudy Van Gelder convertía las sesiones en auténticos rituales. En un ambiente íntimo alumbrado por una luz mortecina, los músicos capturaban esa inspiración fugaz y huidiza. Herbie Hancock, Chet Baker, Art Blakey... Es inagotable la lista de apellidos ilustres que han dejado su huella en Blue Note.
Recopilación de lujo para conmemorar el aniversario
El sello, adquirido por EMI en 1979, conmemora estos meses su 70 aniversario. Para celebrarlo se ha lanzado 'Essential Blue Note', un disco doble lujosamente editado y con libreto incluido. La joya incluye 36 canciones emblemáticas de la historia de la compañía y que abarcan a artistas desde Count Basie o Dexter Gordon hasta estrellas recientes como Norah Jones o Lila Downs.
El jazz se identifica como una música culta, sofisticada, elitista. Para qué negarlo, se trata de un estilo de vocación minoritaria. Y sin embargo las improvisaciones al piano de Thelonious Monk, los solos de saxofón de John Coltrane o la voz quebrada de Dinah Washington desprenden vestigios de inmortalidad.
En conversación con elmundo.es, Simone Bosé, presidente de EMI para España y Portugal, compara el jazz con el buen vino: "Cuando eres joven no te gusta demasiado, pero luego... Al primer impacto el jazz puede antojarse complejo, pero al final se trata de una música hipnótica e intensa".
Blue Note ha soportado a lo largo de siete décadas el peso de la historia, en opinión de Bosé porque "el jazz se mantiene cuando hay una trayectoria, un criterio y una historia detrás. Blue Note continúa siendo una gran familia, derrochan pasión y mantienen alto el listón artístico, aunque no son excluyentes y han sabido navegar por estilos diferentes al jazz puro".
Bruce Lundvall, actual presidente de Blue Note, suele afirmar que "los artistas son los que sacan adelante este tipo de negocio, así que tienes que elegir los artistas adecuados. Y creo que de esos tenemos un montón". Todos ellos resplandecían en aquellas fotos de Wolff que ilustraban las icónicas portadas diseñadas por Reid Miles. El humo, las perlas de sudor, el blanco y negro... Era la liturgia en esa constelación de astros atormentados que han escrito la historia de Blue Note.
Billie Holiday pasó por un burdel antes de aprender a cantar mirando a los ojos de cada espectador, uno por uno, como dijera Sinatra. A Miles Davis una pija de Washington le preguntó por sus méritos para ser invitado a una recepción del presidente Reagan. "He cambiado la música cuatro o cinco veces; ¿qué ha hecho usted de importancia aparte de ser blanca?". Duke Ellington sólo sabía que "hay dos tipos de música: la buena y el otro tipo".
Blue Note cumple 70 años. Siete décadas desde aquella huida de la esvástica hacia el territorio del hechizo musical. Y el jazz continúa revolucionando a las fieras. ¿Que por qué? Se siente, pero recuerden a Louis Armstrong: "Tío, si tienes que preguntar qué es el jazz, nunca lo vas a saber".
Escribió Lorca que "las únicas cosas que EEUU ha dado al mundo son los rascacielos, el jazz y los cócteles. Eso es todo". En la ciudad del Empire State y el edificio Chysler, entre copas en antros brumosos, Lion y Wolff, león y lobo, afilaron los colmillos para confeccionar discos magistrales, desbordantes de drama y emoción.
Eran exigentes con el repertorio y sólo grababan aquello que les apasionaba: jazz con sentimiento. Apostaban sin pestañear por el mimo al detalle, y el ingeniero de sonido Rudy Van Gelder convertía las sesiones en auténticos rituales. En un ambiente íntimo alumbrado por una luz mortecina, los músicos capturaban esa inspiración fugaz y huidiza. Herbie Hancock, Chet Baker, Art Blakey... Es inagotable la lista de apellidos ilustres que han dejado su huella en Blue Note.
Recopilación de lujo para conmemorar el aniversario
El sello, adquirido por EMI en 1979, conmemora estos meses su 70 aniversario. Para celebrarlo se ha lanzado 'Essential Blue Note', un disco doble lujosamente editado y con libreto incluido. La joya incluye 36 canciones emblemáticas de la historia de la compañía y que abarcan a artistas desde Count Basie o Dexter Gordon hasta estrellas recientes como Norah Jones o Lila Downs.
El jazz se identifica como una música culta, sofisticada, elitista. Para qué negarlo, se trata de un estilo de vocación minoritaria. Y sin embargo las improvisaciones al piano de Thelonious Monk, los solos de saxofón de John Coltrane o la voz quebrada de Dinah Washington desprenden vestigios de inmortalidad.
En conversación con elmundo.es, Simone Bosé, presidente de EMI para España y Portugal, compara el jazz con el buen vino: "Cuando eres joven no te gusta demasiado, pero luego... Al primer impacto el jazz puede antojarse complejo, pero al final se trata de una música hipnótica e intensa".
Blue Note ha soportado a lo largo de siete décadas el peso de la historia, en opinión de Bosé porque "el jazz se mantiene cuando hay una trayectoria, un criterio y una historia detrás. Blue Note continúa siendo una gran familia, derrochan pasión y mantienen alto el listón artístico, aunque no son excluyentes y han sabido navegar por estilos diferentes al jazz puro".
Bruce Lundvall, actual presidente de Blue Note, suele afirmar que "los artistas son los que sacan adelante este tipo de negocio, así que tienes que elegir los artistas adecuados. Y creo que de esos tenemos un montón". Todos ellos resplandecían en aquellas fotos de Wolff que ilustraban las icónicas portadas diseñadas por Reid Miles. El humo, las perlas de sudor, el blanco y negro... Era la liturgia en esa constelación de astros atormentados que han escrito la historia de Blue Note.
Billie Holiday pasó por un burdel antes de aprender a cantar mirando a los ojos de cada espectador, uno por uno, como dijera Sinatra. A Miles Davis una pija de Washington le preguntó por sus méritos para ser invitado a una recepción del presidente Reagan. "He cambiado la música cuatro o cinco veces; ¿qué ha hecho usted de importancia aparte de ser blanca?". Duke Ellington sólo sabía que "hay dos tipos de música: la buena y el otro tipo".
Blue Note cumple 70 años. Siete décadas desde aquella huida de la esvástica hacia el territorio del hechizo musical. Y el jazz continúa revolucionando a las fieras. ¿Que por qué? Se siente, pero recuerden a Louis Armstrong: "Tío, si tienes que preguntar qué es el jazz, nunca lo vas a saber".